«No quiero terminar como Monzón o Gatica» – GENTE Online
 

"No quiero terminar como Monzón o Gatica"

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La Hiena se reconoce "cabeza de tacho".
-¿…?
 -Sí, cabeza de tacho. ¿Y qué querés? A mí nadie me enseñó a gastar mi plata. Por ahí busco precios en el
supermercado y dos horas después me gasto un fajo en el mejor champagne. A mí me
gustan los relojes caros, los brillos… Y eso es cosa de cabeza de tacho. Ese es
uno de los motivos por los que voy a la psicóloga, para aprender a cuidar la
plata.

Rodrigo Barrios ríe como una hiena, por supuesto. Exhibe dientes perfectos,
aunque su nariz partida y algunas cicatrices en su rostro delatan su profesión:
es boxeador, el más polémico del país.

-¿Todas las marcas que lleva en su cabeza las recibió sobre un ring?
-Casi todas. La nariz me la partió un colombiano en el 97. Me agarré tal
calentura que lo llené de manos y le gané la pelea. Después, estas dos rayitas
me las hice en la calle en un combate, un día que me dieron la cabeza contra una
fuente… De chico yo era muy patotero y a veces me agarraba contra veinte, pero
nunca fui para atrás. Imaginate que en tercer grado me mandaron a un psicólogo
para que dejara de pegarles a los chicos…

-Imagino que también alguna vez ha cobrado…
-Como chancho. Pero no muchas veces, ¿eh? Yo sé pelear en la calle, que es
completamente distinto del boxeo. Ahí el peso no tiene nada que ver… ¿Sabés
cuántos grandotes me comí?

-¿El ring es más seguro que la calle?
-Mil veces. En un ring nadie te puede pegar un tiro o dar un puntazo. Lo peor
que te puede pasar es que te peguen con el codo o con la cabeza. En la calle me
corrieron con una barra y un cuchillo…

Rodrigo Barrios terminó la primaria a los golpes (sin eufemismos, claro).
Abandonó definitivamente su guardapolvos seis meses después de haber comenzado
el primer año del secundario. Entonces, ya tenía decidido ser boxeador. Y se
hacía llamar el Ratón Barrios. "Era el apodo de mi tío, que boxeaba en la misma
categoría que yo. El tipo llegó a estar número uno del ranking argentino, pero
perdió dos oportunidades para ser campeón
", cuenta Rodrigo. La Hiena creció
junto a su madre y seis hermanos en una suerte de conventillo, siempre en Tigre.
"Mi viejo era árbitro de boxeo, pero se mandó a mudar. Mamá era asistente
geriátrica y laburaba desde las seis de la mañana hasta las 10 de la noche para
bancar la casa. Nunca pasamos grandes necesidades, pero aprendimos a comer una
vez por día"
, asegura Barrios. Todas las semanas, Rodrigo prendía el televisor
para ver un ciclo de boxeo llamado Los miércoles del Luna. Y a los once años
pisó por primera vez un gimnasio.

-¿Cuándo supo que tenía pasta para campeón?
-Siempre. A los doce años ya hacía exhibiciones y me pagaban 20 pesos por noche.
El problema es que después de las peleas empezaba el baile y yo me mamaba. Pero
sabía que iba a ser campeón del mundo. Me acuerdo de que un día mi vieja me
despertó a los palazos con la escoba mientras me gritaba: "Sos un vago, andá a
laburar que el boxeo no te va a dar nada
".

-Rodrigo, usted dijo que el aprender a cuidar su dinero era "otro de los
motivos" por los cuales va a la psicóloga. ¿Cuál es el motivo principal de su
terapia?
-Es que yo no quiero terminar como Monzón ni como Gatica. Y no voy a terminar
así porque tengo ayuda psicológica y una buena familia que me apoya. Espero
nunca llegar al punto de ver mal o hablar mal… Yo sé que una buena trompada te
puede dejar ciego, pero no creo que llegue a esa instancia porque soy un pibe
sano.

-Entiendo que no siempre fue un pibe sano. Usted mismo reconoció que en el
pasado fue adicto a las drogas…
-Yo tomé merca a morir. Y tuve muchos problemas con el alcohol también. La
primera vez que tomé drogas fue a los doce años, cuando probé marihuana. Después
pasé a la cocaína. Tomaba milonga en los ranchos y desaparecía tres días, hasta
que una vez vino mi entrenador y me dijo: "Rodrigo, la cocaína es mujer. Y si
vos te dejás dominar por una mujer, sos un p…
". Y eso me quedó dando vueltas en
la cabeza…

-¿Cuándo cortó con la cocaína?
-No hace muchos años. Cuando gané el título mundial fue mi peor momento… La
cocaína la dejé hace cuatro años, pero seguí con el alcohol. Yo me mamaba hasta
olvidarme de mi nombre todos los días. Ahora me tomo mi champancito de vez en
cuando y listo… No puedo arruinar mi carrera con la milonga o el éxtasis.

