- Levantaron cabeza.
- Mejoramos lo que habíamos hecho contra
Australia, es lo más importante, por eso estamos muy contentos.
-
¿Pudieron cumplir con lo planeado en el vestuario?
- Esta vez lo
logramos. Jugamos cerrados y sabiendo que debíamos resistir el desgaste
que nos significaría la gran oposición de los italianos.
-
¿Dónde estuvo la clave?
- En la batalla de los fowards, una
vez que pudimos superarlos ahí, todo se dio mucho más fácil.
Como suele suceder.
- ¿El viento no los molestó?
-
En el primer tiempo lo sentimos porque soplaba mucho y en contra, es cierto. Por
eso cambiamos un poco a la hora de ir a jugar hacia terreno italiano.
-
El triunfo llega en el momento justo.
- Más que el triunfo, el haber
jugado con la actitud que nos caracteriza. Nos debíamos un partido así.
-
Entonces puede decirse que ya dejaron atrás la derrota ante Australia.
-
Sí, porque dejamos todo en la cancha, y esa es la mayor satisfacción
para un integrante del seleccionado nacional.
- Ahora los espera Irlanda,
y parece que con el cuchillo entre los dientes.
- Es lógico... Pero
nosotros apuntamos a mejorar todo el tiempo, y por supuesto, si también
se da, plasmándolo en los resultados. Aunque el objetivo es siempre el
mismo: tratar de ir evolucionando, de no dar nunca un paso hacia atrás.
-
¿En la semana estuviste preocupado por una lesión muscular?
-
Ahora estoy bien. No pude entrenar un par de días por una contractura en
los gemelos, pero por suerte evolucionó bien y pude jugar, aunque al final
lo sentí y por eso me sacaron.
- La contractura no te impidió
poner orden en la cancha... En más de una oportunidad se te vio tratando
con violencia a los rivales ¿Jugar en Francia te cambio en ese sentido?
-
No, para nada... Son cosas del juego... ¡No me hagan fama de violento porque
todos me van a salir a matar! 
Una imagen como cualquier otra: el partido terminó y, tras haber dejado todo en la cancha, Longo se dirige a los vestuarios.
Junto a su mujer María, en el aeropuerto, partiendo hacia la última gira del año.
