«No volveré a cambiar por un hombre. Yo soy así, que me tomen o me dejen» – GENTE Online
 

"No volveré a cambiar por un hombre. Yo soy así, que me tomen o me dejen"

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"Ningún hombre va a volver a desvalorizarme, a basurearme, a pisotear mi autoestima", desafía. Le dicen "la correcaminos" porque cada tres horas vuela de los estudios Pol-ka
hasta su casa para darle de mamar a Anna Chiara Biasotti del Boca, que el 15 de noviembre cumplirá un año. Anna es el tema excluyente en esta casa (la de los abuelos), convertida hoy en un jardín de infantes.

El 18 de octubre Andrea del Boca cumplirá 36 años ("Va a ser mi primer Día de la Madre"). Las cosas empezaron a acomodarse en su vida: la maternidad la hizo una mujer más segura y desafiante, y El sodero de mi vida -con dos millones de personas cada día prendidas a la pantalla- le trajo un nuevo éxito laboral. "Es una historia de barrio. El no es el yuppie que se las sabe todas. Sino un tipo humilde, trabajador, sincero. Y ella es una mujer con un hijo, que tiene que bancárselas sola. Cualquier parecido con la vida real es pura coincidencia", se ríe. Empezó a tener mejor relación con su cuerpo, a cuidarse, y a sentirse nuevamente atractiva. Y hasta se siente abierta a la posibilidad de un nuevo amor. 

-¿Tenés ganas de volver a enamorarte?

-No soy de las personas que dicen: "El amor se terminó en mi vida".

-¿En algún momento lo pensaste?

-En algún momento pensé que algo en mí estaba fallando al elegir o formar una pareja. Lo mío tiene más que ver con las elecciones que hice. Yo tuve que pagar muchos peajes. Ahora que lo entiendo, es más llevadero. Pero en el momento que te pasa tenés ganas de matarte. Creo en la pareja. Tengo ejemplos muy fuertes en mis viejos, que hace 44 años están juntos, y en mis dos hermanos.

-En este tiempo ¿no te ratoneó ningún hombre?

-Cuando uno se quema con leche, ve una vaca y llora (risas). Si vos no estás receptiva, es muy difícil el ratoneo. Si alguien me decía: "Che, qué linda estás", yo no me lo creía. Ni lo escuchaba. No dejaba aflorar mi parte de mujer seductora. La tenía oculta. Eso siempre pasa después de una relación difícil y traumática. Desde que empezó El sodero, una vez por semana todo el elenco se reúne para comer en algún lado. Yo nunca fui. Necesitaba estar más tiempo con mi beba. No me permitía dejarla. Vivía en una burbuja. Hace quince días empecé a ir. A mí me tardan en caer las fichas. Pero cuando me caen, lo disfruto. Hasta ahora fui una madre tana. El día que encuentre una pareja, va a tener que ser aceptada por Anna. Mi hija -además de lo que me pase a mí- va a tener que sentirse bien. 

-¿Hacés terapia?

-Empecé hace dos años. En el momento justo. Hace tiempo yo sentía que no estaba preparada para ver ciertas cosas mías. Y me parecía que era el colmo de una actriz ir a actuar a terapia, a hacer de un personaje que está todo bien, que puedo con todo, y no quiere ver la realidad. Era mentirme a mí misma. Tomé valor para sacar a la luz estas partes que no me gustan de mí. 

-No me contestaste si tenés ganas de volver a enamorarte.

-(Risas) Recién ahora estoy entendiendo que la mamá puede convivir con la mujer y con la actriz. Hasta ahora me sentía agobiada con tantas tareas. Y hace más o menos un mes, dije: "Bajemos un poco las revoluciones. Disfrutemos de este momento maravilloso de ser madre, de tener trabajo
-que hoy es un privilegio-, de tener éxito". Después de cuatro años volví a la televisión, y fue como volver a un viejo amor. No sabía si el público me seguía queriendo. Cuando me enteré de que iba a ser mamá, creí que no iba a poder con todo. Lo hablé con Suar para renunciar, pero él me dijo que no me preocupara: iba a darme mis tiempos. 

-¿Ahora estás más atenta a que pueda aparecer un hombre en tu vida?

-Creo que sí. Empecé a relajarme. A Anna también la enriquecería que su mamá fuera mujer, buena profesional, que cuide su físico. No quiero que viva eso de "Mirá todo lo que dejé por vos". 

-¿Te sentís sexy hoy?

-Más que sexy te diría que creo que puedo abrir esa puerta a lo sensual. Ser madre me cambió no sólo físicamente, sino interiormente. Estoy más segura. 

-¿Sentís que hoy sos atractiva para los hombres?

