“No quiero que me tengan lástima: soy capaz de superar cualquier desafío” – GENTE Online
 

“No quiero que me tengan lástima: soy capaz de superar cualquier desafío”

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Oye, me estoy preparando para ir esta noche al teatro. Tengo que llevar las gafas de ver, las de lejos”. Con una broma, riéndose de su propia ceguera, así recibe a GENTE Serafín Zubiri (44), el español que, desde Bailando por un sueño, seduce al público con su carisma. “Es que no me hace falta ver para ser feliz. Te juro que lo siento así. Mira: no quiero que me tengan lástima, porque te juro que soy capaz de superar cualquier desafío”, confiesa mientras acaricia a su fiel Golden Retriever llamado Xifo... Su currículum dice que nació en la localidad navarra de Zubiri –de ahí su apellido artístico, porque el real es Lizoain– el 20 de abril de 1964 y que realizó sus estudios en colegios especializados, tomando contacto también con la música, al aprender solfeo, piano y canto. El lo recuerda así: “En la época en que yo estudié no existía en España el nuevo sistema de enseñanza integrada, que permite que todos los ciegos puedan estudiar en colegios ordinarios. Por eso asistí a escuelas especializadas, y la verdad es que tengo buenos recuerdos de la infancia, que no resultó tan dura. Bah, si así puede definirse, ya que año a año debía irme lejos de mi familia, porque el colegio estaba a muchos kilómetros y no podía regresar. Sólo los veía en verano, Navidad y Semana Santa. El resto del tiempo estaba fuera. Fui nueve años a una escuela de Galicia, en Pontevedra, y luego a Madrid, en la secundaria. Desde los 6 hasta los 17 años no volví a mi tierra, y eso me ha fortalecido. Me dio capacidad de adaptación, me hizo más independiente”, relata orgulloso.

Después del secundario inició su carrera como músico compositor y cantante solista, grabando seis discos. En 1996 debutó como actor en la serie de televisión Todos los hombres sois iguales, de Tele–5, y también se inició como animador. Y en 2007 formó parte de la sexta edición del programa ¡Mira quién baila! de Televisión Española. Allí lo vio Marcelo Tinelli y dio la orden: “Lo quiero”.

–¿Y se tiene fe para ganar?
–No, ja, ja... Pero voy a luchar, dalo por seguro. Siento que la gente me quiere, y eso es fundamental. No soy un bailarín profesional, pero quizá gane por carisma; veremos. Yo le pido al público que me vote si hace falta.

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Serafín cuenta que Teresa, su madre, suma 81 años, que Leonardo, su padre, falleció a los 75, en febrero de 2001, y que tiene cinco hermanos: Gabriel (57), Angel (55), José Ignacio (51), Carlos (50) y Oscar (45). “De seis hermanos, tres nacimos ciegos. A través de los estudios genéticos que se hicieron, mucho no se comprobó, porque no hay antecedentes familiares. Tras varias pruebas los médicos determinaron que la causa podría ser el factor RH negativo de la sangre de mi madre, que es muy poco común, y al cruzarse con el positivo de mi padre quizá provocó el problema. Hoy eso está totalmente controlado: hay vacunas que les ponen a las mujeres cuando están gestando, o le cambian la sangre al recién nacido. En nuestra época no era así. Gabriel, Carlos y yo nacimos ciegos. Y José Ignacio se quedó sin vista de grande”, explica, y se prepara para sacar a pasear a Xifo, su perro, que cumplió 9 años...

A las pocas cuadras del Park Plaza Kempinski Hotel donde se aloja Serafín, su Golden Retriever se toma un tiempo para hacer tranquilo sus necesidades. “Permiso, debo recoger la suciedad”, advierte Zubiri, y saca una bolsita a la altura del cuello del animal, para juntar los restos y luego arrojarlos a un tacho de residuos cercano. Digamos que no es nada fácil la vida para un ciego en Buenos Aires. Como ejemplo, vale comentar que ningún taxi de los solicitados para realizar la nota aceptó concurrir a destino cuando se le explicó puntualmente que debía transportar a un perro, al lazarillo de una persona ciega. A la hora de comer, la cosa tampoco resultó sencilla. En Puerto Madero, cinco restaurantes rechazaron a Serafín y a Xifo, por lo que recién pudieron almorzar cuando hallaron una parrilla en la calle Estados Unidos, en el barrio de San Telmo, que sí los aceptó.

