“Nunca planifico: vivo el hoy” – GENTE Online
 

“Nunca planifico: vivo el hoy”

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Estoy empezando de nuevo. Me siento en mis segundos 20 años”. “No hago nada por obligación: no tengo compromisos con nadie”. “Me encantan las sorpresas. Si no, no me pasarían cosas tan copadas”. “No tengo una ambición desmedida ni incalculable”. Así se define la actriz, cantante y conductora, que adelanta detalles de su nueva apuesta profesional: producir artísticamente el regreso de La ola verde. Con nuevo novio, Hernán Nisenbaum (41 años –como ella–, soltero, empresario de Relaciones Públicas), dice sentirse más libre que nunca.

–Una tiene que enfrentar pruebas y errores, aunque llore o patalee. Hay que apostar, arriesgar, jugarse. A veces no hay que pensar tanto, hay que vivir.

–¿Es la visión de una mujer que superó la crisis de los 40?
–Sí, porque aunque estuviera en buenas condiciones, la procesión va por dentro. Sentía un gran vacío. Me faltaban muchas cosas, entre ellas un amor de verdad. Me venía equivocando mucho, y eso me frustró. Pero el día que cumplí 40 me relajé. Hoy tengo una seguridad distinta y me volví más humana. También me dije: “Ahora vienen los últimos mejores años de tu vida y hay que valorarlos y disfrutarlos”.

–¿Lo pensás desde lo estético?
–No sé. En ese sentido creo que los mejores años fueron los 30; ahora cuesta más mantenerse. Sobre todo yo, que no me cuido con las comidas y me gusta disfrutar de una copa de vino.

–¿Y qué cambió?
–Tomé conciencia de que si yo me caigo arrastro a todos a mi alrededor. Ahora, como en los 20, tengo todo muy claro. A los 20 me casé, tuve a mis hijos (Giuliana, de 18 años, y Gianmarco, de 13), hice un éxito en televisión… Fue todo muy concreto. Y a los 30 estaba muy dispersa, desorganizada, sentía que ya había hecho todo... Me encontraba equivocada.

Y Flavia ahora va por un nuevo acierto: producir desde lo artístico La ola verde. Por eso dedica horas a rever su archivo y confiesa que muchas veces no puede evitar las lágrimas cuando recuerda aquel 10 de junio de 1986, su primer día como conductora del programa infantil que luego fue rebautizado como La ola está de fiesta y Flavia está de fiesta, que duró hasta 1992. “Sigue intacto en mi recuerdo, es mi debilidad. Yo no tuve una infancia feliz, pero pude transformarme regalando alegría a los chicos. A ellos les debo la felicidad de mi vida”.

–¿Cuándo vuelve La ola...?
–Espero que el año próximo. Estoy reuniéndome con productores comerciales independientes para definir el negocio. Yo sólo quiero dedicarme a la producción artística.

–¿Por qué en el 2008?
–Cuando me retiré pasé mucha tristeza y tuve que atravesar el duelo. Hoy siento que llega en el momento justo de mi energía y mi necesidad. Además, me estimula que, si bien mi público creció, se acuerda de todo. Durante seis años el programa los crió. Hace mucho que no me pasaba tener un proyecto que reciba tanto afecto, incluso por parte de los medios, que a veces son esquivos o críticos conmigo. Y creo que ninguna de las conductoras que me sucedieron en programas infantiles pudo lograr lo de La ola verde.

–¿Los chicos hoy son otros?
–Tienen otro tipo de información, pero no cambiaron tanto. Las nenas siguen soñando con la Cenicienta. La esencia de La ola ... era fuerte: alegría, entretenimiento y mucha participación. Se puede recuperar, con un despliegue distinto.

–Esos niños que cantaban tus canciones hoy son los que se ratonean con vos.
–(Risas) Tienen 30, claro. Tuve algunos planteos especiales, muy graciosos. “¡Uau! Me crió y ahora puedo salir con ella”, pensaba más de uno.

–¿Por qué no conducir vos?
–Creo que hay que tener una edad cronológica para componer el programa de la manera en que se hizo en los 80’. Todo el mundo me dice que estoy bien, pero yo no tengo las ganas de mis 20 años como para estar frente a las cámaras en este proyecto.

–¿Y por qué Rocío Guirao Díaz como conductora?
–Un día me saludó en el camarín y me dijo que yo era su ídolo de la infancia. Y no me preguntes cómo, pero la vi en ese lugar.

–¿Te preocupa su nivel de exposición?
–Bueno, es verdad, existe… Pero no busco que sea igual a la que fui yo. Lo más importante es que ella muere por hacerlo, lo mismo que me pasaba a mí en su momento. Hay que ganarse a los chicos, no comprarlos. Y confío en ella.

