“¡No saben cómo necesitamos esta copa en la familia!” – GENTE Online
 

“¡No saben cómo necesitamos esta copa en la familia!”

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Yo sé lo que este Mundial significa para todos los argentinos: ¡siempre queremos ganar y salir campeones! Pero nadie tiene idea de lo que significa para nosotros, los Maradona… Verlo a papá ahí, con ese traje que le queda bárbaro, fue un regalo de Dios. Cuando salió a la cancha, todos gritamos: ‘¡Papá, estás hermoso!’. Con Gianinna teníamos ganas de ir, abrazarlo y meternos a la cancha, como hacíamos cuando él era jugador. ¿Si tengo algo para decirle? ¡Sí! ¡Papi, te amamos!”

Dalma habla con voz ronca y no puede contener las lágrimas. Ronquera de tanto gritar por la Argentina, pero no importa: en su cara se dibuja una sonrisa que le duraría todo el día. A su lado, Gianinna, feliz por partida triple. Primero, porque por primera vez ve a su padre como técnico. Después, porque su marido, Sergio Agüero, está sentado en el banco, y ella sabe que tiene muchas chances de ser una de las figuras del mundial. Y por fin, porque Benjamín, su hijo, también está aquí…

“¡Ojo con Benja, que es cábala! ¡Ya tiene un título con el Aleti!”, dice Diego, arrobado por su nieto. Y también –¡cómo no!– está Claudia Villafañe, ex de Diego pero siempre con él en las buenas y en las malas, y con todos sus afectos a flor de piel: el Diez, sus hijas, su nieto de un año y cuatro meses, todos en la platea del Ellis Park, gozando –y a veces sufriendo– cada minuto del partido, hasta el uno a cero final: la primera prueba de fuego, el primer y verdadero examen, aprobado…

Se atrincheraron en una de las plateas especiales, ataviadas con unas capas celestes y blancas diseñadas por Nicolás Cuño, el dueño de Key Biscayne. La de Dalma, con el nombre de su padre; La de Gianinna, con el nombre de su marido. Cada capa con su capucha: inútil capucha… porque ninguna, ni en los momentos más bravos del partido, se tapó la cara…

Por momentos, los gritos de las Maradona parecían opacar la estridencia de las vuvuzelas, esas trompetas que suenan como enloquecido enjambre de avispas… De pronto, los ojos de Diego las buscan desde el campo; Dalma y Gianinna (ella, con Benjamín en brazos) bajan eludiendo a argentinos, sudafricanos, nigerianos y cuanto personaje de cualquier latitud que se les pone delante, y llegan hasta el borde de la cancha, como esforzados delanteros a la meta, sólo para que Diego les tire un beso…

Se gana uno a cero, pero el partido se torna complicado. El arquero de Nigeria parece de otro planeta: porque únicamente un extraterrestre puede desviar dos mortales misiles de Leo Messi, que deslumbra, pero no convierte: cosa de brujería…

Muy cerca, Su Giménez grita como una posesa. La ve a Claudia y le pide que se acerque. Ya quedó atrás el mal trago: las dos horas de demora en el aeropuerto de la ex de Diego –a ella le parecieron dos siglos–, y la odisea para llegar al estadio. Angustia que al final sería placer multiplicado…

Seis minutos, corner, centro mágico de Verón, cabezazo de Heinze como para derribar una muralla, y gol. Y más allá de todo lo sucedido hasta el último pitazo, fin de la historia.

Mientras los gladiadores de abrazan, sus familias le hacen el gesto de “gracias” a Claudia, porque a pesar de la demora y la tensión se encargó de organizarles alojamiento y excelentes plateas. Mujer de director técnico, tiene uñas de sobra para eso… Y valió la pena, porque el abigarrado coro nacional remedó, con sus gritos y su aliento, un pedazo de la Bombonera del otro lado del vasto Atlántico. Gritos que insistieron en el célebre “Que vamos a salir campeones otra vez/ como en el 86”, a capella y sin trompetas: a pura garganta.

Sigue el partido y se redoblan las cábalas: por ejemplo, los cuernitos a lo Mostaza Merlo de Dalma ante cada avance nigeriano. Por ejemplo, el cambio de miradas cómplices con Diego. Por ejemplo, el juramento de Dalma: urdir las mejores imágenes de la batalla como periodista de Fox Sport. Benjamín, claro, no entiende lo que pasa, pero mira al abuelo, y eso basta…

Y recuerda Dalma que “cuando fui a buscar la credencial de periodista, el chico sudafricano que me atendió me dijo<: ‘No saben cuánto necesitamos nosotros salir campeones del mundo’. Y sin palabras, con el pensamiento, le respondí: ‘Y ustedes no saben los que los Maradona, necesitamos esta copa’. Como te dije antes, verlo a papá ahí, después de todo lo que pasamos, es como volver a nacer”. Y deja la pelota picando:

–En Ezeiza, Diego nos dijo: “Me veo volviendo con la copa y con la autopista Richieri llena de gente”. ¿También imaginás eso?
–¡Yo imagino la Richieri, el Obelisco y la Casa Rosada llena de argentinos! Te juro que lo soñé, que es lo mismo que vivirlo. Y lo quiero con toda el alma, porque mi papá se merece ser feliz. Como jugador, dio todo por el país, y ahora, bien o mal, en todo lo que hace pone el corazón, el alma, y hasta la última gota de sangre.

–¿Le ténes confianza?
–Es mi papá, y lo banco a muerte. Pero objetivamente…lo veo muy bien. A él y a todos los muchachos,

–¿Por qué?
–Porque armaron un grupo sólido y ganador. De adentro no sale nada, y de afuera no entra nadie. Y eso vale para todos: periodistas, amigos, familia. Son cuarenta días en los que, si hacen las cosas como deben ser, pueden terminar alegrando a todo el país.

-¿Arriesgás un pronóstico?
–Campeones del mundo… y con una confesión: papá, ¡perdoná la presión que te metemos!

–¿Menos que campeones sería un fracaso?
–No: fracaso hubiera sido quedar afuera del Mundial. Pero ahora, a todos los que tiraban mala onda, les digo que…

–¡Pará! ¡Otra polémica no!
–No, no, dejáme terminar: que… hagan fuerza por la Argentina. Tiremos todos para el mismo lado…

–Ensayemos: “Volveremos/volveremos…”
–(Dalma llora y sigue) Volveremos otra vez/ volveremos a ser campeones/ como en el 86… ¡Suerte, papi… te amo! Gianinna, Dalma, Benjamín, Claudia y unas amigas, antes del partido. Toda la familia, vestida con los colores de la selección, celebró el triunfo sobre Nigeria como si hubiera sido la gran final.

Gianinna, Dalma, Benjamín, Claudia y unas amigas, antes del partido. Toda la familia, vestida con los colores de la selección, celebró el triunfo sobre Nigeria como si hubiera sido la gran final.

Al final, el gran desborde emocional. Todos vivieron esos 90 minutos como si hubieran estado dentro del campo y con la pelota en los pies…

Al final, el gran desborde emocional. Todos vivieron esos 90 minutos como si hubieran estado dentro del campo y con la pelota en los pies…

Todos los Maradona lucieron capas de Key Biscayne. A Claudia poco le importó: se dedicó a distraer a su nieto, precoz debutante como hincha… ¡y en un Mundial!

Todos los Maradona lucieron capas de Key Biscayne. A Claudia poco le importó: se dedicó a distraer a su nieto, precoz debutante como hincha… ¡y en un Mundial!

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