–¿Se siente discriminado cuando experimenta estas situaciones?
–Estoy acostumbrado, pero no es grato. Por eso me vinieron a ver algunos diputados argentinos, para mejorar algunas cosas en beneficio de los que tienen capacidades diferentes.

–¿Acepta las críticas que le hacen cuando baila?
–Si son constructivas, sí. Me decían que ese señor Pergolini había hablado mal de mí. Y yo digo que logró el efecto contrario al que buscaba: que se hable más de Bailando por un sueño, que la gente demuestre mayor interés. Puso de manifiesto su propia discapacidad. Si no es capaz de entender que los ciegos o cualquier persona con dificultades deben tener su propio sitio en la sociedad y los mismos derechos que los demás, está demostrando que el que tiene el problema es él. A mí me resbala lo que dijo, pero a mucha gente que sufre algún problema le hizo bastante mal.

–¿Puede contarme cómo hizo para escalar el Aconcagua?
–Escalé el Aconcagua, el Kilimanjaro y el Mont Blanc, y muchos picos más. Estuvimos a punto de ir a uno de 8 mil metros en la cordillera del Himalaya, pero no se dio.

–¿Cómo se atrevió a trepar nuestra gran montaña?
–Por un amigo que especialista, que me desafió. Lo concretamos en el ’94. Tres ciegos formábamos parte del grupo. Dicen que sólo el 30 por ciento de la gente que se lo propone lo consigue. Es durísimo. Igual, el Mont Blanc fue el más peligroso. Recuerdo que en el último tramo nos topamos con un pasillo estrecho con caída para los dos lados: 300 metros hacia Suiza y unos 1.000 para el lado de Italia.

–¿Qué sintió ante semejantes desafíos?
–Que superé una meta. Me volví a poner a prueba. Nunca sentí miedo, sí agotamiento. Fue muy importante la fortaleza mental que pusimos todos. La clave es confiar en la gente que te acompaña. Lo mismo me pasó cuando me tiré en paracaídas: confié absolutamente en el chico argentino que me acompañó en España. Y salió perfecto. La verdad, fue lo más grande que me sucedió en la vida. También participé en maratones, e hice ciclismo en tándem y remo.

–Entremos en su vida privada: me contaron que está casado.
–Sí, me casé el 26 de julio de 1996 con Lidia Villalba, que hoy tiene 33 años. Ah, y no es ciega. Lo digo por si te da pudor preguntarme.

–¿Es cierto que era fan suyo y que la historia de amor comenzó cuando ella fue a pedirle un autógrafo?
–Así es. Ocurrió en Málaga, su ciudad. Es profesora de Inglés y Lengua Española.

–¿No tienen hijos?
–No, no se han dado las circunstancias. Pero no está descartado.

–¿Teme que ese futuro hijo pueda heredar su ceguera?
–No, para nada. Te repito: Hoy en día la ciencia está demasiado avanzada. Pero, de corazón, te aseguro, ojalá herede mejores cosas mías. Ja, ja.

Serafín y su Golden Retriever recorriendo Buenos Aires. En Plaza Dorrego, San Telmo, fueron la atracción del domingo a la tarde, entre turistas, mimos y payasos.

Serafín y su Golden Retriever recorriendo Buenos Aires. En Plaza Dorrego, San Telmo, fueron la atracción del domingo a la tarde, entre turistas, mimos y payasos.

En 2004, en San Sebastián, España, después de disputar una maratón de 42 kilómetros.

En 2004, en San Sebastián, España, después de disputar una maratón de 42 kilómetros.

Todas las tardes Zubiri chatea y recibe mails con un programa sonoro especial para ciegos.

Todas las tardes Zubiri chatea y recibe mails con un programa sonoro especial para ciegos.

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