«Nos estamos conociendo» – GENTE Online
 

"Nos estamos conociendo"

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"Qué piba divina! ¡Está espectacular!", se mordió el labio inferior Mariano al
descubrirla fotografiada en una nota. Corría aquel sábado 20 de diciembre de
2003 y el galán nacional del momento, que había viajado hacia Punta del Este con
el objetivo de hacer una nota para GENTE, intentaba acomodarse su cabello
castaño para una próxima toma, pero sin dejar de mirar a Solari en unas fotos
que publicó la revista.

"¡Qué bombonazo! ¡Está fachero, eh!", se quedó boquiabierta Liz al descubrirlo
en la mencionada producción. Corría el sábado 10 de enero y la diosa nacional
del momento, que había viajado hacia Punta del Este con el objetivo de modelar
en el desfile de Roberto Giordano, aguardaba que una coiffeur la peinara para el
atardecer, pero sin dejar de mirarlo a Martínez en la tapa de GENTE.

-Disculpá -le advirtió Diego, un involuntario testigo de ambas frases-. Por si
te interesa, te adelanto que él comentó de vos algo parecido a lo que vos acabás
de comentar respecto de él.
-Mentira -se sonrojó la Indiecita.
-¿Mentira? ¿Querés que lo llame y te lo pase? -la desafió Diego-. Esperá y
comprobalo… -no aguardó respuesta, consciente de que el actor venía procurando,
sin éxito, conseguir el celular de la modelo.
-¡Hola! -saludó expectante Mariano desde la Argentina.
-¡Hola! -respondió asombrada Liz desde el Uruguay.

Palabras privadas más, palabras privadas menos, Martínez le pidió oficialmente
el número de teléfono y quedó en llamarla apenas Solari regresara a Buenos
Aires. Situación que sucedió. Situación que significó una íntima comida en
cierto famoso restaurante de Palermo Hollywood. Situación que generó una nueva
coincidencia: Mariano visitaría a su familia en Pinamar y Liz visitaría a su
familia en Rosario. Y situación que, tras los postres y la cuenta, determinó ¿la
coincidencia de las coincidencias…?

-Increíble. ¿Así que el 18 vos te vas con una amiga a Florianópolis y el 18 yo
me voy con un amigo a Florianópolis? -le preguntó Martínez anonadado.
-Tal cual. Qué gran casualidad -compartió Solari entre carcajadas-. ¿Entonces?
-Entonces no nos queda otra que vernos allá.

SOBRE EL, SIN ELLA. Llegó en avión al Aeropuerto Internacional Hercílio Luz, en
la isla de Santa Catarina, a 1.800 kilómetros de Buenos Aires. Acompañado de su
mejor amigo, Rito, alquilaron un Volkswagen negro y se alojaron al noroeste, en
la zona de Ingleses, en un exclusivo y lujoso hotel cuya noche en una habitación
doble frente al mar vale 1.004 reales (340,3 dólares), cuyo desembolso permite
acceder a las arenas privadas, al desayuno y una comida frondosos, a las dos
canchas de paddle, nueve de tenis y una de fútbol para 22 jugadores, al Museo
arqueológico y ecológico con pinturas rupestres y fauna protegidas, a bares y
piscinas varias, y al helipuerto; y cuya vista panorámica se vuelca al Océano
Atlántico. Aquí Mariano descansó, visitó el gimnasio, nadó y leyó. Al menos
durante los primeros días de tranquilidad que se impuso antes de llamar a Liz.

SOBRE ELLA, SIN EL.
Llegó en avión al Aeropuerto Internacional Hercílio Luz,
construido en la isla de 172 kilómetros de costa, y 279.000 pobladores que
suelen triplicarse cada verano con el turismo argentino. Acompañada de su mejor
amiga, Cinthia, alquilaron un Fiat gris y se alojaron al norte, en un decoroso
apart-hotel de Canasvieiras, cuya noche, en una habitación doble a varias
cuadras del mar, vale 90 reales (30,5 dólares), cuyo desembolso permite acceder
al servicio de mucama, al desayuno, a una cocina microondas, al televisor color,
a una pequeña piscina, al estacionamiento (ocasionalmente no hay espacio y el
vehículo debe dormir afuera) y a la parrilla; y cuya atención merece destacarse.
Aquí Liz descansó bastante, amparada en la notable cantidad de días nublados y
lluviosos de 27 grados promedio, preparó jugos de fruta, almorzó en un
restaurante del centro y compró bijou callejera. Al menos durante los primeros
días de tranquilidad antes de que la llamara Mariano.

