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“No me interesa ser una diva”

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Suele contarme mi hermano Caleb que con apenas tres años de edad, les exigí a mamá y papá que me contraten un agente para representarme –confiesa Keira.

–¿Y qué le contestaron don Will Knightley (as del teatro) y doña Sharman Macdonald (escritora dramática)?
–Nada, se quedaron de piedra. Yo insistía e insistía. Hasta que cuando cumplí seis y se enteraron de que yo padecía dislexia, me propusieron un trato.

–¿Trato?
–“Si te esfuerzas en las vacaciones escolares y superas la dislexia, tendrás tu propio agente”.

–¿Final del cuento?
–Final feliz. Todavía siento que combatir la dislexia ha sido mi mayor triunfo. La temporada siguiente, ya con agente propio, debuté desarrollando un pequeño papel en la serie Screen one (1993), y no paré… –disfruta desde ese rostro que a sus jóvenes 22 la convirtió en una de las damas más bellas, más convocadas, más sexy, más taquilleras y más aplaudidas del momento, aparte de en la flamante chica Chanel, privilegiado sitio del Olimpo mediático sólo reservado –de 1968 a la fecha–, para siete divinidades: Catherine Deneuve, Carole Bouquet, Inés de la Fressange, Vanessa Paradis, Kate Moss, Nicole Kidman y ella.

PUEDES VERLA CIEN VECES Y CIEN VECES TE HIPNOTIZARA”, sabe definirla con simpleza el gran director Joe Wright, que acaba de consumar junto a la diosa británica el corto Coco Mademoiselle, de igual manera que compartieron Orgullo y prejuicio (2005, cinta que le valió a Keira la nominación al Oscar) y Expiación, deseo y pecado (a estrenarse durante marzo de 2008 en la Argentina). “¡Conozco su cara a la perfección! Incluso sé que cuando se encuentra tensa frunce el ceño. Debí retarla bastante para que se relajara y permitiera que fluya tamaña hermosura”, apunta Wright, quien eligió la capital francesa para rodar el aviso y decidió acompañarlo con los acordes y la letra de L-O-V-E en versión cover, a cargo de la inglesa Joss Stone.

Adoro a Coco –sostiene Keira sobre la fundadora del imperio–. Y su personalidad, su marcado carácter, su carisma y su huella impresa. ¿Su huella impresa? Sí, porque superó el marco de la moda, ayudando a transformar la sociedad en favor de la libertad de la mujer. No hubo nadie como Coco Chanel”, resume.

–Muchos caballeros opinan que no hay nadie como usted, en verdad. ¿Sabe que, entre montones de encuestas, tres de las vendedoras y sofisticadas revistas FHM, Tatler y Glamour acaban de posicionarla número uno entre las mujeres que anhelan los hombres del Planeta Tierra?
–¡Oooooooh! No soy consciente de tales cosas. Afortunadamente me la paso trabajando, lo que me sirve de aislante frente a la vanidad. Ser guapa carece de mérito. Si alguien me trata de guapa, le respondo: “Gracias, sólo tengo buenos genes”. Tampoco me pone feliz escuchar a los jóvenes soñar con convertirse en famosos. “¿Para qué? ¿Porque te dan mesa en un restaurante? Si reservas, a cualquiera se la dan. ¿Para enriquecerte? Empléate en la Bolsa”. Yo quiero ser una gran intérprete, no me interesa ser una diva.

DAR A PUBLICIDAD TUS SECRETOS ARRUINARA LA MAGIA”. Si de completar la historia se trata (amén el episodio de la dislexia), necesitamos contar que Keira Christina Knightley vio la luz el 26 de marzo de 1985 en Middlessex, Londres, bajo el signo de Aries, y que estudió en la prestigiosa Teddington School, además de asistir con asiduidad al taller de teatro Heatham House, donde aprendió ciertas claves de la profesión. Pronto sumó nuevas intervenciones televisivas (en The bill, 1995; The treasure seekers, 96; y Coming home, 98) y un par de largometrajes (Dos mujeres –1994– y Mentiras inocentes –95–), antes de que George Lucas la contratara para el papel de Sabé, la doble de la Reina Amidala (Natalie Portman), en Episodio I-La amenaza fantasma (1999).

A partir de Star Wars explotó en la galaxia del espectáculo, sumando otros tres programas y otros diecisiete filmes (Rey Arturo y la trilogía de Piratas del Caribe, por ejemplo, “franquicia en la que no me imagino reincidiendo”, advirtió después de cobrar cinco millones de dólares por el último envío), aparte de dos películas que no llegaron a nuestro país (la mencionada Atonement y Silk) y un par que transitan la postproducción (The edge of love y The duchess). “Aún no me considero actriz –aclara Knightley, sin embargo–. Ahora, supongamos que en un futuro me ofrecieran subirme a las tablas para recrear a la Leonor de El león de invierno o a la Maggie de La gata en el tejado de zinc caliente, ahí quizá me animaré a considerarme actriz”.

–Extraño en una mujer de su corta edad escucharla tan firme y medida, no dejándose sucumbir por los cantos de sirena de Hollywood.
–Yo priorizo la grandeza, lo original, la solidez, traspasar épocas, tentar a las experiencias, buscar destinos y hablar poco de mí. Dar a publicidad tus secretos, tu vida fuera del set, arruinaría la magia. Amo las cintas de dos, tres, cuatro, cinco décadas atrás, porque me gusta ignorar la realidad de las personas que componen un personaje. Odio que matemos la fantasía. “El secreto de mi vitalidad consiste en dormir mucho y organizar cenas con amigos”, afirma la diosa de 1,70 metro, que en su adolescencia usaba anteojos para leer.

“El secreto de mi vitalidad consiste en dormir mucho y organizar cenas con amigos”, afirma la diosa de 1,70 metro, que en su adolescencia usaba anteojos para leer.

Luego de demandar a los medios que la acusaron de sufrir anorexia, y de protagonizar el aviso de la fragancia Coco Mademoiselle, Keira expresó: “Personifico a una Coco Chanel moderna, de hoy. Me reflejo en un aspecto importante… También apuesto a la libertad de la mujer”.

Luego de demandar a los medios que la acusaron de sufrir anorexia, y de protagonizar el aviso de la fragancia Coco Mademoiselle, Keira expresó: “Personifico a una Coco Chanel moderna, de hoy. Me reflejo en un aspecto importante… También apuesto a la libertad de la mujer”.

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