“No pienso deprimirme: quiero luchar” – GENTE Online
 

“No pienso deprimirme: quiero luchar”

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Está frágil. Raquel Mancini (43) es una de esas mujeres que nacen con todo para ganar, pero siempre se les cruza… un pero...

Vivió una vida a prueba de recaídas, enfermedades, separaciones. Casi, casi, se la podría comparar con una heroína moderna y mediática. Breve (y muy duro) resumen de todos los avatares por los que pasó: una mala praxis de colágeno en sus labios: una liposucción que la llevó a un estado de coma cuatro; una operación de intestino delgado complicada a causa de una úlcera; una depresión al enterarse de que tuvo una hermana gemela que murió en el parto; su casamiento y posterior divorcio con Martín Seefeld –el matrimonio duró cinco años–, y la separación de sus padres, trauma que le hizo perder peso casi hasta ponerla al borde de la anorexia nerviosa–. Eso y mucho más la alejaron de los medios. Pero, como dice ella: “Todo aquello tiene olor a naftalina. Me mandé un par de cagadas, pero las asumí a todas”.

Su carrera comenzó a los 16 años, cuando fue tapa de GENTE en el verano de 1980. En ese momento estalló como modelo y se posicionó en el grupo de las top como un ícono de la década. Después le llegaron las propuestas para publicidades –chocolates Noel y jeans By Deep– y para hacer televisión: Mesa de noticias, Indiscreciones, Cable clip, Todo nuevo, Desayuno, Rock & Pop y Brigada Cola. Cuando las cosas empeoraron, se alejó de todo. Renegó de su fama, se refugió en su vida privada y sufrió una fuerte baja en sus ofertas laborales. Pero cuando menos lo esperaba, una nueva oportunidad llegó de la mano de Marcelo Tinelli para Patinando por un sueño ShowMatch, Canal 13–. Sin embargo, otra vez el diablo metió la cola: sufrió una grave fractura, y ahora Miguel Grima (41, tucumano, soñador que quiere terminar la Escuela Anexo San Luis de Acoyte, de Santa Victoria Oeste, Salta) deberá continuar con Jacqueline Dutra, la reemplazante de Raquel.

–Después de pasarla tan mal, la primera pregunta es inevitable: ¿cómo te sentís?
–Ahora mucho mejor. Estoy con fuerza, contenida y con ganas de seguir adelante. A veces me agarran bajones, pero gracias al cariño de mi familia, mis amigos y el público, puedo superarlos. Siento que no me merezco tanto amor. Me emocionan mucho las demostraciones de cariño que me dan. Hace seis meses que trabajaba para lograr una buena performance, y era feliz arriba del hielo. Me había preparado en danzas clásicas, jazz, actuación, y venía patinando muy bien. Por eso, cuando me lastimé, el dolor pasó por dentro. No pude estar en mi primera gala y eso me angustió. Estoy muy sensible, pero tengo que poner garra para recuperarme. Todavía tengo ganas de estar en el programa, y quiero presentarme en alguna de las últimas fechas… si Dios quiere y el médico me deja.

–Pero la rehabilitación es más importante que demostrar lo que aprendiste…
–Sí, pero si me esfuerzo, creo que voy a llegar. El proceso va a ser duro. Cosas como ir al baño o querer atender el teléfono en la otra habitación, hoy no puedo hacerlas sin ayuda. En este momento siento mucha presión. Las muletas me matan, pero no me voy a deprimir y quedarme en la cama. Voy a luchar y a salir adelante con todo. Cuando llegué al hospital tenía todos los ligamentos rotos. Me tuvieron que operar dos veces. Una para acomodarme el hueso y otra para ponerme una placa con cinco tornillos… sin olvidar los veinte puntos internos y los otros diez externos.