-Sí. También tiene que ver con los juegos que uno está dispuesta a iniciar. Es una cosa interactiva. Hasta empezás a cambiar la forma de vestirte, la pollera un poco más corta, el escote un poquito más grande. Proyecto otra imagen. 


-Sos una mujer joven. ¿No extrañás hacer el amor?

-Hacer el amor es maravilloso. Pero no me interesa el sexo sin amor. No me interesa el sexo por deporte o por necesidad física solamente. Puedo vivir sin un hombre si no se dan todas las otras condiciones.

-¿Te gustaría tener más hijos?

-Sí. No quisiera que Anna fuera hija única. Me gustaría darle hermanos.


-¿Se solucionaron algunos de los problemas con el padre de Anna?

-La relación mía con Anna es más que maravillosa. Por ella vale la pena vivir. No tengo diálogo con el papá, pero por muchas razones prefiero no hablar. Mi responsabilidad es que Anna crezca de la mejor manera. Trato de ponerme en el lugar de la familia atípica que constituimos con ella, que es diferente de la familia que yo tuve. Trato de contenerla con amor y proteger su salud mental.

-¿Pensás vivir con tus padres para siempre?

-No lo sé. Creo que en un futuro cercano voy a buscar un lugar para estar con la gorda. Este año fue muy conmocionante. Empecé a trabajar cuando hacía tres meses acababa de parir. No podía, encima, irme a vivir sola con la beba. Sé que algunos dicen: "Tus padres se meten mucho en tu vida". Y yo digo que si realmente fuera así, no hubiese tenido las parejas que tuve. Y si no me hubiesen apoyado y respetado, no hubiera sido una madre soltera. Claro que deben haber pensado: "No es lo ideal, no es lo que hubiésemos deseado, pero te apoyamos y estamos al lado tuyo". Y nunca jamás me pasaron factura por eso. 

-¿Te quedó cierta desconfianza hacia los hombres?

-Tenía todos mis sistemas de alarma bien conectados en cuanto a los hombres en general. Sí, tengo desconfianza de formar una nueva pareja y me quiero proteger: ya he sufrido demasiado con los hombres de mi vida.


-¿Qué cambiarías si encontraras ese nuevo hombre?

-No es por hacerme autobombo, porque soy la persona menos creída de sí misma, pero he empezado a valorarme más. Así como empecé a aceptar el éxito en lo laboral, y a pensar "me lo merezco", lo mismo hice en lo personal. Como mujer, mis elecciones sentimentales no han sido las más correctas, pero nunca me mandé un terrible error como para justificar que mis relaciones terminaran mal. Traté siempre de ser lo más sincera posible. Me parece que el personaje Andrea del Boca le es muy difícil al machismo de los hombres, porque quieren ser más. Es muy difícil entrar a un restaurante, y que nadie lo advierta. Yo no puedo pelear contra eso. Para un tipo eso es imbancable. ¿Qué hacía yo? Trataba de bajar el perfil y decirle que Andrea del Boca es un personaje, nada más. 

-¿Te dio resultado?

-No. Evidentemente no supe elegir a las personas. Yo quiero compartir de igual a igual la vida con un hombre. Ni un paso más adelante ni más atrás de él. Pero tampoco quiero que me subestimen. No quiero más sentirme pisoteada en mi autoestima. Si el hombre que está al lado mío piensa: "Ah, ella es más que yo", no sirve. Creo que aún no he encontrado "al hombre".


-Con Anna en tu vida, ¿te sentís más segura para encarar una pareja?

-Seguro. Yo he descubierto este año una fuerza que sabía que tenía, pero que trataba de ocultarla. Ahora siento que soy una leona cuando tengo que defender a mi hija, y me gusta esa actitud. No para pelearme con todo el mundo, pero para decir: "Esta es Andrea. No volveré a cambiar por un hombre. Yo soy así, que me tomen o me dejen. Si te gusta, bien. Si no te gusta, te la perdés. Vos te jo..., no yo". Antes era todo lo contrario. Pensaba: "¿Cómo puedo cambiar para gustarle a este hombre?". Y mi autoestima siempre estaba hecha m... Me culpaba: "Claro, como soy una persona conocida quizá le moleste. Como vengo de la televisión, no soy tan intelectual". Loco, es tu problema, no el mío. Eso lo sé ahora. 

-Es un gran logro.

-Exacto. Yo me siento orgullosa de lo que soy, de lo que hago, de mi profesión, de ser una mamá mezcla de idische y tana. No me quiero sentir culpable de haber logrado cosas. Estoy preparada para amar, respetar y admirar a un hombre. Pero de ahí a achicarme para que él no se sienta menos, nunca más. A los hombres les diría: bajate de tu machismo, porque yo soy así, y vos te lo perdés, no yo. A partir de ahora me toca el c... quien yo quiero, y cuando yo quiero.

