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"No necesito desnudarme para ser sexy"

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Fue una mujer malvada, inescrupulosa y que se cansó de repartir maldades por la vida. Malvada e inescrupulosa, en la ficción de Yago; repartió crueldades en Mil millones. Y galanes de la talla de Facundo Arana y Gustavo Bermúdez sucumbieron ante sus "perversos" encantos. Hoy Romina Gaetani -nació el 15 de abril de 1977- le pone el cuerpo -¡y qué cuerpo!- a una gitana, habla con una cadencia exquisita y parece experta en el baile flamenco. Luce ojos color esmeralda, un escote generoso, piernas firmes y abdomen marcado. Mide 1,68 y pesa exactos 55 kilos. Sin embargo, esconde sus medidas aunque se presumen perfectas.

-Hábleme de sus tiempos de narigona y gordita, Romina.
-¿Yo?

-Así dijo que la describían en sus comienzos en la televisión…
-Es cierto. Lo que pasa es que en algún momento me crucé con productores que me sugirieron que bajara de peso. ¡Si hasta hubo uno que me mandó a operarme la nariz! Reconozco que en un principio me puse mal, pero después me di cuenta de que mi historia como actriz debía pasar por otro lado. Aclaro por las dudas: no me operé ni estoy anoréxica. Y eso que desde entonces sólo cambió mi cabeza…

-Le debe haber crecido, porque tampoco la noto narigona…
-Tengo la misma nariz de siempre. Quizá cuando era chica tuve algún trauma con mi nariz, pero con el tiempo me fui aceptando y queriendo. Yo me dediqué a la actuación: estudié teatro, baile y canto. Soy consciente de que estoy en un medio en el que tengo que cuidar mi cuerpo, pero trato de no enfermarme ni estar todos los días pendiente de mi imagen. Hago gimnasia y fui a una nutricionista, que me sugirió una dieta que intento seguir.

-Cuando se refieren a su persona, muchos coinciden en que posee una "belleza exótica". ¿Qué entiende usted por "belleza exótica"?
-Una belleza poco común, quizá. Me considero una chica linda, aunque también sé que, según la producción, puedo dar muy linda o muy fea. Pero cuando me veo en el espejo cada mañana descubro a una mina normal.

-¿Qué dice su novio (Diego Suárez, director de Malandras) respecto de sus amaneceres?
-Creo que me ve linda. Pero él no es parámetro de nada, porque se supone que está enamorado de mí…

-¿Será por esta "belleza exótica" que los productores suelen convocarla para interpretar personajes que se pretenden malos?
-Puede ser. Pero es algo con lo que no estoy de acuerdo y se lo transmito a los productores con los que tengo mayor confianza.

-Existe entonces el cliché que sugiere que las chicas buenas sean siempre rubias y angelicales.
-Ese es un lugar común ya perimido. Yo, a medida que fui desarrollando mi carrera, busqué interpretar personajes que no tuvieran que ver conmigo y que no se repitieran. Cuando Suar me llamó para Soy gitano, le dije: "Otra mala no te hago".

-¿Está conforme con su imagen?
-Por supuesto. No me siento cómoda haciendo fotos en las que esté muy expuesta, pero me encanta hacer producciones que me permitan jugar.

-Jugar a ser sexy, por ejemplo.
-Exacto. Y me sentí muy cómoda haciendo el papel de mujer sexy. La sensualidad depende de la actitud corporal más que de mostrar piel. Cuando me piden una producción en traje de baño "porque necesitamos algo sensual", siempre contesto que no preciso desnudarme para estar sexy.

-Sin embargo, los señores muchas veces prefieren el impacto directo…
-Es un problema de los señores. ¡Si no hay nada más lindo que usar la imaginación! Una chica con polerón hasta el cuello y buena actitud puede ratonear mucho más que otra en bikini.

-¿Hacia qué parte de su anatomía apuntan sus piropos los señores?
-Algunos me dicen "qué lindos ojos" o cosas por el estilo, pero la verdad es que hacen mucho que no me piropean por la calle. Te lo juro.

-Joven, linda y soltera en los papeles, ¿por qué nunca le han inventado un romance?
-No lo sé, yo soy actriz y mi trabajo hoy se refleja en la televisión. Quizá sea porque llevo una vida muy tranquila. Mi vidriera pasa por mi trabajo más que ir a figurar en un evento o cosa por el estilo.

-¿Ya lo sedujo a Laport en la ficción de Soy gitano?
-Sí, estamos en plena batalla. Con todo.

-¿Besa bien don Osvaldo?
-No sé, porque los besos de la televisión son de mentira.

-Sin embargo, imagino que Laport no besa del mismo modo que Facundo Arana u otros galanes…
-Es cierto: no besan igual. Cuando laburo, beso de una forma en la que respeto y cuido a mi compañero. Todo debe pasar a través de una cámara y quizá en la vida uno hace cosas que en pantalla quedan muy mal… (ríe) Por eso, como no es un beso real, nunca sabés si los galanes besan bien.

-Osvaldo Laport le resultó una presa difícil. ¿Siempre tuvo las mismas dificultades para seducir a sus candidatos?
-Soy muy vergonzosa en la vida real: cuando alguien me avanza, empiezo a tartamudear y a reír. Pero si tengo que ir al frente, creo que tengo las armas necesarias para seducir. Aunque si no encuentro respuesta del otro lado, doy media vuelta y me voy. No me gusta insistir cuando no hay cabida.

-¿Le ocurre seguido que no le den cabida, como dice?
-No, en realidad no me pasó nunca…

Romina mide 1,68, pesa 55 kilos y si bien no revela sus medidas, sin duda son generosas.

Romina mide 1,68, pesa 55 kilos y si bien no revela sus medidas, sin duda son generosas. "Dicen que tengo una belleza exótica. No sé, porque por las mañanas me miro en el espejo y encuentro a una mina normal".

Romina prefiere no explayarse demasiado sobre su vida privada.

Romina prefiere no explayarse demasiado sobre su vida privada. "Sólo puedo decir que mi corazón está feliz", confiesa. Su pareja es Diego Suárez, el director de Malandras, con quien convive desde el año pasado.

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