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“Ojalá Dios me ilumine”

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Buenas tardes, señora Presidenta, la Casa de Gobierno sin novedad!” A las 17.13 horas del lunes 10, el capitán de Caballería Martín Luciano, de 37 años, oriundo de Gualeguaychú, Entre Ríos, se puso firme y saludó. Frente a él, por primera vez, una mujer elegida por el voto y la confianza de 8.650.990 argentinos, traspasó el umbral de la Casa Rosada para hacerse cargo del gobierno. El oficial, egresado del Colegio Militar en el año 93, escuchó el “muchas gracias, capitán” y se hizo a un lado. Acompañada por su hija Florencia y su marido, Cristina Fernández caminó unos pasos más por la alfombra roja del Salón de los Bustos, giró a la izquierda y subió la escalera Francia rumbo al despacho que ocupará en los próximos 1.461 días.

Una transmisión de mando es un gran evento dividido en varias ceremonias. La llegada de Cristina –y la partida de Néstor– no fue la excepción. Y comenzó el domingo por la tarde, cuando en el Salón Blanco de la Casa Rosada, la pareja presidencial recibió a los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez; Paraguay, Nicanor Duarte Frutos; Bolivia, Evo Morales; Ecuador, Rafael Correa Delgado; y Brasil, Luiz Inácio “Lula” Da Silva, y firmaron el acta fundacional del Banco del Sur, que “tendrá por objeto financiar el desarrollo económico y social de los países de la Unión de Naciones Sudamericanas”. Todos dieron su discurso y se regalaron elogios unos a otros. El único ausente fue el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, quien agregó su firma al acta recién el lunes por la tarde.

GLAMOUR PRESIDENCIAL. La fiesta democrática continuó, con más brillo, el mismo domingo por la noche. El Palacio San Martín, sede de la Cancillería, mostró todo su esplendor para la cena de gala a jefes de Estado y dignatarios internacionales. También participaron los ministros, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli y su esposa, Karina Rabolini, el Jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri; el sindicalista Hugo Moyano; Estela de Carlotto y el canciller Jorge Taiana, entre otros. El menú de la noche fue entrada de terrina de centollas, habas y arvejas; ojo de bife con crocante de papas, como plato principal; y delicias de dulce de leche, de postre. La ocasión fue bien regada: se sirvió Angélica Zapata Chardonnay 2005, Catena Zapata Malbec argentino 2004, Saint Felicien Doux 2006 y espumante Saint Felicien.
EL GRAN MOMENTO. Sin dudas, el instante más importante sucedió el lunes 10 a las 15.11 exactamente, cuando Cristina juró por “Dios, la Patria y ante los Santos Evangelios”, ante un Senado casi en su totalidad kirchnerista que la aplaudió de pie. Y se convirtió en Presidenta. Impuso así su estilo, ya que no lo hizo en la Casa Rosada, como era costumbre. Además, modificó algunos protocolos: los mandatarios extranjeros tradicionalmente, pasaban a estrechar la mano del nuevo presidente. Esta vez, la aguardaron en fila en el Salón Rosa del Senado y ella caminó para saludarlos. Entre ellos, Felipe, Príncipe de Asturias. Con los funcionarios extranjeros de menor jerarquía hizo lo mismo, pero en el Salón Azul.
A su lado, su madre, Ofelia Wilhelm –a quien el diputado Juan Carlos Dante Gullo le colocó una escarapela–, miraba emocionada, mientras jugueteaba con los papelitos en los que se leía “Fuerza Cristina”, como para aplacar los nervios. Y esa fuerza la demostró cuando Kirchner se dispuso a entregarle la banda y el bastón presidencial, pero Cristina lo retó: “¡Pero primero tenemos que firmar!”. El Presidente no encontraba lapicera para estampar su rúbrica y se disculpó... a su manera: “Nunca pude aprender el protocolo”. Así, generó risas e hizo recordar su propia ceremonia de asunción, cuando no sabía cómo tomar el bastón de mando. Luego llegó el turno de Julio Cobos, el vicepresidente. El ex gobernador mendocino también firmó el libro oficial, y Cristina lo abrazó y saludó con un beso, deseándole suerte.

