“Nos casamos para celebrar nuestros seis años de amor” – GENTE Online
 

“Nos casamos para celebrar nuestros seis años de amor”

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Esta historia de amor nació casi sin querer. “Nos conocimos en 2001. Pato estaba por dejar de bailar pero se presentó a una audición para mi compañía, el Ballet del Mercosur, y sí, algo de ella me llamó la atención. Todo comenzó con mucho respeto y fue tornándose una pasión. Y recién cuando quedó embarazada de Azul nos fuimos a vivir juntos”, contó Maximiliano Guerra (40) al salir del Registro Civil de la calle Uruguay, libreta roja en mano, el viernes 14.

Era la última audición que yo iba a realizar. Fui porque quería conocer a Maxi de cerca y, casi sin darme cuenta, entré a la compañía. Al principio teníamos nuestras diferencias, pero con el tiempo se fueron superando”, recuerda Patricia Baca Urquiza (29) con una gran sonrisa cómplice. “Las discrepancias estaban en el terreno profesional: yo quería ser solamente bailarina clásica y Maxi pretendía que incursionara en el ballet contemporáneo”. Ahora Guerra retoma la palabra. “Nuestro primer beso fue en el escenario y bailando un tango, durante una gira de la compañía por Ushuaia. A Patricia le tocó reemplazar a una bailarina, y al final del cuadro había un beso en la escena. Y aunque fue un beso ‘artístico’, los dos sentimos que algo nos había sucedido. El resultado está a la vista. Esta, nuestra boda, es para celebrar seis años de amor”.

La fiesta. El lugar elegido fue el Espacio Darwin. Maximiliano llegó a las 20.10 del sábado 15, vestido con un traje blanco de Ona Saez y borceguíes al tono (nunca usa zapatos) by Ricky Sarkany. De inmediato, subió al primer piso, donde estaban los testigos –sus amigos Clara Bazán, María José Díaz Cerutti, Daniel Barrionuevo y Hernán Justo–, ya que se repetiría la ceremonia del civil, con la jueza incluida. Puntualmente a las ocho y media, con Maxi esperando ansioso frente al altar ambientado por Mercedes Alzogaray con flores y detalles blancos, entraron al salón sus tres nenas –Azul (4), Zoe (un año y ocho meses) y Micaela (13), la hija de Guerra que vive en Italia y viajó especialmente para la boda–; las dos primeras, llevando los anillos; la mayor, arrojando pétalos de rosas rojas. Y detrás Patricia, del brazo de su padre Jorge Baca (con smoking de Daniel Casalnovo), impecable en su vestido de novia diseñado por Benito Fernández y sus aros de Swarovski. Tras las palabras de la jueza, Pato y Maxi intercambiaron las alianzas. “Son de oro blanco, amarillo y rojo porque simbolizan a las tres hijas que tengo –explica Guerra–, y porque Patricia toma a mi primera hija como parte de la familia”.

Como en toda boda, mientras los invitados pasaban a la recepción, los novios se dispusieron a la típica sesión de fotos, para luego ingresar al salón con Don’t stop me now, el tema de Queen. Y al tiempo que las pantallas reflejaban un video con imágenes de la vida de la pareja, comenzó a servirse la cena: ojo de bife relleno con variedad de hongos y guarnición de papas Dauphinoise, y de postre, capricho de chocolate con dulce de leche, helado de limón y shot de Mascarpone con frutos del bosque. Catering elaborado por Guillén con vinos y champagnes de Norton.

Nos conocimos bailando, nos enamoramos arriba de un escenario y hoy vamos a bailar hasta cansarnos”, habían anticipado los novios. Y para empezar a cumplir la promesa, Pato y Maxi salieron a la pista con los primeros acordes del vals Desde el alma. Claro que luego ninguno de los 400 invitados se quedó en sus asientos cuando el DJ Martín Repila hizo explotar la noche con temas de los 70 y los 80. La única excepción entre los famosos –Nacha Guevara, que tuvo a Guerra como coreógrafo durante la filmación de El lado oscuro del corazón; Mora Godoy y su marido Junior Cervilla, quienes compartieron con los novios el espectáculo Vuelo de libertad, en 2004; Alejandro Fantino y su mujer Miriam, entre otros– fue Cecilia Caramelito Carrizo, quien no pudo bailar ni un tema porque su hijo Lorenzo (2) se la pasó jugando en el rincón que Mimo montó para los más chiquitos.

El momento de la torta sí rompió los habituales códigos. Fue muy pequeña, sin cintitas para las solteras, así como tampoco hubo ligas para los muchachos. Y antes del vértigo alocado del carnaval carioca, Maximiliano le dedicó unas palabras a Patricia: “No encuentro en mi vida nada que pueda parecerse a esta felicidad; estoy emocionado, siento que soy un hombre entero y lleno. Cuando te conocí, me hiciste vibrar, reír, desesperar, no dormir y hasta llorar de felicidad. Gracias, Pato, por las hermosas princesas que tuvimos juntos, por la dicha que me das cada vez que Micaela está con nosotros, y porque también me acompañás en esta gran empresa que es vivir. Te amo con toda mi humanidad”. Entonces, sí, a la pista con el pepe pepepepepé hasta las cuatro de la mañana.

La noche de bodas fue en el Hotel Panamericano, y la luna de miel en Cuba fue postergada porque Zoe es muy chiquita y todavía extraña a sus papis, Maxi y Pato, quienes desde el fin de semana son marido y mujer.

Maxi y Pato posan con sus tres hijas: Azul (4), Zoe (un año y ocho meses) y Micaela (13), la mayor, fruto del anterior matrimonio del bailarín y que vive en Italia.

Maxi y Pato posan con sus tres hijas: Azul (4), Zoe (un año y ocho meses) y Micaela (13), la mayor, fruto del anterior matrimonio del bailarín y que vive en Italia.

En el salón de entrada del Espacio Darwin se armó el altar. Patricia, con un vestido blanco de Benito Fernández y un ramo de rosas blancas de Zlogar Flowers, entró del brazo de su papá, Jorge Baca.

En el salón de entrada del Espacio Darwin se armó el altar. Patricia, con un vestido blanco de Benito Fernández y un ramo de rosas blancas de Zlogar Flowers, entró del brazo de su papá, Jorge Baca.

La pareja abrió la pista de forma muy tradicional: con el vals Desde el alma.

La pareja abrió la pista de forma muy tradicional: con el vals Desde el alma.

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