«No me importa quién lleva los pantalones, ¡pero a casa los chistes los llevo yo!» – GENTE Online
 

"No me importa quién lleva los pantalones, ¡pero a casa los chistes los llevo yo!"

Cuando Karina El Azem abre las puertas de su departamento, ubicado en un quinto piso de Barrio Norte, es imposible no detenerse en dos cosas puntuales. Primero, en ella misma. Porque no hay dudas de que, como dijo Roberto Pettinato (51) al conocerla, “su parecido con Nicole Kidman es asombroso”. Después, en su arte. Porque el living no parece tal, sino una galería de objetos asombrosos: hay cuadros con mostacillas y perlas de fantasía; bancos con dibujos en cápsulas, municiones y balas de plomo; mesas decoradas en base señalística (impresiones fotográficas de obras escaneadas); un ladrón gigante con cuerpo de balines, la Pirámide de Mayo en balines y perlas, un cuadro del Gauchito Gil en mostacillas y una foto de Evita en plena etapa de restauración…

Abordo diferentes formas de violencia y autoritarismo tan características de nuestra idiosincrasia, utilizando a su vez una forma de lenguaje arquetípico, la de los pictogramas”, explica esta mujer de 37 años que nació en Lomas de Zamora y que en 1992 egresó de la Escuela Nacional de Bellas Artes, mientras convida algo de beber y ofrece unos chocolates. En una de las paredes, muy cerca de unas maquetas de frentes de casas antiguas, se encuentran apoyados unos acrílicos transparentes con distintos dibujos de lo que comúnmente la policía llama “mapa del delito”. Según explica Karina, se trata de su próxima muestra. “Esto es lo que estoy preparando para mayo en Arte BA”.

Como si formara parte del loco mundo del artista, a un lado de uno de los sillones de cuero blanco se ve un estuche de guitarra y unos zapatos (se adivinan talle 44 ó 45) que, sin duda, no son de ella, sino del conductor de Duro de domar, quien por esas cosas de los cambios de horario, en el 2007 llega más temprano a casa.

Al instante, el misterio se devela: despertando de una breve pero profunda siesta, aparece caminado en patas el dueño de esas canoas de cuero blanco. Está vestido con un pantalón negro y una camisa blanca arrugada por los minutos contra las sábanas: “Yo fui el que le dije: ‘Amor, demos una nota a GENTE un domingo a las seis de la tarde’. ¿Si eso no es una muestra de amor, qué se puede esperar? De hecho, nunca había dado una nota junto con ninguna de mis otras... ¡administraciones anteriores..! Llamémoslas así...”, arranca Pettinato con un chiste, de qué otra forma podía ser...

–Roberto, Karina, comencemos por el principio. ¿Cómo se conocieron?
Karina:
Coincidimos en la inauguración de 647, un restaurante de San Telmo. Cuando llegué, Roberto estaba sentado en una mesa y una amiga me lo presentó…
Roberto: Cuando la vi, dije la famosa frase: “Aquí llegó la Nicole Kidman argentina”. Te juro que la miré a los ojos y me agarró un flash. Me mató su parecido. Ella, en cambio, me vio como una especie de Badía piola o un Fernando Bravo moderno (carcajadas). Por dentro pensaba: “Esta va a ser la mujer de mi vida”. Son esas cosas que le pasan a uno. Como cuando John Lennon conoció a Yoko.

–¿Y cómo siguió todo?
Karina:
Esa noche hablamos bastante. A mí me cayó muy simpático, porque si bien sabía que era un tipo así, no lo imaginaba tan sociable. Cuando mi amiga nos presentó, lo primero que me dijo fue: “¡Qué coincidencia! Yo tengo un cerebro de plástico y vos sos artista plástica. Vamos a llevarnos bien”.
Roberto: Yo sabía que esta mujer no iba a pasar desapercibida en mi vida, y así fue.

–¿Quién dio el primer paso?
Roberto:
¡Yo, por supuesto! La llamé por teléfono, y a las pocas horas de estar hablando le pregunté si a su casa llevaba sólo mi bolso o prefería que también me cayera a su departamento con los muebles.

–¿Cuánto hace que están viviendo juntos?
Roberto:
No sé exactamente, pero podés poner tres o cuatro meses. El problema es que para las revistas todo se divide en etapas. Una semana hablan del romance, al mes dicen que se estarían yendo a vivir juntos, y finalmente confirman la convivencia. Pero la realidad es más lineal, sin tantos peajes. Un día volvés a tu departamento, abrís la heladera y las cosas están podridas, el piso está lleno de facturas de servicios, querés hacerte unos mates y te das cuenta de que te cortaron el gas, y viene la vecina y te dice que hace dos meses que no le pagás el alquiler. Ahí es cuando decís: “Sí, me estoy quedando mucho en la casa de mi novia”. Pero en definitiva, entrar a esta casa terminó de enamorarme…

–¿Por qué decís eso?
–Porque cuando entré y vi todas estas obras, sin entender nada de arte, terminé de enamorarme. Te voy a confesar que muero de amor por esta mujer, aunque algunos piensen: “¡No, Pettinato no se enamora!”.