PALABRA DE MUJER. Con la banda presidencial ya colocada, se abrazó a Kirchner, emocionada. Saludaron juntos, mientras ella le daba pequeñas y cariñosas palmaditas en la espalda a su marido. Y luego dio su primer discurso, ya oficialmente convertida en Presidenta. “Este es el honor más grande que puede tener un argentino o una argentina”, comenzó. Afirmó que “siempre va a faltar la victoria definitiva mientras haya un pobre en la patria” y les habló a los miembros de “todos los partidos políticos”, pese a que los diputados opositores en varios casos ni siquiera aplaudieron en el momento de la jura y ningún ex presidente estuvo presente en la ocasión.

Cristina habló durante 53 minutos. Entre otras cosas, abogó por la entrada de Venezuela al Mercosur. Chávez, rápido, le tocó el hombro a Lula Da Silva y le dijo: “¿Escuchaste, no?”. Hizo pasar de la sonrisa al estupor a Tabaré Vázquez al agradecerle la presencia y prometerle que no tendría de ella “un solo gesto que profundice las diferencias” entre los dos países para, luego aclararle que la situación del conflicto por las papeleras no le es “imputable” a la Argentina. Reiteró el reclamo de la soberanía argentina sobre Malvinas, homenajeó a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, habló de la importancia de la educación pública y concluyó reiterando su “inmenso y eterno compromiso” con la Patria. Antes de irse, le dio un beso afectuoso a su hija. Con ella y Kirchner trepó al Audi 6 blindado que donó hace dos años Volkswagen para llegar a la Casa Rosada, un trayecto que cubrió en 40 minutos.

EL LOOK. Para cada ocasión, Cristina eligió modelos de su diseñadora preferida, Susana Ortíz. La noche de la gala en la Cancillería lució un vestido de crêpe negro con encaje en los breteles y al final del ruedo; cintas de satén, corte Princesa con plaquette antigua, zapatos negros de raso de Claude Benard y un foulard de gasa violeta. Para el Congreso y la Casa Rosada, el lunes, eligió un vestido en color marfil al cuerpo, y arriba un tapado sin forrar de encaje rebrodee con mangas al codo y terminaciones en ondas. Como siempre, de su pelo –recogido el domingo, suelto como siempre el lunes– se encargó un peluquero de Sanders. Y en esta ocasión, además, contrató una maquilladora, que también le prestó el servicio a su hija el lunes por la mañana, tras desayunar en Olivos, adonde sólo accedieron los familiares directos, el Jefe de Gabinete Alberto Fernández y el Secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini.

QUEDAN LOS ARTISTAS. El lunes, los pasillos del Congreso no fueron sólo territorio de los legisladores. Por allí transitaron varias caras famosas, que no quisieron perderse la jura de la Presidenta: China Zorrilla, Soledad Silveyra, Ubaldo Fillol, Marcela Tigresa Acuña, Víctor Heredia, Lito Cruz, Pablo Echarri y Nancy Duplaá, entre muchos otros, se fueron ubicando en los palcos para presenciar la ceremonia. Luego se trasladaron a la Casa de Gobierno. Y la jornada terminó con una Plaza de Mayo colmada donde, tras la jura de ministros, se realizó la Fiesta de la Democracia, un recital en el cual participaron Patricia Sosa, Lerner, Mercedes Sosa, Kapanga, la Nueva Luna, Santaolalla y el Bahiano. La Presidenta, su marido y algunos funcionarios terminaron en el escenario cantando todos juntos Himno de mi Corazón.

SI, JURO. Tras llegar a la Casa Rosada y tomarse un breve descanso en el despacho, a las seis de la tarde en punto, Cristina comenzó a tomar juramento a sus ministros y secretarios de Estado. Fue su primer actividad como Presidenta. Uno tras otro pasaron Alberto Fernández –Jefe de Gabinete–, Florencio Randazzo –Interior–, Jorge Taiana –Relaciones Exteriores–, Nilda Garré –Defensa–, Martín Lousteau –Economía, a quien le deseó “mucha suerte”–, Julio De Vido –Planificación Federal–, Aníbal Fernández –Justicia y Seguridad–, Carlos Tomada –Trabajo–, Alicia Kirchner –Desarrollo Social, con quien se abrazaron entre lágrimas–, Graciela Ocaña –Salud, quien le dijo a GENTE que “falta asegurar la accesibilidad a la salud y a los hospitales”–, Juan Carlos Tedesco –Educación– y Lino Barañao –Ciencia y Tecnología–.

