«Nunca fui una chica muy inocente» – GENTE Online
 

"Nunca fui una chica muy inocente"

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Los límites, casi un juego. La provocación, su arma para seducir. El éxito, la gran excusa para mostrarse tal cual es o -mejor dicho- como más le gusta ser: una chica sexy que se atreve a todo, una suerte de Madonna argentina.

-Leticia Brédice: para muchos, casi un sinónimo de chica zafada. ¿Mito o verdad?
-Nunca fui muy inocente. Pero más que zafada, yo me siento una chica jugada: me juego por mis ideales, por la felicidad, por el amor…

A sus amores, precisamente, les dedicó el Martín Fierro que ganó este año por su rol en 22, el Loco antes de volar a Madrid. Pero de eso, del amor y los premios, hablará después.

PRESENTE MEDIATO. Ahora, a doce horas de vuelo de Buenos Aires, la actriz vive la más alocada de sus aventuras: la de disfrutar el hoy tal cual se lo presente el día. Sin agenda que la obligue a respetar horarios ni proyectos a largo plazo, anda y desanda por las autopistas europeas en busca de…

-¿Se puede saber qué estás buscando?
-En lo personal, felicidad y paz. En lo laboral, tengo ganas de hacer televisión, cine o teatro. Nueve reinas acá es un éxito y me ofrecieron hacer una adaptación de Días felices, de Samuel Becket, que es genial. Pero lo estoy viendo…

-Mientras tanto, ¿qué?
-Paseo. Leo. En este momento estoy con un libro de Anaïs Nin, quisiera adaptar alguno de sus cuentos. También pinto y hago amigos nuevos. Conocí muchos argentinos que extrañan nuestra tierra pero que, al igual que yo, tienen miedo de quedarse allá peleando esa batalla violenta y sin causa.

-Se sabe que te robaron como cinco veces en el último año y también que no querés hablar de eso. Pero cuando decís "quedarse allá peleando esa batalla violenta y sin causa", ¿te referís a la inseguridad?

-Sí, totalmente. En un país donde matan a un chico de 18 años con sueños, ilusiones, familia, novia, amigos… ¿Cómo te podés sentir? Hoy no podés mandar a tus hijos al colegio ni dejarlos andar en bicicleta en paz, porque salir de tu casa implica un gran riesgo: no sabés si volvés. Eso es grave, muy grave… Yo siento que no hay lugar para el arte. Porque cuando vivís en un país que ha perdido el respeto hacia el ser humano, no te es posible crear. Hoy los únicos que se salvan son los que están cercanos al amor: esos que tienen hijos, maridos o alguna otra forma de cariño. Porque el amor tiene un efecto benéfico que ayuda a soportar absolutamente todo, hasta la peor de las crisis.

-Sin embargo, amores no te deben faltar... y en lo profesional estás en un buen momento: acabás de ganar el Martín Fierro a la mejor actriz de novela. ¿Se puede saber por qué agarraste la estatuilla y volaste tan pronto a España?

-En realidad, viajé a Buenos Aires para estar la noche del Martín Fierro. Pero ya tenía planeado irme otra vez. Me fui para acompañar a mi amor.

SUS AMORES. Ahora sí, hablará de ellos. En el útlimo verano, su romance con Alan Faena ocupó las páginas de las revistas. En Punta del Este se los pudo ver paseando por la playa o cenando a la luz de las velas. Pero el bajo perfil de los dos hizo que no se volviera a hablar de ellos. Tiempo antes, otra clase de runrún había circulado con insistencia por Buenos Aires: un supuesto romance con Adrián Suar, dueño de Pol-ka y su última pareja de ficción en 22, el Loco. ¿Cuánto hubo de fantasía? ¿Cuánto de realidad? Hasta hoy, ninguno de los dos había tocado el tema.

-Hablando de amor… Les dedicaste el galardón a tus amores. Todos nos quedamos con la duda. ¿Quiénes son los amores de Leticia?
-Mis amores… (risas). Yo nací provocadora, soy una provocadora nata. Mis amores lo saben y lo entienden (risas otra vez). Pero la verdad es que se lo dediqué a todos los hombres que me acompañaron en mi camino de actriz, que es lo más importante para mí, que no tengo hijos.

-¿Entre ellos, Suar?
-Por supuesto, a él como a tantos otros.

