“No tengo pinta ni la necesito; las mujeres inteligentes buscan sensibilidad” – GENTE Online
 

“No tengo pinta ni la necesito; las mujeres inteligentes buscan sensibilidad”

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La pregunta de todos es: ¿Cómo hizo? Pero conozcamos un poco más al personaje. Para eso aclara: el tanguero, ese machista recalcitrante que alguna vez interpretó los sketchs de VideoMatch “era sólo un personaje”. El hombre entiende que la metáfora del macho argentino es un discurso vencido y caduco. “El machista no corre más. Es el tipo que termina quebrado. Ese que dice ‘a las minas las tengo abajo’ termina lavando los platos”, explica el muchacho de 41 años, de nombre (Naim) y apellido (Sibara) árabes. “Papá quiso continuar la tradición árabe: mi hermano se llama Yemín, como un tío que murió muy joven. Y yo llevo el nombre del abuelo”, cuenta. Después de tanto esfuerzo por conservar las raíces, todos lo conocen como el Turco de VideoMatch. Y ahora también como el novio de la diosa Emilia Attias (21). ¿Cómo hizo? Ya veremos.

El se empeña en alejarse de la imagen de arrabalero, vago y atorrante que quedó grabada de sus años con Tinelli. Tanto, que hace un par de meses tuvo que poner en su lugar a un señor que se refirió a su mujer de un modo grosero. “Caminaba por el microcentro y me crucé con cinco tipos, todos trajeados. El mayor me dijo algo irreproducible sobre Emilia. Se hacía el canchero, sin darse cuenta de que hablaba de la persona con la que yo comparto mi vida. ‘¡Pará! ¡Ponéte las pilas!’, lo frené. Volvió con lo mismo y ¡pum!, lo acomodé. Se quiso parar y les dije que los iba a cag… a trompadas a los cinco. Los amigos le decían que era un bol…”, recuerda entre risas.

El hombre de la escena pugilística es el mismo que lava a mano toda su ropa y, si fuera necesario, la de su mujer: “Es una costumbre que tengo desde que era soltero. Separo la ropa por colores y la lavo a mano. El hombre tiene sus mañas…”, sorprende.

El Turco es uno de los pocos que sobrevivieron con éxito a la era post-Tinelli. “Era bajarte de los Beatles. Me producía inseguridad, porque fue algo que busqué durante años”, recuerda Naim, que hoy está produciendo La Calavera, un film que escribió y ahora dirige. “Tenemos un elencazo. Luis Luque casi me dio el ‘sí’…”, dice. Además, aprovechando la escena de las piñas, el Turco será uno de los superhéroes de la película de 100% Lucha. Y es el protagonista de la nueva obra que estrenará Gerardo Sofovich en la calle Corrientes: Le referí cornud.

–¿Dejaste VideoMatch porque no te veías como “reidor” o porque Tinelli te bajó el sueldo?
–Marcelo fue muy leal, algo poco usual en cualquier ámbito, no sólo en la televisión. ¿Qué empresario que no te necesita te sigue pagando? Es cierto que nos bajó el sueldo, pero nos garantizaba trabajo, y por buena guita. El número lo saben todos, porque una vez Rial se encargó de contarlo. Además, el programa se fue para un lugar donde no me sentía útil.

–Muchos minimizan el rol de ustedes en VideoMatch.
–Había una moda de decir: “Acá actúa cualquiera”. Pero te aseguro que pasaron todos. El pelado Guillermo López se probó primero en VideoMatch, no anduvo, y al final lo tomó Pergolini para CQC.

–¿Me equivoco si digo que a vos, a Pablo Granados y a Freddy Villarreal el reconocimiento les llegó por sus adquisiciones amorosas?
–¡Ja, ja! Nos fue bien, ¿no? Los cómicos son tipos queridos. Hay una frase que dice: “A los actores la gente los ama, a los cómicos los adora”. Creo que tenemos una forma diferente de entrar. Nunca busqué fama de esa forma; esto saltó porque hace tres años que estamos juntos con Emi. Existe un vínculo real. He salido con otras chicas y nadie se enteró.

–¿La belleza es algo primordial para vos?
–Tiene que ver con la onda. Siempre salí con artistas, con bailarinas. Nunca podría hacerlo con una arquitecta, qué sé yo... Tengo que estar con una chica que comparta mis gustos, que le guste leer, el cine... Tampoco saldría con una que escuche Luis Miguel.

–Y podríamos decir que además te gustan jovencitas. Como diría Francella: “¡Es una nena!”.
–(Ríe) Algunos se fijan en la diferencia de edad, que es real. Pero es una chica que maduró muy rápido. Emilia se fue a vivir a Londres cuando otras chicas juegan con las Barbies: a los doce años era modelo de Levi’s. Me encanta, porque se hizo sola.

–Abriste una esperanza para muchos hombres... Sos como el “abanderado de los humildes”.
–Es que un tipo como yo no necesita la pinta. ¿Decíme cuándo viste a un tipo lindo con una mina hermosa? Esos no necesitan nada. No hay muchos como Brad Pitt, que es lindo y la tiene clara. En cambio el que no tiene belleza, sí tiene agudeza, calle, contención. Los bonitos terminan compitiendo con las minas, porque los opacan. Asumo y me banco que el centro es ella... y la disfruto. Además, tengo los h... para bancarme que cualquier gil me critique. Muchos se ponen pesados diciendo “¿cómo hizo éste?”.

