“Nunca vi a la Argentina más frívola que ahora” – GENTE Online
 

“Nunca vi a la Argentina más frívola que ahora”

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Pregunta el señor: ‘¿La nota incluye fotos?’”, avanza a medio tono Olga, que trabaja en el departamento del séptimo piso de Coronel Díaz esquina Santa Fe desde comienzos del nuevo milenio. “Sí, por favor”, recibe como respuesta en el living. Y restarán dos minutos para observar el rojo intenso del alfombrado, el zigzagueante y policromático camino de frases escritas sobre las paredes, la mesita ratona, el torso transparente de un maniquí y el piano de cola decorados por su dueño, un sillón y… vuelve Olga. “Ya está. El señor los espera”, indica el camino hacia la habitación en la que nos aguarda quien luce un conjunto blanco, anteojos pegados con cinta scotch, medias tres cuartos y cierta mueca de alegría.

¡Hooola, chicos!”, extiende la huesuda mano derecha desde su colchón de dos plazas, invadido por cables, un cenicero repleto y mezcladores de música e imágenes que llegan hasta un televisor semiabierto y milagrosamente activo. “Siéntense, por favor”, invita “el señor”, Carlos Alberto García Lange (55), alias Charly García (¿o es al revés?).

–Sorprende –hasta honra– descubrirlo en pleno proceso creativo. La duda es si le está dando la última costura a su disco Kill Gil o forma a los shows que presentará en La Trastienda Club…
–Dos en uno, dos por uno. El disco se terminará de grabar ahí, en Balcarce 460. Por fin. Van tres años de preparación. No sé si es el mejor, pero es uno de los mejores de mi carrera. Nunca retoqué tanto un disco. Borges comentaba que él reescribía a diario. Este lo pagué yo, es súper personal. Lo comparo con Clics Modernos. De la onda “algo tiene que pasar”. Porque, de verdad, algo tiene que pasar.

–¿Qué debería pasar y por qué?
–Hay un límite para todo. Iba a editar un disco normal, pero de repente me enteré de que, en mitad del proceso, a parte del que preparaba alguien lo extrajo de mi grabador y lo bajó al ciberespacio. Me ataqué. Fue como si a un pintor lo encararan: “¿Está terminado este cuadro?”. Lo sentí un aborto artístico. ¿Qué decidí, entonces? Contar en vivo la historia detrás del disco, saliéndome un poco del rock and roll y entrando en el área teatral.

–¿Perdón? ¿Charly alejándose del rock y acercándose al teatro?
–El rock que soñamos Spinetta, Javier Martínez y los demás ahora se transformó en rock latino. Y cambió la relación artista-público. Antes subía Tanguito, la gente lo escuchaba y punto. Ahora las canciones vienen con estribillo, como si el público las dictara. Creo que lo de Cromañón es icónico y nos muestra qué puede suceder cuando la gente tiene más power que el grupo. Tampoco considero al artista una especie de cura, pero si yo voy a ver a alguien es porque me interesa su propuesta, no para imponerle cosas. La globalización vuelve todo más impersonal. Si seguimos así, en un futuro no habrá artistas. Uno compondrá una cosita acá y, vía web, otro le pondrá una cosita allá, y listo. Yo no tengo Internet, ni quiero. Y pienso que la máquina no debería ganar. Aparte, a mí, desde el rock, ya no se me ocurre nada nuevo para decir. Ni siento que el público de rock espere algo nuevo que escuchar.

–Suena fuerte. Más aún si lo sostiene el ícono del rock nacional.
–¿Icono o único?

–¿Usted qué opina?
–Mirá. La música no es una competencia. Sé lo que hice, lo que hago y lo que voy a hacer. Pero dejáme mirar hacia adelante. Porque espero que lo que vengo gestando sirva para despertar a los chicos. Antes, en un momento había que protestar –Estados Unidos, por Vietnam, nosotros, por los militares–, y los rockeros salimos a protestar. Ahora el rock casi no tiene ideología. Para mí, puede ser mucho más rockero un tipo que escribe una novela o un matemático. Lo relaciono a cierto progresismo pensante. Por otro lado, hace rato que no sale algo refinado artísticamente. Debería surgir algo que te levante de tu cama y te haga ir al concierto. Como yo fui al de Pete Townshend, en Texas. La comparación con el fútbol no es tan loca. Cada vez hay más división, más violencia. Por ahí la gente necesita fanatizarse un poco. Sucede que hay que abrir el bocho, estudiar. No es cuestión de colgarse la guitarrita. Podés practicar música, pero si no tocás diez horas por día, no tocás como yo. Ahora hay pibes que en vez de alquilar una canchita de fútbol, alquilan un estudio y sacan un disco. Total, te afinan, ayudan al mediocre. Aparte, un músico que no pueda leer música es como un escritor que no sabe leer de corrido. Se cuelgan muchos de una rebeldía que perteneció a una generación anterior, y la usan de chapa. Para romper las reglas tenés que saberlas, no aparentar conocerlas.

–Acá y hoy, el que parece rompiendo las reglas es usted...
–Prefiero decir que me corro de un lugar supercomercializado para probar con otro medio. Bob Dylan sostenía que el futuro estaba en el pasado. La tecnología enfiló para un lado equivocado. La música cada día suena peor. Es como si la humanidad hubiera llegado a quinto año copiándose. Y mientras Bill Gates y sus pares juntan un montón de plata con nosotros, la gente se sobresatura de información. El celular ya es un arma para aislarse y para discriminar. Ah, hasta me ofrecieron componer música para ringtones.

