«No soy el hombre de las mil caras, soy simplemente un caradura» – GENTE Online
 

"No soy el hombre de las mil caras, soy simplemente un caradura"

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Luis, a sus treinta y ocho años, se lo cuenta todo a su psicoanalista.
Seguramente, le debe contar que todo marcha en su vida. Un programa
desternillante -El Ojo Cítrico, junto a Mariana Fabbiani, viernes, 22 horas,
Canal 13-, esposa e hijos y trece años de carrera desde que dejó su Rosario
natal para darle lo suyo en plan discípulo a Norman Briski. Y al hombro, su
mochila de personajes, tan fulminantes como simples: Meo, su parodia del Neo de
The Matrix; Evaristo Hurtado, el conductor de algún lejano noticiero de Miami;
el desopilante Bebe Ganso y el defensor Eber Ludueña, capo di tutti capi en eso
de fracturar delanteros, que aún hoy esgrime en Mar de Fondo, en la noche de TyC
Sports
. Y más aún: Ludueña ha sido invitado a integrar el banco de Douglas Haig,
el equipo de Pergamino, que del torneo Argentino A pretende volver al Nacional
B. ¿Peligro de fantasía en el área chica de la realidad? Bueno, ahí no hay
psicoanálisis que valga...

-El hombre de las mil caras, ¿con qué personaje se va a dormir?
-Antes que nada te aclaro que no soy el hombre de las mil caras, sino,
simplemente, un caradura. En cuanto a la pregunta…, es una buena pregunta. ¡Con
ninguno me voy a dormir! Es más, cuando vuelvo a casa de trabajar, siempre le
digo a mi mujer: "Che, ¿viste lo que dijo Ludueña en la tele?". Más vale que me
los saco de encima. Mis personajes están en el disco rígido de mi cabeza, pero
me separo de ellos.

-Habrá que preguntarse de dónde los sacás.
-Mi humor es absurdo, ácido, con un toque de elegancia. No me gusta el chiste
chabacano. Vengo del palo de Peter Sellers, de Mel Brooks. Y mis personajes son
estereotipos, como por ejemplo Evaristo, el conductor del noticiero de Miami,
con todo ese tono del Caribe lejano. Eber viene de los viejos jugadores pata
dura y de mi propia pata dura. De pibe, yo era el clásico 2 que talaba y
despejaba. Los armo en piezas, como Frankenstein. Pero yo tengo dos caminos para
laburar: mis personajes y ser yo mismo, Luis Rubio. Bueno, Eber resultó un boom.

-Tanto, que lo quieren para integrar el escuadrón de Douglas Haig, el equipo de
Pergamino que quiere ascender al Nacional B.
-Tal cual. Quieren que haga un par de entrenamientos y haga un poco de banco,
que es lo que mejor sabe Eber hacer. Ahora estoy haciendo un documental de
Ludueña, radiografía de un ídolo, que arranca con radiografías de huesos rotos,
otra de sus especialidades. Aunque nunca me propuse repetir la explosión de Eber
con otros personajes.

-Claro. Mejor seguir siendo Luis Rubio.
-En El Ojo Cítrico, yo soy el conductor junto a Mariana. Acá entra mi humor, de
agudeza y malicia. Llevo trece años en esto, ocho de ellos junto a David
Rotemberg, en Radio Mitre, haciendo humor político. Pero siento que estoy
empezando. No sé cuál será mi techo, ni sé cómo quiero que me recuerde la gente.
Estoy jugando un partido, nomás. Yo siempre digo: "No sé lo que tengo que hacer.
Sé qué no hacer".

-Y una de las cosas que hiciste fue ir al diván.
-Voy a psicoterapia hace cinco años. Me cuesta ir, a veces. Pero me sirve. A
veces siento que vivo subido a un misil. Quiero decir lo que me molesta. Empecé
poco después de la muerte de mi viejo, Julio. No necesitaba ir. Bah, eso creía.
Estaba subido a mi carrera, me guardaba cosas. Quería decir lo que me molestaba.
Mi psicóloga me dijo en mi primera sesión que pienso mucho, pero que no siento.
Voy dos o tres veces por semana.

-Se vuelve un vicio.
-No, viejo. Mis únicos vicios son el cigarrillo, mi trabajo y mi familia. Hay
que saber equilibrarlos. Ahora, voy a ver si me copo con el ejercicio. Me acabo
de instalar una cinta para correr en casa.

-Bueno, trabajo no te falta.
-Pero a no equivocarse. Esto no es un sube y baja. Hay que estar equilibrado,
como te decía. Aprender a surfear la ola cuando estás arriba, y aprender a
bajarla, para que no te hagas bolsa contra la orilla. Cuando empecé, lo único
que quería era llegar a fin de mes. Después, todo fue subiendo. El día que baje,
entonces te cuento.

-Con el rubio puesto en tu boca, entonces, hablemos de familia.
-Tengo tres hijos: Manuel, Juliana y Valentina. Y llevo once años casado con mi
mujer, Romina. A ella la conocí en un boliche rosarino, cuando empezaba. Lo
primero que hice se llamó Propuesta joven, un buen programa con un nombre
horrible. Eramos una troupe de pibes de Rosario, hacíamos humor bien absurdo y
callejero. Entonces, la encaré en un boliche, así, bien tranqui. Me gustaba
jugarla un poco de antihéroe.

-¿Por qué ese modus operandi?
-Como no era un millonario o un deportista atlético, entonces era un artista.
Nunca fui un langa, un banana. Si te la das de langa, es porque algo te debe
faltar. El Negro Fontanarrosa, tipo sabio si los hay, y por demás hincha de
Rosario Central como yo, dijo: "Lo redituable en esta vida es el sexo y el
humor
". Yo, como un estúpido, elegí el humor.

Es el cuatro más famoso de la Argentina. ¿Su mejor recuerdo? Haber marcado a Pelé… Lo marcó con una flor de patada.

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Rubio hace once años que está casado con Romina, rosarina como él, a quien conoció en una disco. Tienen tres hijos: Manuel, Juliana y Valentina.

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