–A vos Karina, ¿qué cosas te enamoraron de Roberto?
–Fuera de lo conocido, que es brillante, espléndido y divertido; lo que más me sorprendió es que es súper tierno, dulce y amoroso, algo que no esperaba. A veces uno se hace una imagen del otro y en la intimidad se da cuenta de que todo es bastante distinto.

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Roberto se para, va hasta la cocina y sirve gaseosa light para todos. Después convida con unos chocolates, y se vuelve a sentar en el sillón junto a su novia, mientras juega con su pelo rojizo.

De afuera da la sensación de que son una pareja feliz. Y en algunas partes de la charla el conductor intenta ponerse serio, por ejemplo, cuando habla de sus hijos: “En las vacaciones nos fuimos a Brasil. Ella, yo y mis tres hijos: Tamara (23), Homero (18) y Felipe (14). Y realmente la pasamos muy bien. Porque también hay que atravesar esa etapa, la de presentarles a los hijos la novia de papá. Ese es todo un tema. Uno está temblando al pensar cómo lo van a tomar. Por suerte, se formó un lindo quinteto”.

–¿A vos, Karina, también te daba un poco de miedo conocerlos?
–Y, un poco sí, no te voy a mentir. Pero todo se dio de manera muy natural. Es más: a Tamara le regalé un cuadro y lo colgó en su departamento.
Roberto: Ahora, cada vez que los llamo para invitarlos a ir a algún lado, lo primero que me preguntan es: “¿Y viene Mauser?”.

–¿Por qué ese apodo?
Roberto:
Es una larga historia... Mi papá, que era director de Institutos Penales, dormía con varias cosas raras. Entre ellas, mi mamá y una Mauser debajo de la almohada. Antes de morir me la dio y me dijo: “La Mauser va a ser para vos”.
Karina: Y cuando me conoció, me preguntó con qué materiales trabajaba. Entre otras cosas le dije que utilizaba balas de todo tipo, entre ellas las famosas Mauser.
Roberto: Cuando me dijo eso, yo me quedé helado. La volví a mirar y me acordé de aquella frase que me había dicho mi viejo. Entonces, le dije a Karina: “¡Vos tenés que estar conmigo! ¡A vos te mandó mi papá desde el cielo!”. Desde ese momento, tanto yo como mis hijos le decimos Mauser.

–Karina, si tuvieras que hacer un cuadro de Roberto, ¿qué tipo de obra sería y con qué material la realizarías?
–No lo había pensado. El es un pictograma icónico, de eso no hay dudas. Pero elegir el material sería difícil. Porque de perlitas es muy cursi…
Roberto: A mí me vendría bien. ¡Como formo parte de la televisión, estar hecho de perlas falsas es una buena idea! (carcajadas).

–También podría ser con balas de Mauser…
Roberto:
¡Claro, así lo abrazo a Tinelli y volamos los dos juntos! Le digo: “Vení que te levanto en el aire”, y cuando caemos, los perdigones se le incrustan en la cabeza… Al costado, uno de los jurados que se come cuatro balas de rebote que ayudan a salvarle la vida a Graciela Alfano.

–Veo que estás en guerra…
–No, sólo me estoy haciendo el divertido.

–¿Siempre es así? ¿Nunca para?
Karina:
Esa es una de las cosas que más me gustan de Roberto. La chispa, el humor. No hay día que no salga con algo nuevo y distinto. Pero tampoco es así las 24 horas; eso sería imposible…
Roberto: A mí no me importa quién lleva los pantalones, pero cuando la conocí le dije: “¡Karina, en casa los chistes los llevo yo!”.

–Recién hablábamos de la familia y de los hijos. ¿En algún momento pensaron o hablaron de agrandar la familia?
Karina:
Seguro que se habló, pero vamos despacio y tranquilos. Toda relación tiene sus etapas, y aunque a nosotros muchas cosas se nos dieron de manera rápida, intentamos ir de a poco.
Roberto: Muchas veces hablamos sobre nuestros futuros hijos juntos. Todas las parejas tienen que tener sueños en común, porque si no, son relaciones estériles o muertas. Igual, no vayas a titular: “¡Sí, vamos a tener un hijo y se va a llamar Raúl, igual que Castells, porque mi mujer hace obras con balas de goma!”.

Petti y Karina –quien en mayo expone sus obras en Arte BA– en el hogar que comparten desde enero. Y para cerrar la imagen, esta frase: “<i>La primera vez que la llamé le pregunté si llevaba sólo mi bolso o prefería que también cayera con los muebles</i>”.

Petti y Karina –quien en mayo expone sus obras en Arte BA– en el hogar que comparten desde enero. Y para cerrar la imagen, esta frase: “La primera vez que la llamé le pregunté si llevaba sólo mi bolso o prefería que también cayera con los muebles”.

“Cuando la conocí, me mató su parecido con Nicole Kidman.  Ella, en cambio, me vio como una especie de Badía piola o un Fernando Bravo moderno…” (Pettinato)

“Cuando la conocí, me mató su parecido con Nicole Kidman. Ella, en cambio, me vio como una especie de Badía piola o un Fernando Bravo moderno…” (Pettinato)

“Una de las cosas que más me gustan de Roberto es su chispa y su humor. Pero tampoco es así las 24 horas. Eso sería imposible” (Karina)

“Una de las cosas que más me gustan de Roberto es su chispa y su humor. Pero tampoco es así las 24 horas. Eso sería imposible” (Karina)

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