–¿Y qué contestó?
–“¿Por qué no hacemos que cada persona sea una nota?”. Me bocharon la idea, lógico (risas). Pienso que así como hay una ecología para las bolsas de basura y los aerosoles, debería existir una para las orejas. La gente escucha cualquier cosa y eso te afecta tanto como el mensaje subliminal en una película. Mi oído tiene una cualidad, que reconoce la raíz de cualquier ruido o sonido. Si bien los ojos están sobrevalorados (Keith Richards afirma que “son las prostitutas del alma”), yo vengo a señalar que los oídos son las madamas de lo sobrenatural. La visión y el oído convergen en el cerebro. Ergo, a partir de la propuesta que mostraré el 28, 29 y 30 de agosto y el 2, 4 y 5 de septiembre, trataré de estar a la altura de lo visual y tiraré un montón de información desde la parte sonora, para ver si queda alguna. Antes la fashion seguía al rock. Ahora el rock sigue a la fashion. Y yo veo a los pibes, que en vez de exaltar el individualismo, exaltan la masividad. Eso contradice el espíritu del rock. El rock ya es sólo un negocio. De ahí que mi propuesta actual busca otro costado. En mis recitales ya tuve bengalas, ciudades destrozadas, ovaciones gigantescas. Bueno, ahora quiero hacer pensar. Yo les tiro data. Y espero que se sumen unos cuantos. Parezco líder de un partido político.

–Político y políticos. A propósito, yendo del living a su cama leímos una frase escrita sobre el empapelado. “Acá faltan putas y sobran villas”. ¿Anda preparando un ensayo respecto a nuestra realidad contemporánea?
–Ja ja. Yo de política prefiero no opinar. Se hablaba y habla lo peor de Méndez (Menem). Una costumbre local es que siempre se le echa la culpa al gobierno anterior. Lo votaron dos veces, yo ninguna. Me hice amigo luego. Y se le criticaba su frivolidad, su glamour y todo eso y, te aseguro, yo nunca vi más frívola a la Argentina que ahora. Con Palermo Hollywood, Palermo Soho. Hay que predicar con el ejemplo. ¿A quién le va a echar la culpa esta chica Cristina que se viene? ¿Al gobierno anterior, ¡al marido!?

Es muy fácil meterse en un cuarto oscuro, votar a Hitler, salir y pregonar: “Soy socialista”. La realidad indica que se vota a los que ganan, a los Macri y Cía., que nuestro país está sobrecargado de política y que los funcionarios jamás piensan en el pueblo profesionalmente. O sea que, si hay un cambio, va a venir por otro lado, como en los sesenta llegó a través de la música. Igual, si cada uno nos pusiéramos las pilas, sería más fácil. No creo que Chabán tenga la culpa de lo de Cromañón, para el caso, pero tampoco creo que sea inocente. Lo que pasa es que acá siempre revisamos los matafuegos después del incendio. “La política es demasiado importante como para dejársela a los políticos”, me definió Yoko Ono en alguna oportunidad. Si los diarios publican en tapa todos los días a la mina que baila en el caño, al que quedó expulsado de Gran Hermano, y la batalla por el rating, cosas que carecen de valor artístico alguno, quizá la gente quiera eso. No sé, pienso que hay un par de materias que debemos.

–¿Materia gris?
–Lindo para un tema. Copiamos el Primer Mundo, pero no lo somos. Es mejor ser cabeza de ratón que cola de león.

–¿Sabría a quién votar si las elecciones del 27 de octubre se anticiparan para mañana?
–No, o sí: a nadie. Porque… ¿Mujer?... El fantasma de Evita es muy tentador, pero Evita es una linda ópera rock. Un chico de 18 años no sabe quién fue Perón. Si murió el comunismo, ¿qué es el radicalismo, qué lo sustenta? Es como un compact disc: nadie sabe cómo funciona. Y con las alianzas… Yo confío más en las personas. Y a la fecha, con que la próxima persona que nos gobierne sea decente, me alcanza. Creo que la revolución ahora podría venir por ahí.

Así se llamarán los shows que ofrecerá el 28, 29 y 30 de agosto, y 2, 4 y 5 de septiembre. “<i>Habrá una puesta teatral y clima de estudio de grabación</i>”, adelanta el gran García.

Así se llamarán los shows que ofrecerá el 28, 29 y 30 de agosto, y 2, 4 y 5 de septiembre. “Habrá una puesta teatral y clima de estudio de grabación”, adelanta el gran García.

Si los diarios publican en tapa todos los días a la mina que baila en el caño, al expulsado de Gran Hermano, cosas que carecen de valor artístico alguno, quizá la gente quiera eso. Pienso que hay un par de materias que debemos”.">

"Si los diarios publican en tapa todos los días a la mina que baila en el caño, al expulsado de Gran Hermano, cosas que carecen de valor artístico alguno, quizá la gente quiera eso. Pienso que hay un par de materias que debemos”.

“<i>Mitad de mi cerebro es Lennon, que era pesimista, y mitad McCartney, que es optimista. ¿Viste que la menopausia pone sensibles a las mujeres? Okay, yo nací con menopausia</i>”.

Mitad de mi cerebro es Lennon, que era pesimista, y mitad McCartney, que es optimista. ¿Viste que la menopausia pone sensibles a las mujeres? Okay, yo nací con menopausia”.

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