“No me vean como una sex symbol: yo seduzco con mi ingenuidad” – GENTE Online
 

“No me vean como una sex symbol: yo seduzco con mi ingenuidad”

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Nobleza y gallardía obligan. Digámoslo de entrada: llegamos a la entrevista 28 minutos y 5 segundos tarde. Y aunque hay una explicación convincente, soslayaremos abundar en justificaciones, porque más allá de los 28 minutos y 5 segundos tarde y la explicación convincente, lo importante acá es ella, Soledad Fandiño (cabello atado con una gomita, minifalda de jean, sandalias chatas, musculosa apretada, saquito de lana, uñas rojo intenso), y su reacción pura, sentada en el escalón de entrada al Tren de la Costa, sobre la Avenida Del Libertador, en Olivos.

–Disculpe la tardanza, pero…
–Tranquilo. Todo bien. Olvidáte –saluda con un beso a la mejilla rociada de perfume Rock in Rio, de Escada.

–¡¿Todo bien?! ¿Entonces no hay que ponerse de rodillas? Es lo mínimo que exigirían algunas estrellas locales ante semejante desatino, ante tamaño retraso.
–Yo no me considero una estrella.

–En breve, cuando ya se haya lanzado Juanita, la soltera, va a modificar su opinión.
–¿Por qué?

–Porque le resultará imposible sentarse en un escalón a la calle sin que el público se le acerque…
–¿Te parece?

–¿Sabe lo que significa encabezar una tira de Pol-ka y Dori Media Contenidos por Canal 13?
–Lo sé, pero también sé quién fui, quién soy y quién seré.

¿QUIEN FUI? “La señorita mudanza”, arriesga esta rubiecita nacida el 7 de abril de 1982, ocho años antes que su hermano Facundo. Hija de Liliana (dueña de dos agencias de lotería) y de Alfredo (empleado de la empresa de correos DHL), Sole vio la luz en Flores, vivió hasta los 8 (pleno divorcio de sus padres) en Monte Grande, hasta los 10 en Pompeya, hasta los 22 en Villa Lugano (“A veces tomaba el colectivo 91, porque los taxis no querían llevarme”), y hoy reside en Palermo. Pero mejor respetemos el orden. “Pasé de colegio en colegio. El San Marcos, el Nueva Pompeya y el Mac Nab Bernal. Terminé el secundario comercial y le anticipé a mamá: ‘Quiero entrar al Conservatorio Nacional de Arte Dramático’. Respuesta: ‘Vos estudiá una carrera en la facultad y yo te pago las clases de actuación’”. Comenzó Derecho en la UCA y luego Publicidad en la UADE, mientras Doña Lili le solventaba aquel prometido curso con Agustín Alezzo. Hasta que el aviso en un diario sedujo el olfato materno. “Hija, leí que andan convocando chicas para ir al Hipódromo de Palermo y entrar en un concurso, Super M 20/02”, me adelantó. “Y, cargadas de dudas, nos acercamos, sin expectativas, con mi amiga Sabrina”. Ambas, aun esquivando las cámaras que enfocaban los alrededores (“Siempre me resistí al ‘figuretismo’”), quedaron entre tres mil quinientas aspirantes. Vuelta a vuelta Fandiño llegó a ubicarse dentro de las dieciséis finalistas, lo que le aseguró ingresar a Ricardo Piñeiro Modelos. Transcurrido un tiempo, confió en la agencia “que no era para mí vivir con un par de zapatos de taco en mi bolso, que lo mío venía por el lado de la interpretación”. A los sesenta días la citaron para intervenir en un casting de Rebelde Way y pronto logró componer a la cautivante secretaria Consuelo. Un arranque modesto para un cercano despegue, ya que le telefonearon de la producción de No hay 2 sin 3. “A lo largo de mi par de temporadas en el ciclo del 9 aprendí una barbaridad. Y no sólo interpretando a Felicitas, la alumna concheta de Ricos y mocosos que tanto llamó la atención, sino recreando cuanto papel me tocara en los sketches… No hay 2 sin 3 me permitió tirarme a la pileta sabiendo que había agua”, reconoce.

E iniciar un futuro que ni imagina, agregamos.

¿QUIEN SOY?
Una piba común, ariana, de 23 años, que de chiquita imitaba a Xuxa y a Flavia Palmiero y soñaba transformarse en Andrea Del Boca, a quien veía en las novelas junto a Gustavo Bermúdez y Corrado. Una piba que ahora –¡qué loco!– comparte el set con Gabriel, convirtiendo su viejo sueño en realidad”, siente en voz alta.

–Habla de sueños. Usted completa el casillero “Muchachita soñada” de varios hombres… ¿Cómo conquista, Fandiño?
–Normal. No me vean como una sex symbol: yo seduzco con mi ingenuidad y mi sencillez. Véanme normal, repito.

