Cosme mató a Lola de un disparo, y por fin Florencia (23) pudo sacar turno en la peluquería. “¿Seguro que no vuelvo a aparecer, ni muerta ni nada?”, se aseguró la hija de Araceli González después de grabar su última –y dilatada– escena de Herederos, la novela éxito de El Trece. Entonces hizo (y ni siquiera necesitó animarse) lo que tenía ganas desde hace mucho tiempo: se cortó el pelo a la altura de los hombros, lo aclaró y volvió a verse más grande, una vez más, en apariencia. “Cambié, porque si no, me aburro. Total, el pelo crece”, cuenta una inquieta Flor Torrente desde el estudio donde crea, dibuja y sueña, en plena vorágine prelanzamiento de la nueva línea de carteras que diseñó para Lázaro. Movediza, proactiva, segura (“esta foto no la quiero hacer”, dice si hace falta). Dispuesta y dulce, muy dulce (incluso para explicar que no quiere). Después de dos horas y media ininterrumpidas de dejarse captar por la cámara, la diseñadora de indumentaria, actriz y cantante (¿Lo último? Deslumbró en el Konex haciendo El espejo. ¿Lo próximo? Participará de un capítulo de Fundación Huésped sobre el sida), acomoda dos sillas y arranca la charla contando sólo lo que tiene ganas, porque según aclara “soy buena, pero no bol...”.
–¿Cuando eras chica, qué decías que querías ser de grande?
–Cantante. Papá decía que yo iba a dedicarme al canto.
–¿Y qué sos?
–Multifacética. Una Florencia que hace todo lo que le gusta. La vida dirá hacia dónde voy. Me dedico a la música, el arte y la actuación. Soy pro-hacer. Ese es mi lema. La única manera de saber qué es lo que querés es haciendo. Sólo puedo realizarlo cuando estoy involucrada. Si no me creo algo, o no me apasiona, no lo hago.
–¿Por eso te pusiste a diseñar carteras?
–Tal cual. Hace como un mes me hicieron la propuesta y me encantó. Me fascina reformar mi ropa, agregarle cosas y adornar espacios. Siempre me gustó dibujar ropa, zapatos, carteras... De hecho, tenía varios bocetos de carteras archivados en un cajón. Adoro plasmar con un lápiz y un papel lo que me gustaría, lo que quiero. Creo que uno atrae lo que realmente quiere. De hecho, muchas veces dibujé cosas que quería y al tiempo me di cuenta de que las tenía.
–¿Qué más tenés dibujado de todo lo que querés?
–Tengo dibujada mi propia casa (N de la R: Vive sola, pero en un departamento, en Palermo) El día que la tenga ya voy a tener definido qué quiero poner y dónde.
–¿Cómo es un día de tu vida?
–Me levanto temprano. Hay días en los que tengo clase de teatro, los viernes a la tarde canto y los miércoles me junto con un amigo a ensayar música. No paro un segundo. Es que necesito hacer cosas todo el tiempo.
–¿Me vas a decir que nunca te tirás a ver tele...?
–Odio la televisión. El único momento en que el mundo se para y prendo la tele es los miércoles y jueves, de diez a doce de la noche, para mirar The X Factor, el nuevo reality del implacable Simon Cowell, el de American Idol. Que nadie me llame, que nadie me hable. Y a veces, a la noche, me pongo algún capítulo de Modern Family, que me parece lo más divertido del planeta.
–¿Nada de aire...? ¿Cada tanto Bailando por un sueño...? –Nada. ¡No tengo idea! No sé quiénes participan, ni quién baila, ni de qué hablan.
–¿Leés?
–¡Mucho! Sobre todo biografías. Aunque ahora no tengo tiempo. A veces me doy cuenta que de repente tengo... ¡cinco libros empezados!, y ya no sé ni lo que estoy leyendo.
–¿Te parecés a tu mamá en lo hiperactiva?
–Sí, pero también a mi papá. Los dos son muy laburadores. Si un día no tengo demasiado para hacer, no me puedo despertar después de las once de la mañana, porque me deprimo. Siento que se me pasó el día, la vida, y eso me pone mal.
–¿Cuántas horas dormís?
–Trato de que en general sean al menos seis horas, porque ¡hay que dormir! Pero en general duermo menos. Nunca llego a las ocho. Me acuesto tarde, mínimo dos de la mañana, y no me gusta dormir. La vida se adormece...
–¿Te gusta salir a bailar?
–No. No me hallo en el boliche. Aunque a veces mis amigas me reclaman. Prefiero comer en casa o pasar un rato entre amigas.
–O con tu novio...
–Claro. Algo tranquilo.
–¿A qué se dedica?
–No tiene nada que ver con este palo. Por eso no hablo mucho de él. Nos conocemos desde hace años: íbamos juntos al colegio en Ramos Mejía. Entiende que soy conocida, pero no quiere saber nada con mostrarse (N. de la R.: Es un chico de su edad, que trabaja en el hotel alojamiento propiedad de su abuelo).
–¿Y qué piensa tu mamá de tu faceta de diseñadora?
–Está contenta. Todos en mi familia están contentos.
–¿Dirías que te conocés, que sabés lo que querés?
–A esta altura de mi vida, sí. Porque paso mucho tiempo sola, y eso me ayuda a crecer. Uno tiene que estar con uno mismo para saber qué clase de persona es. Es que me da placer estar sola, y eso no quiere decir que sea solitaria.
–¿Qué planes tenés para el año que viene?
–Mmmmm. Prefiero reservármelo. Soy cabulera. No quiero decir nada hasta no tener nada concreto. Porque hay mucha gente envidiosa. Como hay gente buena, hay gente mala. Cuando tenga algo cerrado se lo comunicaré al mundo. Creo que no hay que hablar al p..., ni antes de tiempo.
–¿Qué te pone de mal humor y qué te angustia?
–No soy malhumorada, pero si me enojo, agárrense. 
En su mundo. Desde su estudio, la cada vez más rubia Flor cuenta: “Muchas veces dibujé cosas que quería, y al tiempo me di cuenta de que las tenía”.
Chica pop. Flor diseñó para Lázaro una línea de tres modelos de carteras súper cancheras, que salen a la venta en diciembre.
Ecléctica Flor. Siempre actriz, participará de un capítulo del especial de Fundación Huésped sobre el sida, que se emitirá el 1º de diciembre.