–¿No vas a querer asomarte cuando se enciendan las cámaras?
–No sé qué me va a pasar psicológicamente, pero no voy a competir con Rocío. No quiero rivalidad de egos. Como artista busco otro destino. Estoy muy agradecida por todo lo que me pasó a nivel profesional. Fue mucho más y mejor de lo que imaginaba. Cuando uno logró lo máximo, va por otra cosa.

–¿Qué, por ejemplo?
–Me encantaría conducir, pero ahora para la familia. También me gustaría recuperar la actriz que postergué por los chicos. Me muero por trabajar en cine. (En 1984 interpretó a Eva Perón en la película Evita, quien quiera oír que oiga, de Eduardo Mignogna).

–Y como mujer, ¿hacia dónde apuesta?
–Me siento más liberada, menos prejuiciosa conmigo y con la persona que tengo al lado. No planifico: vivo el hoy. Estoy muy bien sola. Entonces, si decido entablar un vínculo con alguien, es para sumar.

–¿Funciona?
–¡Muy bien!

–¿Hablamos de un amor verdadero?
–Los vínculos frívolos no me interesan. Soy una mujer que necesita que la respeten, que la quieran. Antes le tenía fobia al compromiso afectivo; ya no. Nadie mira para otro lado cuando tiene la posibilidad de estar con alguien que lo hace sentir querido.

–¿Qué dicen tus hijos?
–Mis chicos son geniales, brillantes, muy cómplices. ¡Me tienen en un puño! Van directo a los papeles. Confían mucho en mí. Las veces que me equivoqué me lo han dicho. Crecimos juntos: éramos tres niños y ahora somos tres adolescentes. Ellos me entregan. ¡Son de lo peor! (risas).

–¿Casamiento?
–Sí, me volvería a casar y me encantaría agrandar la familia, sobre todo si estoy enamorada de un hombre que no ha sido padre y quiere serlo. No le diría egoístamente que no a mi hombre porque yo ya tenga dos hijos.

–¿Y en el amor qué aprendiste?
–Que el afecto y el sexo están buenísimos, pero lo más importante es ser amiga del hombre que tengo al lado. Nada de histeria: honestidad y transparencia.

–¿Fidelidad?
–La gente está muy equivocada con el amor, cree que la persona que tiene al lado es de su propiedad. Alguna vez me funcionó mal eso. Por otro lado, a esta altura no estoy para serle infiel a nadie: elegí otro camino. Si estoy con alguien es porque realmente tengo muchas ganas y me gusta que al que esté conmigo le pase lo mismo.

–¿Qué cambió con Hernán con respecto a tus ex? (Marco Batellini, padre de sus dos hijos; Franco Macri y Joe Fernández).
–He tenido relaciones muy dispares. Hace rato que buscaba un alma gemela. A mí me pasaron muchas cosas, por eso está bueno compartir la vida con alguien que esté en la misma frecuencia. Con Hernán tenemos buena química, pero estamos conociéndonos, viendo qué nos pasa.

–¿Qué elegiste conservar para tus nuevos 20?
–Mi inocencia, porque si la perdés, es muy difícil de recuperar. A veces la vida se pone muy seria, y en los momentos que necesito salvarme, recurro a los chicos. Ellos no tienen prejuicios, hipocresía ni condicionamientos de grandes. Sé que llegó el momento de reencontrarnos. Mujer de curvas perfectas a los 41 años, dice que nunca se sintió tan segura como ahora. “<i>Antes le tenía fobia al compromiso afectivo. Ya no</i>”, confirma.

Mujer de curvas perfectas a los 41 años, dice que nunca se sintió tan segura como ahora. “Antes le tenía fobia al compromiso afectivo. Ya no”, confirma.

“<i>Sentía un gran vacío:me di cuenta de que me faltaban muchas cosas, entre ellas un amor de verdad. Me venía equivocando mucho, y eso me frustró. Pero el día que cumplí 40 me relajé</i>”.

Sentía un gran vacío:me di cuenta de que me faltaban muchas cosas, entre ellas un amor de verdad. Me venía equivocando mucho, y eso me frustró. Pero el día que cumplí 40 me relajé”.

“<i>En los momentos que necesito salvarme, recurro a los chicos. Ellos no tienen prejuicios, hipocresía ni condicionamientos de grandes</i>”.

En los momentos que necesito salvarme, recurro a los chicos. Ellos no tienen prejuicios, hipocresía ni condicionamientos de grandes”.

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