LOS QUE PRODUCEN. En el Salón Sur, donde tres plasmas transmitían la jura que sucedía a pocos metros, se ubicó un grupo de empresarios. Entre ellos estaban Santiago Soldati, Alfredo Coto y el ruralista Luciano Miguens. El primero le dijo a GENTE que “es interesante que otro presidente asuma, en este caso presidenta, y hayamos vuelto a la normalidad después de la crisis del 2001. Cristina ganó en su ley, mantuvo a buena parte de los ministros, y me parece bien. Si les fue bien, ¿por qué cambiar?”. El supermercadista, por su parte, señaló que “lo primero que me gustó fue la reunión de los presidentes aunando políticas. No son sólo palabras. En cuanto a la economía, viene un crecimiento. Nuestro sector, por ejemplo, está mejor que un tiempo atrás”.

–¿Las dificultades pueden venir por el lado de la inflación?
–Hay mayor demanda a nivel nacional e internacional, y eso genera expectativas. Pero, en ese terreno, asustarse puede provocar problemas.

–¿Están contentos los empresarios con la continuidad de Guillermo Moreno al frente de la Secretaría de Comercio Exterior?
–Mire, si no es un secretario, será otro... Siempre habrá un secretario de Comercio, nos guste o no.

BACKSTAGE FAMILIAR. Detrás del Salón Blanco, en el que algunos ministros sufrían la efusividad de amigos y parientes, el matrimonio Kirchner se refugió en el despacho. Primero llegó Cristina, y más tarde, demorado por los gobernadores que se habían deslizado en el área presidencial, Néstor. Allí, en el pasillo, estaban el radical K y santiagueño Ricardo Zamora, el sanjuanino José Luis Gioja, el chaqueño Jorge Capitanich, el santacruceño Daniel Peralta, el mendocino Celso Jaque y el cordobés Juan Schiaretti. A pocos pasos, en la antesala, donde estaban la madre de la Presidenta, Ofelia Wilhelm; su hermana, Giselle; Florencia y Máximo Kirchner y las primas de los chicos, también había llegado el sencillo catering: sandwiches de miga, bocaditos de kanikama, gaseosas y jugos. A medida que pasaron las horas, todos fueron dejando el lugar. Claro, menos Cristina, la Presidenta, que empezó a trabajar: por la noche recibió al primer ministro francés, Francois Fillon, y a la presidenta de Chile, Michelle Bachelet.

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A Cristina Fernández de Kirchner la espera un país con 45 mil millones de dólares de reservas, una balanza comercial con 8.330 millones de dólares a favor y un superávit de 2.167 millones de pesos. Pero también con un 23,4 por ciento de pobres, un 8,2 por ciento de indigentes y 554.908 analfabetos mayores de 15 años. Cifras, números y gente. Argentinos, detrás de los fuegos artificiales que iluminaron la Casa Rosada. La fiesta de la asunción ya terminó.

Así definió Cristina Fernández haber alcanzado la presidencia en el discurso en el Congreso de la Nación. Y se emocionó varias veces durante la tarde del lunes. Kirchner la contuvo en todo momento.

Así definió Cristina Fernández haber alcanzado la presidencia en el discurso en el Congreso de la Nación. Y se emocionó varias veces durante la tarde del lunes. Kirchner la contuvo en todo momento.

10 de diciembre de 2007: Los Kirchner en el despacho que ahora es de Cristina. Cambian los roles, pero el poder es el mismo.

10 de diciembre de 2007: Los Kirchner en el despacho que ahora es de Cristina. Cambian los roles, pero el poder es el mismo.

Cristina se emocionó al recibir el bastón de mando, realizado por Juan Carlos Pallarols, de manos de su marido. Volaron papelitos con la leyenda “<i>Fuerza Cristina</i>”, que cubrieron las bancas, ante la sorpresa de algunas delegaciones extranjeras. La Presidenta y Kirchner se miraron con complicidad, se abrazaron afectuosamente y se hablaron al oído. Ella bromeó al decir “<i>el Presidente que se va</i>” y preguntar “<i>se va, ¿no?</i>”.  A su lado estuvieron su madre, Ofelia, su hermana Giselle, y sus hijos, Máximo y Florencia.

Cristina se emocionó al recibir el bastón de mando, realizado por Juan Carlos Pallarols, de manos de su marido. Volaron papelitos con la leyenda “Fuerza Cristina”, que cubrieron las bancas, ante la sorpresa de algunas delegaciones extranjeras. La Presidenta y Kirchner se miraron con complicidad, se abrazaron afectuosamente y se hablaron al oído. Ella bromeó al decir “el Presidente que se va” y preguntar “se va, ¿no?”. A su lado estuvieron su madre, Ofelia, su hermana Giselle, y sus hijos, Máximo y Florencia.

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