–¿Cómo sucedió el accidente?
–Le pedí a mi coach, Juan Carlos Acosta, que me enseñara un paso de música disco. El iba y volvía… mientras yo lo miraba. Me estaban por pasar un mate, cuando me enganché en un cordón y me caí. En ese momento sentí la quebradura y me puse a gritar: “¡Sacáme la bota!”. Cuando lo hicieron y me vi la media gris toda ensangrentada, me tapé los ojos. Juan me abrazó, Miguel, mi soñador, se desmayó, y yo empecé a llorar y a pedir perdón. Lo único que preguntaba era si podía volver a patinar, si iba a llegar a la primera gala…

–¿Estabas fracturada y sólo pensabas en la gala?
–Sí… Me dolía fracasar y lastimar a tanta gente. El personal de la Cruz Roja me levantó y me llevó al Sanatorio Colegiales, donde me operaron por primera vez. En la ambulancia gritaba y me sentía desgarrar por dentro. No me entraba en la cabeza que me pudiera pasar a mí…

–¿Viste las imágenes de tu viaje en la ambulancia?
–Sí, las vi… y después me apagaron la tele. No me reconocía en la camilla, y tampoco sabía que me estaban grabando. Esa no era yo. Fue algo muy duro. Había pasado la primera operación, me faltaba la segunda, y verme me sacaba energía. Yo creía que la próxima vez que estuviera en un quirófano sería para tener hijos.

–¿Qué buscabas con este regreso?
–Quería ser yo… Demostrarle a la gente que sin ser patinadora podía patinar, y que sin ser bailarina me había animado a tomar clases. No era salir desde un escándalo, era volver a hacer lo que me hacía feliz. Todo venía muy bien: me alejé y volví porque lo extrañaba, podía dormir en paz.

–¿Tuviste miedo antes de la operación?
–Sí. Me agarraba de la mano de la enfermera y lloraba mucho. El ruido de la camilla es terrible… No sabía lo que me iban a hacer, lo que me iba a pasar. No podía entender cómo el hueso estaba afuera. Las imágenes del accidente y de la sangre me acosaban todo el tiempo. Lo único que pedía era no sentir dolor en la operación. Me asustó despertar y ver a mi familia a mi lado… No entendí qué era lo que estaba pasando con mi pierna. Me dieron anestesia total, y en ese momento no sabés qué es lo que va a pasar después. Cuando te llevan a la sala de operaciones no sos nada. La morfina no me calmaba el dolor. Pasé cinco días sin dormir. Me acordaba de todas las galas y repasaba los ritmos en mi cabeza. Dejé a mi familia, mis amigos y mi vida personal para prepararme. Me dolía el pecho por haberlos traicionado. Sólo pido perdón por arruinar tantos sueños, defraudar a tanta gente que apostaba por mí.

–Fue un accidente. No hay por qué sentir culpa…
–Pero quería demostrar el esfuerzo que había hecho. Marcelo me dijo que yo soy parte de Ideas del Sur, y eso me tranquilizó mucho. Para mí hay códigos, y el amor que me demostraron ellos es especial. Los respeto mucho.

–Después de todo lo vivido, ¿cuál es la enseñanza?
–Que se puede salir de todo si se ponen huevos. Con esfuerzo y sacrificio se puede. Así como hace dos semanas pensaba que me había caído una bomba y que jamás iba a volver a caminar, hoy todo cambió, y creo que las cosas pasan por algo. Si me tocó vivir esto es porque vendrá algo mejor. Por ejemplo, la inauguración de mi propio local de ropa interior y tratamientos de belleza, que será dentro de dos meses. Dios lo quiera… Dice que ahora es tiempo de ponerse las pilas física y anímicamente. Su prioridad es la recuperación. Después intentará volver a la pista de hielo, para demostrar todo lo que aprendió.

Dice que ahora es tiempo de ponerse las pilas física y anímicamente. Su prioridad es la recuperación. Después intentará volver a la pista de hielo, para demostrar todo lo que aprendió.

<i> “Yo era feliz  en el hielo. Me había preparado en danzas clásicas, jazz, actuación… Venía patinando muy bien. Por eso, cuando me lastimé el dolor pasó por dentro”</i>

“Yo era feliz en el hielo. Me había preparado en danzas clásicas, jazz, actuación… Venía patinando muy bien. Por eso, cuando me lastimé el dolor pasó por dentro”

<i>“Estoy muy sensible, pero voy a ponerle garra y recuperarme. Todavía tengo ganas de estar en el programa”</i>

“Estoy muy sensible, pero voy a ponerle garra y recuperarme. Todavía tengo ganas de estar en el programa”

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