-¿Qué hubiese sido de su vida sin el boxeo?
-Sería chorro, seguro. Tal vez ya me hubiera comido un tiro en la cabeza y hoy
estaría muerto. De pibe me gustaba salir a robar, me producía mucha adrenalina.
Yo era lo que se dice un rastrero: afanaba bicicletas, billeteras…

-¿Salía a robar armado?
-¿Fierros? Jamás. Yo apuraba de palabra y nada más. Los miraba fijo y decía:
"Dame todo o te reviento". Y los tipos se vaciaban los bolsillos…
En el 97, ya boxeador amateur y consagrado, un periodista deportivo lo bautizó
la Hiena. Poco después se hizo profesional del boxeo y se alzó con el título
sudamericano. Finalmente, en el 99 se convirtió en campeón del mundo entre los
superplumas. "Y ahí me cambió la vida de punta a punta", resume la Hiena.

-Imagino que hoy las mujeres lo ven lindo…
-Obvio. Cuando empecé, un entrenador me dijo: "Ahora vos sos un negro cabeza
hueca. Pero el título del mundo te va a convertir en un tipo hermoso,
inteligente". Y tenía razón. En los mismos boliches donde antes me discriminaban
por no tener las mejores zapatillas o el pelito cubano, ahora soy vip. Lo
importante es mantener el equilibrio.

-¿Usted supo mantener ese equilibrio?
-No. Yo gané el título del mundo a los 22 años y nadie me enseñó a ser famoso.
Nunca me creí Dios, pero sí un angelito. Ahora comprendí que es normal que la
gente se quiera sacar fotos conmigo. Si yo peleo en la tele…

-También se paseó ante cámaras discutiendo problemas de alcoba con su ex mujer…
-Sí. Yo fui a la televisión y me equivoqué al hablar de mi intimidad. Ahora no
falta el estúpido que me grita en la calle: "Che, dejá de pegarles a las
minas…".

-¿Es cierto que ha golpeado a su ex mujer?
-Sinceramente, sí.

-Usted sabe que, en los códigos de la calle, quien le levanta la mano a una
mujer es por lo menos un cobarde…
-¡El que le pega a una mujer es un p…! Pero yo llegué a situaciones límite
insostenibles en las que parecía que era yo o ella. No me justifico y me
confieso arrepentido, pero yo solo sé por qué me pasó.

-Imagino que más de uno intentará provocarlo para luego hacerle juicio y sacarle
algún dinero…
-No es negocio: mi plata no les va a alcanzar ni siquiera para las cirugías. Es
reconstrucción facial, usar dientes postizos de por vida, enderezarte la nariz…

-¿Nunca tuvo miedo sobre un ring?
-Jamás. Yo tengo tanta confianza en mí y me la aguanto tanto arriba del ring que
si en la vida me hubiera aguantado la mitad no habría hecho tantas estupideces.

-¿Le gustaría que su hijo Mauro repitiera su carrera como boxeador?
-Me encantaría. Pero primero que termine el colegio, la secundaria y curse una
carrera universitaria. Porque si le va mal con los guantes y no tiene nada más,
no le va a quedar otra que remisear. Y si mi hija Yamila me dijera que quiere
ser boxeadora, también la dejaría.

-¿No es una payasada el boxeo femenino?
-Creo que sí. Y tiene que ver con que a los hombres les gusta ver a las minas
pelear en el barro…

-¿Va a volver a ser campeón del mundo alguna vez?
-Voy a ser supercampeón. Quiero ganarle a Popó Freitas, que es la estrella de la
categoría superpluma y sacarle las coronas de la OMB y la AMB. Que quede claro
que yo no perdí mi título de campeón del mundo, sino que me lo sacaron por malas
negociaciones… Sobre el ring sólo perdí una pelea y por descalificación. Mi
récord es de 41 peleas, con 37 ganadas, una perdida, una empatada y una sin
decisión. Son 27 K.O.

-Drogas, alcohol, riñas callejeras… ¿Cómo pudo escapar de aquella vida?
-Siempre se puede despegar. Todos podemos ser lo que alguna vez soñamos. Te voy
a contar una anécdota: una noche dormía con mi hijo y soñaba con tener un auto.
Cuando me desperté, descubrí que estaba haciendo las maniobras con la cabeza de
mi hijo. Después gané el título del mundo y me compré mi primer auto, pero yo ni
sabía manejar… Me acuerdo de que traté de subir una rampa de una estación de
servicio y el auto no llegaba, como si no tuviera fuerza… ¡Y qué iba a subir si
tenía el freno de mano puesto! ¿Ves? Esas son cosas de cabeza de tacho…

"Yo fui campeón del mundo a los 22 años y no supe mantener el equilibrio. Estuve muy mal, en la joda. Ahora sólo quiero recuperar mi corona", asegura Rodrigo en el B-12 de Punta Mogotes.

Rodrigo Barrios posa en su carpa del B-12 de Punta Mogotes junto a su mujer, María Laura, y su hija menor, Yamila.

Rodrigo Barrios posa en su carpa del B-12 de Punta Mogotes junto a su mujer, María Laura, y su hija menor, Yamila. "Son las primeras vacaciones de mi vida y no me las voy a olvidar nunca", confiesa.

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