–¿Y cómo hiciste?
–Como cualquiera: con inteligencia, sensibilidad. No me siento menos que nadie. Y Emi es una mina hecha: no necesita un polista que le salve la vida, le haga dos hijos y la deje sola en un campo mientras él viaja.

–¿Es cierto que la que avanzó la relación fue ella?
–Estábamos haciendo una cámara oculta en la cárcel, Tumberos 2, y Martín Bossi estaba como loco con Emilia. Yo no sabía ni quién era. Estaba leyendo un libro de Semiología, nada que ver. Me impactó recién cuando la vi entrar en una escena con Roly Serrano y se movió muy bien. ¡Tenía 17 años! Todos le andaban encima y yo no quería quedar como un bol... Además, como tenía fama de vago y de que le cagaba la mina a todo el mundo, no quería quedar como un baboso.

–¿Entonces te dormiste?
–Cuando terminamos de actuar, Martín le iba a pedir el teléfono a Emilia y yo le hago una joda: le cierro la puerta y lo dejo del otro lado de las rejas. Nos ponemos a hablar con ella y me dice: “Me encantó actuar con vos; me sentí muy bien”. Medio que me avanzó y yo no supe para dónde salir. Intercambiamos teléfonos, pero no hablamos en semanas. Cuando nos vimos otra vez, en el piso de VideoMatch, me preguntó si iba a Rumi, la disco. Y fuimos...

–¡Yo esperaba que me vendieras un laburador!
–¡Ja, ja! Lamento defraudarte. A veces la clave es quedarse tranquilo. No te ganás una mina como Emilia baboseándote.

–Turco: tenés cuarenta años ya. ¿Querés ser padre?
–Sí, ella también tiene muchas ganas. Y yo quisiera tener un hijo. Creo que estoy en una edad interesante para hacerlo y Emilia está acostumbrada a la familia numerosa. Tiene esa necesidad, es una mina muy familiera, y yo voy a tratar de cumplírsela.

–¿Y la vas a hacer completa, con boda y todo?
–Yo no creo en la Iglesia y ella respeta mi opinión. Pensamos alguna vez en unirnos por Civil, pero no es necesario. Con Emilia queremos formar una familia, pero sin casarnos. Ya estamos encarando una casa para los dos en Brasil. Tenemos cosas juntos. El resto sería cumplir con formalidades que no nos llenan ni nos importan.

Antes de entrar al conservatorio, el Turco era surfer. “Cuando decidí estudiar actuación, mis amigos me preguntaban si era gay”, recuerda.

Antes de entrar al conservatorio, el Turco era surfer. “Cuando decidí estudiar actuación, mis amigos me preguntaban si era gay”, recuerda.

Naim Sibara junto a la diosa de su novia. Hasta ahora, el Turco cuenta que estuvo “casado con su carrera”, y aunque no cree en la institución del matrimonio confiesa: “Creo que estoy en edad de tener un hijo. Y Emilia piensa lo mismo”. Dice que ella le cambió la vida, que ya no le gusta la noche y que lo aconseja en su manera de vestir. “El mejor plan es quedarme en casa con ella”.

Naim Sibara junto a la diosa de su novia. Hasta ahora, el Turco cuenta que estuvo “casado con su carrera”, y aunque no cree en la institución del matrimonio confiesa: “Creo que estoy en edad de tener un hijo. Y Emilia piensa lo mismo”. Dice que ella le cambió la vida, que ya no le gusta la noche y que lo aconseja en su manera de vestir. “El mejor plan es quedarme en casa con ella”.

El Turco nació en un pueblo de La Pampa llamado Luan Toro, y de muy chico su familia se instaló en Banfield, a dos cuadras de la cancha del Taladro. “A los doce años mis viejos se separaron y con mi hermano nos quedamos viviendo solos en una casa. Era el sueño del pibe, pero muchas veces estuvimos por desbarrancar. Nos agarrábamos a piñas todos los días. Teníamos una vida medio heavy. Mi carrera me salvó la vida. Si no, quién sabe dónde estaría. Eso sí: nunca fuimos ladrones”, recuerda Naim, que vivió varios años en una casa comunitaria, hasta que entró al programa de Tinelli y todo cambió.

El Turco nació en un pueblo de La Pampa llamado Luan Toro, y de muy chico su familia se instaló en Banfield, a dos cuadras de la cancha del Taladro. “A los doce años mis viejos se separaron y con mi hermano nos quedamos viviendo solos en una casa. Era el sueño del pibe, pero muchas veces estuvimos por desbarrancar. Nos agarrábamos a piñas todos los días. Teníamos una vida medio heavy. Mi carrera me salvó la vida. Si no, quién sabe dónde estaría. Eso sí: nunca fuimos ladrones”, recuerda Naim, que vivió varios años en una casa comunitaria, hasta que entró al programa de Tinelli y todo cambió.

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