CONTACTO EN FLORIPA. Para ser sinceros, objetivos y respetuosos, debemos aceptar
que no sabemos si se cruzaron en suelo brasileño
previamente al último viernes.
Lo que sí sabemos es que lo hicieron el propio 23 a las seis y veinte de la
tarde. Vestida por una minifalda de jean y una musculosa turquesa que le cubría
el bikini amarillo, la jornada de la Indiecita arrancó entrada la mañana,
poniendo proa rumbo a la Praia Mole, debilidad de surfistas. Allí pagó una
botella de agua mineral y unos colgantes, tomó sol y evitó el típico chapuzón
refrescante. Ante la amenaza de nubes negras, partió al volante, desandando la
Ruta 406. Sin embargo, de retorno, se detuvo, sacó un papel de su cartera, tomó
la tarjeta local de Telecom y discó siete números desde una cabina. Pasado el
cuarto de hora, ansiosos, Solari y Martínez se encontraban, se abrazaban, se
clavaban sus miradas, y se besaban en la puerta del complejo donde se aloja el
ex Martín Marquesi. Acto seguido, charlaron, y junto con sus amigos, entraron a
tierra inexpugnable para el resto del mundo. Claro que para ser sinceros,
objetivos y respetuosos, debemos aceptar que a las diez de la noche, la
Indiecita dejó el lugar.

DICE EL DE ELLA. O lo dijo, ya que jamás contestó los ilimitados mensajes que el
redactor grabara en su contestador. No obstante, a instantes de viajar, Mariano
Gastón Martínez (25, argentino y porteño, 1,79, 71 kilos, hincha de Boca, hijo
de Patricia y Ricardo, cinco hermanos) le señaló a alguien de confianza:
"Salimos nomás, che. Es divina, re de barrio, tiene cero historia. Me encantó.
Me impactó. Todavía no pasó nada. ¡Ni un pico le di! Eso habla bárbaro, bien de Liz... Decidimos ir de manera lenta. Nos estamos conociendo. Los dos venimos de
cerrar vínculos serios
-yo con Marcela (Kloosterboer)- y preferimos tomar la
situación calmados, para no equivocarnos. Igual, pronto nos cruzaremos. ¿Adiviná?
También planea vacaciones en Floripa"
. El mismo caballero de confianza (y no nos
referimos a Rito) es el que pide: "Dejemos correr las aguas. Cuando a Mariano le
importa una persona, la cuida, le sugiere pensarlo, la protege. Si la relación
funciona, ya vas a enterarte"
.

DICE ELLA DE EL
. Lo dijo el domingo, atendiendo al redactor tras acusar un sólo
mensaje en la recepción. "¡¿Cómo?! ¿Mariano Martínez y yo? ¿Quién lanzó
semejante cosa?",
Liz María Solari (20, colombiana nacida en Barranquilla, pero
rosarina de alma, 1,76, 54 kilos, 90-60-90, hija de Alicia y Eduardo -renombrado
DT de fútbol-, cuatro hermanos -uno de ellos, Santiago, estrella del Real
Madrid) pretende mostrarse sorprendida, y no lo consigue. Sin embargo, continúa:
"Hace poco corté un noviazgo de tres años y medio con Santiago (a secas, pide)
y
todavía ando un tanto mareada. Perdoname. Prefiero no tocar el asunto".

-Perdonada, Liz. Toquemos mejor el tema "señores". ¿Qué clase le sacude el
corazón?
-(Risas). Mientras exista química, puede ser morocho, rubio, alto, bajo, gordo,
flaco, de ojos celestes, de ojos negros, etcétera.

-¿Veía Son amores? Porque ahí aparecía un morocho, alto, flaco y de ojos
celestes.
-(Repetidas risas). Y, sí, a veces lo veía.

-¿Y qué le inspira Mariano Martínez, el señor morocho, alto, flaco y de ojos
celestes de Son amores?
-(Risas finales). ¿Inspirarme? Mariano es un muy lindo chico…

por Leonardo Ibáñez
fotos: Alejandro Carra (enviados especiales a Florianópolis)
Fotos en Punta del Este: Santiago Turienzo

Corrían las seis y veinte del sábado cuando el actor y la chica Dotto corrieron a saludarse en Florianópolis. La imagen no deja dudas de lo que ha nacido entre ellos. Aquella salida a cenar en Buenos Aires no había sido casualidad. El 28, de regreso a la Capital Federal, el futuro en pareja quedará develado.

Corrían las seis y veinte del sábado cuando el actor y la chica Dotto corrieron a saludarse en Florianópolis. La imagen no deja dudas de lo que ha nacido entre ellos. Aquella salida a cenar en Buenos Aires no había sido casualidad. El 28, de regreso a la Capital Federal, el futuro en pareja quedará develado.

Ansiosos, Liz y Mariano se encontraron en la puerta del complejo donde se aloja el ex Martín Marquesi. Acordaron que, terminadas sus vacaciones, volverán a verse en Buenos Aires.

Ansiosos, Liz y Mariano se encontraron en la puerta del complejo donde se aloja el ex Martín Marquesi. Acordaron que, terminadas sus vacaciones, volverán a verse en Buenos Aires.

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