-Muy fuerte.

-Es que también tengo que ser un ejemplo para mi hija en el futuro. No necesito un hombre para que me mantenga o me dé su tarjeta de crédito. Y eso, increíblemente, en vez de volverlos más seguros, los hace más inseguros. La vida es corta: no se puede seguir con una pareja si no sos feliz.


-¿Pensaste que El sodero iba a tener este éxito?

-En la última novela que había hecho -Mía, sólo mía, con Pablo Echarri, en 1997- yo terminé peleada con mi carrera. Un periodista empezó a decir barbaridades sobre mi salud, que tenía seis meses de vida. Fue parte de una campaña. En 32 años de carrera, nunca me había pasado algo así. En el 98 yo tenía que hacer una novela -la segunda parte de
Perla Negra- y el proyecto se cayó a raíz de esos rumores. Entonces me fui a estudiar dirección y producción de cine a Nueva York. Hacía poco que había terminado mi relación con Jeffrey Sachs. En estados Unidos cambié y crecí. Eso me ayudó mucho a encarar este trabajo. Estaba convencida de que
El Sodero le iba a gustar a la gente, que la pareja con Dady (Brieva) iba a funcionar muy bien.

-Trabajaste con los galanes más espectaculares. ¿Qué pasa ahora con Dady, que es un galán atípico?

-Yo trabajé con Adrián Suar, Ricardo Darín, Gustavo Bermúdez, Gabriel Corrado, Pablo Echarri. Con los más seductores. Lo de
Dady pasa por otra seducción. Es el hombre más real. No es el galán canchero y ganador. Es el ganador desde la ternura, la contención, el mirarte a los ojos. Creo que las mujeres buscamos eso. Ya no queremos el tipo que nos seduzca, y que nos haga sufrir y llorar. 

-Pero siempre elegiste este último tipo de hombre...

-(Risas). Es que el compromiso siempre me dio miedo...


-¿Te gustaría casarte de blanco, con iglesia y fiesta?

-He soñado muchos años con eso. Creo que hoy ya no me interesa. Para que vuelva a ilusionarme con eso, tendría que aparecer el hombre que me saque todos los miedos. Uno de los errores que cometí es que cuando creía encontrar al hombre, me imaginaba casada con él. Ahora ya no.

-Tu hermana Annabella se fue a vivir a Los Angeles. La vas a extrañar.

-Ya la extraño. Mi cuñado, Enrique Torres, está trabajando allí. Es muy fuerte y doloroso separarme de mi hermana. Ella es mi mejor amiga, mi socia en el instituto de estética Metamorfosis. Queríamos tener algo que fuese de las dos y que le quedara a nuestros hijos.

-¿Estás haciendo algo para recuperar tu figura?

-Sí. Un poco de dieta y tratamiento. Antes me ponía la ropa acomodándola al momento personal que estaba viviendo, con algunos kilos mal repartidos. Ahora que estoy empezando a bajar esos kilos, ya uso ropa un poco más sexy, con transparencias, con escotes. Pero no tengo obsesión por los kilos. Eso ya lo pasé en otra época. Es una obsesión mala. Te enferma. Si este año me hubiera puesto además la presión de adelgazar, terminaba en un manicomio.

-¿Qué te falta, Andrea?

-Ubicar algunas cosas en el casillero correcto.

por Renée Sallas
fotos: Santiago Turienzo. Asistente: Diego García
producción: Gabriela Diaz. Peinó: Néstor Pumar
(Agradecemos al Hotel Alvear, zapatos Lonté, medias Silvana y joyas RK)
Empezó a tener mejor relación con su cuerpo y a sentirse atractiva. Dice estar abierta a vivir un nuevo amor y hasta sueña con darle hermanitos a Anna. Feliz con el éxito de El sodero de mi vida, reconoce: Dady no es el galán canchero. Lo de él pasa por otra seducción. Es el hombre más real. Es el ganador desde la ternura. Creo que las mujeres buscamos eso. Ya no queremos el tipo que nos seduzca y que nos haga sufrir y llorar".">

Empezó a tener mejor relación con su cuerpo y a sentirse atractiva. Dice estar abierta a vivir un nuevo amor y hasta sueña con darle hermanitos a Anna. Feliz con el éxito de El sodero de mi vida, reconoce: "Dady no es el galán canchero. Lo de él pasa por otra seducción. Es el hombre más real. Es el ganador desde la ternura. Creo que las mujeres buscamos eso. Ya no queremos el tipo que nos seduzca y que nos haga sufrir y llorar".

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