Su hija Eleanor vive en Los Angeles. Su novia Sofía en Canadá. Adora parar en
su piso parisino. También, visitar el complejo hotelero que puso en Honduras.
Ahora, Christopher Lambert (46 años, nació en Nueva York, donde sus padres
franceses estaban por trabajo) está en la Argentina. No por mucho tiempo, claro.
Su visita durará solo setenta y tres horas, ni un minuto más ni uno menos. Otro
avión, otro destino, lo esperan. Es que el protagonista de Highlander, entre
otras 49 películas, escapó de Hollywood -el mundo del cine le cambió su nombre
galo, Christophe, por Christopher- para dedicarse a las actividades que más lo
apasionan: viajar, poner empresas y hacerse de nuevos amigos.
Ahora, en las terrazas de Marea, el restó que acaba de inaugurar junto a unos
socios argentinos en el Yacht Club de Puerto Madero, enciende un cigarrillo
rubio y apaga el celular para charlar con GENTE.
-¿Qué lo trajo a Buenos Aires está vez?
-Los amigos. Valoro mucho la amistad. Y, la verdad, los negocios también
tuvieron mucho que ver. Además de inaugurar este lugar, tengo un porcentaje del
Buenos Aires News desde 1995. Enloquecí con tu país y su gente en los 90, cuando
vine por primera vez a filmar Highlander II . Si pudiera, cometería otra locura:
me instalaría en la Argentina para siempre.
-Una locura que lo llevó a comprar una propiedad en el sur, ¿me equivoco?
-Sí, una locura muy linda: me enamoré de Arelauquen, una villa cerca de
Bariloche, e invertí ahí. Compré una casa con mi amigo Héctor Bianchi y estoy
encantado porque es un paraíso al que no le falta nada: tiene cancha de golf, de
polo, tenis, dos pistas de esquí, una de equitación, pileta… Es uno de los
lugares más hermosos que conocí.
-Una duda: ¿usted invierte en este país porque se hizo fama de ser inmortal…?
-(Risas) No, no hace falta ser inmortal para invertir en la Argentina. Yo no
tengo miedo de invertir en tu país. Aunque, por un lado, me conviene tener
socios mortales para quedarme con todo (se ríe)… Este país es maravilloso y
tiene una belleza increíble. Me encanta invertir aquí. También asociarme a su
gente, ustedes son personas en las que uno puede confiar.
-¿Y cuál es su lugar en este mundo?
-Los aeropuertos, sin duda (ríe). Hay muchos lugares del mundo que me gustan.
Adoro Canadá, Los Angeles, París. París se parece mucho a Buenos Aires. Y ahora
estoy llegando de Honduras, donde en la isla Guanajo tengo un complejo hotelero.
-¿Cómo fue que no se enamoró de ninguna argentina?
-Inexplicable, ¿no? Dicen que son las más bellas. Y lo son, sin duda. Pero ahora
mismo estoy con una canadiense, Sofía. De acá, me voy a Los Angeles porque le
prometí a mi hija Eleanor (10) pasar unos días con ella y después me encontraré
con Sofía en Canadá.
-¿Veo que volvió a creer en el amor?
-Sí, nunca deje de creer en el amor. Y, mucho menos, en las mujeres…
-Así, seguirá alimentando su fama de seductor…
-¡No digas eso, por favor! No me gusta que me hagan fama de seductor.
-Todos los galanes la tienen.
-Ante todo soy actor. ¿Y sabés qué? No es muy agradable que la mujer que está a
mi lado piense que soy un Don Juan.
-¿Y cómo cree que lo ven las mujeres?
-Inmortal, hombre mono (se ríe), empresario, productor de vinos, terrateniente,
dueño de un hotel, detective, amante y amigo. Protagonicé cincuenta películas,
hice muchos personajes, y creo que tengo un poco de cada uno de ellos.
Lambert regresó a Baires después de 2 años y con la "V" de la victoria. El actor que sedujo a Hollywood, hoy asegura que si pudiera se instalaría en la Argentina para siempre.
Enloquecí con tu país y su gente en los 90 cuando vine por primera vez a filmar Highlander II . Si pudiera, cometería otra locura: me instalaría en la argentina para siempre"">
"Enloquecí con tu país y su gente en los 90 cuando vine por primera vez a filmar Highlander II . Si pudiera, cometería otra locura: me instalaría en la argentina para siempre"