–Genial, ¿y para qué le sirven su 1,68, sus 53,5 kilos, sus ojos celeste cielo, sus… qué medidas declara?
–Desconozco. Igual, si pinta milanesa, sánguche, pastas, pizza o pollo a la calabresa, no suelo dar marcha atrás. Tomo mate con azúcar. Le escapo al gimnasio y a cuidarme en extremo. Apenas practico squash. No tengo rollos con mi cuerpo. Siento que es armónico y luce lo justo. No le sobra nada de lo que podría sobrarle y no le falta nada de lo que podría faltarle.

–¿Lo calificaría con 7, entonces?
–Aunque el 7 es mi número preferido, evitemos los números.

–¿Y su estado personal? ¿Está sola Soledad?
–Admito que de ninguna manera está sola Soledad. Mantuve un noviazgo de los 16 a los 20, otros dos y el actual.

–¿Quién acompaña a Soledad? ¿Pablo Granados?
–Tampoco Soledad habla de ciertos temas que involucran a terceros. Soledad sí puede confiarte que vive solita en cierto dos ambientes con balcón y sin plantas, porque no las riega, que alquila en un sexto piso de Palermo, cerca del Zoológico.

–¿Hay una cama de dos plazas allí?
–Obvio. Y duermo cruzada.

–¿Existe ropa de caballero dispersa en el dos ambientes?
–La ropa de caballero, el casamiento y los niños, según mis deseos y mis planes, quedarán para después de los 30. Aunque en el amor y en la maternidad nunca puede asegurarse demasiado (suspira pícara).

¿QUIEN SERE?
“Juanita, la soltera”, contesta “Juanita –informa– maneja una librería junto a Betty (Maju Lozano), y no desea volver a desilusionar su corazón. Pretende conquistar al tipo perfecto, pese a que nadie parece lo suficientemente bueno. Entonces surge Tomy (Corrado), que intenta hacerle el verso para llevarse parte de una herencia millonaria”, avanza la mujer de “feos pies” y de “hombros encantadores” (“¿Qué parte se suponía que iba a mencionar?”, intuye un par de opciones). Una mujer cero adicta a la televisión, el celular y la computadora, que hojea varios periódicos a la mañana, disfruta de sacar fotos –“mi gran hobbie”– con su camarita digital Sony, escucha compactos que van desde Drácula, el musical hasta Alejandro Sanz, apila DVDs que van desde Esperando la carroza hasta El diario de Bridget Jones, lee libros que van desde Agatha Christie hasta Víctor Sueiro; no declara ídolos, no sabe ni le gusta bailar, y en cambio prefiere salir a cenar y quedarse charlando con sus amigas Mariana, Vicky, Vero, Chispa, Sole y Tere. Alguien que muere por Florencia Peña, China Zorrilla y Natalia Oreiro y por las propuestas de humor (“Deseo probar drama, claro. Sin embargo, robarle una sonrisa a la gente, que viene cargada de problemas, me resulta incomparable”, enfatiza), que duda tres segundos cuando se le consulta si aceptaría un desnudo laboral (“…Por el momento, no. Perdón, for ever, no. Ni ahí. No cierra conmigo. Y jamás transaré”), odia los encares masculinos vulgares y la mentira, planea retomar las clases de teatro con Nora Moseinco, no fuma y no toma alcohol y extraña a los caniches toys Rocco y Santo, que dejó en su antiguo hogar familiar. Una dama que conserva la gracia ya sea contando sorprendida que sus padres son morochos de ojos castaños, como defendiendo su preferencia por… el color verde agua (“Mérito de mi energía positiva”, entiende). En síntesis, tal cual lo confió ella misma arriba, una dama que deslumbra sin demasiados artificios: “Yo seduzco con mi ingenuidad y con mi sencillez”, reiteramos.

Tras hora y media de reportaje, el periodista se encuentra en condiciones de firmarlo.

“<i>Acompañar a Corrado en los créditos principales de un programa no me va a cambiar</i>”, vaticina Fandiño, pochoclo en mano. “<i>Yo sé quién fui, quién soy y quién seré</i>”, asegura con firmeza el nuevo bombón del 13.

Acompañar a Corrado en los créditos principales de un programa no me va a cambiar”, vaticina Fandiño, pochoclo en mano. “Yo sé quién fui, quién soy y quién seré”, asegura con firmeza el nuevo bombón del 13.

“<i>Adoro mis hombros. Son encantadores... ¿Qué parte se suponía que iba a mencionar? Mi cuerpo luce lo justo. No le sobra nada de lo que podría sobrarle y no le falta nada de lo que podría faltarle</i>”

Adoro mis hombros. Son encantadores... ¿Qué parte se suponía que iba a mencionar? Mi cuerpo luce lo justo. No le sobra nada de lo que podría sobrarle y no le falta nada de lo que podría faltarle

“<i>Cuando vivía en Lugano a veces tomaba el 91, porque los taxis no querían llevarme. Un hogar de trabajadores te hace valorar las cosas, evita que te la creas mal</i>”

Cuando vivía en Lugano a veces tomaba el 91, porque los taxis no querían llevarme. Un hogar de trabajadores te hace valorar las cosas, evita que te la creas mal

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