-¿Sabías que escapaste en el momento justo, no? A la semana de la entrega de premios, Adrián y Araceli se separaron y todas las miradas apuntaron a vos como la tercera en discordia.
-No quiero opinar sobre la amorosidad de las parejas, porque cuando se meten en la mía no saben nada. Entonces, seguro que a mí me pasaría lo mismo. Además, tengo un extremo respeto por la vida privada de la gente.

-La pregunta del millón, directa y cruda: ¿saliste o no con Adrián Suar?
-No. Y esa pregunta me parece una falta de respeto, porque estás hablando de un matrimonio y yo jamás me fijaría en un hombre casado. Además, de Adrián no quisiera hablar porque no lo veo desde hace siete meses. Le deseo lo mejor, lo adoro. El nuestro fue un encuentro bellísimo, increíble, que no olvidaré nunca. Como tampoco puedo olvidar a otros grandes como Sbaraglia, Palacios, Darín y Pauls. Siempre con un artista hay humor, hay felicidad, hay amor…

-Otra vez esa palabra. Brédice, ¿estás enamorada?
-Sí. Estoy viviendo el romance más hermoso de mi vida.

-¿Con…?
-Con el caballero más disciplinado, educado y elegante: Alan Faena. Desde hace unos meses que lo sigo en sus viajes. Este último fin de semana fue soñado: lo pasamos en París (donde Alan se reunió con el empresario Philippe Starck, con quien está abriendo un hotel en Europa, un proyecto similar a El Porteño, un sofisticado condominio en Puerto Madero). Y ahora regresamos juntos a Madrid.

ENAMORADA, ENLOQUECIDA. Así desea vivir, según confiesa. Pasión, otra de las palabras que mejor la definen. "Sí, soy muy apasionada. En todo. Yo le pongo pasión a todo: a mi trabajo, a mis relaciones, a la vida. Y creo que se nota", confiesa ella.

-¿Entonces el romance con Faena sigue?
-Nunca terminamos.

-¿Están en plan "luna de miel"?
-Siempre vivimos de luna de miel. La nuestra es una luna de miel eterna, no queremos dejar de estar un segundo el uno sin el otro. Y lo voy a seguir adonde quiera, porque nunca tuve un compañero como él. La relación con Alan me hace mucho bien. En todo.

-¿Qué esperás del otro cuando empezás una relación?
-Nunca espero. El amor aparece. Te atraviesa el espíritu y te lleva en el viaje…

-¿Qué tiene que tener ese hombre?
-Felicidad, tranquilidad, jamás debe mirar de costado. Me tiene que hacer sentir que todos mis sueños se pueden realizar: desde los más simples hasta las fantasías más descabelladas, como la de casarme descalza.

-¿Creés en el amor para toda la vida?
-No, eso de para toda la vida me parece un invento para no sufrir el miedo a vivir, a gozar en libertad, sin que sea por contrato. Además, ¿cuánto es toda la vida? La vida es hoy. Después, qué importa después. Me gusta vivir enamorada, enloquecida.

-¿Y cómo es tu locura?
-Sana. Quiero vivir con un amor que no me reproche nada. No soportaría tener al lado un necio que me diga todo el tiempo: "¿Ves que estás loca?". Me entristecen los hombre obvios, sin capacidad de vuelo.

-¿Los padeciste?
-No, nunca. Pero muchos hombres logran quitarnos la seguridad, la fantasía, la alegría. La mayoría son negativos, celosos, mediocres. Creen que hacer feliz a una mujer es comprarle un vestido en Valentino, una cartera de Fendi y sacarla a comer afuera de vez en cuando. Y se quedan tranquilos, pensando que hicieron lo mejor por ellas. (Brédice ríe a carcajadas). ¡Esa mujer corre a buscarse un amante!

-Y vos, ¿necesitás amantes?
-No, porque estoy con un ser único. Yo le rezo a San Antonio para que me cuide este novio.

por Mariana Montini
fotos: Manuel López Figueroa (en España) y Archivo Atlántida

Por primera vez, Leticia habla de sus verdaderos amores y aclara qué lugar ocupa cada uno de ellos. En Madrid, la actriz más sexy y provocadora de la Argentina disfruta a full de su último romance.

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No creo en el amor para toda la vida. El presente es lo que cuenta. A mi me gusta vivir enamorada, enloquecida"">

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