«No me hacen falta lolas enormes para ser una diosa» – GENTE Online
 

"No me hacen falta lolas enormes para ser una diosa"

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Cuando terminan esas piernas, finas, largas y tremendas, como de tero del Olimpo, en ese 1,80 de estatura, empieza Nataliya. Un estilo princesita de hielo sin novio a la vista, con la finura que se extiende, con sus 21 de edad y sus medidas, 81-61-86, mientras fuma un Marlboro Light en una suite del Faena Hotel. Muy cerca, unas masitas para el café que ella ni tocaría, porque son la ruina. "Como poco y nada. No puedo engordar, sé que para trabajar y llegar alto no me voy a tentar en los próximos cinco años", susurrará. Claro, ese physique du rôle cotiza. Pregúnteselo a gente como Carolina Herrera, Roberto Cavalli, Missoni o Ralph Lauren, que la contrataron para sus gráficas.

¿Desfiles? Los que se imagine, como uno exclusivo para Gucci en Milán, hace no mucho. Top, muy top en serio, una joyita de la Ford Models. Ganó el Supermodel of The World Contest hace dos años, un concurso cazabellezas de la agencia. Y de ahí, tremenda carrera con base en Nueva York. Y aquí vino para la campaña de verano de Akiabara. Nataliya, aclaremos, es parte de una legión de rusas, o del oriente europeo, que hace rato vienen copando el business de la moda. Las "ova queens", por llamarlas de algún modo: Paulina Porizkova, Adriana Skleranikova, Karolina Kurkova, Nataliya Vodianova, sólo por citar unas pocas.

-¿Qué tienen las mujeres de Europa del este?
-Sed de triunfo, no sólo belleza. Cuando a inicios de los 90, Rusia se desplomó fue muy duro para todos. Siempre tuve lo necesario, pero jamás un padre. Y debimos salir, las modelos, las deportistas, como Kournikova o Sharapova, para hacer algo por nosotras y por nuestro país. Era tratar de destacarnos para sobrevivir.

-¿Son coquetas en tu tierra?
-Oh, ¡seguro! Es algo muy típico de nosotras las rusas. Es todo un tema ir flaca y bien depilada a la playa. A veces hace calor ahí, ¡aunque no lo creas!

-¿Juzgás la ropa por la etiqueta?
-No me importa. Tengo una carterita Vuitton y no mucho más. No necesito Dolce & Gabanna para vivir. Si este suéter que tengo puesto vale veinte dólares, no me molesta. Me queda perfecto, como verás. No me desvela el lujo. Ponéme enfrente un diamante de diez kilates y no me pasa nada. Me encantaría poder encontrar lugares para comprar cosas cool por un par de monedas.

-Acá las llamamos ferias americanas...
-¡No! ¡Me quiero morir! ¡Ya casi no existen en Nueva York!

-En esa ciudad es donde hacés carrera...
-Bueno, Nueva York… ¡es como en las películas! Así de lindo. Y me empezó a ir bien. Estudié Finanzas en la Universidad Nacional de Kiev, así que sé manejar mi dinero. Las chicas que empiezan más jóvenes se vuelven locas, y gastan. Para lograr cada editorial, campaña o desfile tuve que caminar, trabajar bien, que me recomienden los productores. No fue fácil destacarme en un mercado lleno de chicas tanto o más lindas que yo, y muchas de renombre. Además, le puse a todo el mismo empeño. Así fuera una nota editorial para una revista cualquiera, o la campaña gráfica de Carolina Herrera. Nada me es muy pequeño, o muy intimidante.

-Tendrás que descansar en algún momento.
-¡Me voy a casa en Kiev! No soy de salir. Me quedo adentro, o hago algo tranquilo con mis amigas. Lo mismo en Nueva York. Vos dirás que soy una aburrida. Lo siento mucho. Esa cosa típica de top model, de ir a emborracharme con champagne en el VIP y bailar encima de la mesa, no es para mí.

-Hace un rato hablabas de competencia. Muchas chicas con mucha gracia…
-Un backstage de un desfile no es un gallinero. Ni es un club de amigas, pero tampoco hay mala onda. Bueno, tampoco hay un gran diálogo. Pero entre las chicas rusas hay mucha química. Salimos juntas y todo. Y no hay celos porque alguna haya conseguido un buen contrato. ¿Por qué debería haberlos? Esto es trabajo, nada más. Hacés la tuya. Suponte que ahí está Gisele Bündchen. Mal no me va a mirar. Como te decía, es trabajo y punto.

-Volviendo a estas pampas, sabrás que es un país de… a ver cómo decirlo… carne…
-¡Lo sé! Pero no me importa. No me hacen falta lolas enormes para ser una diosa. Ni a mí ni a ninguna mujer. ¿Quién dijo eso? Bueno, también se pueden tener… ¡labios grandes! ¡Ja, ja, ja! En serio, todo eso me parece muy falso. Pensar en Pamela Anderson y toda esa silicona me revuelve el estómago. Y si las lolas no crecen, bueno, mala suerte. En Nueva York me cruzo con un montón de estrellas y me doy cuenta de que sin make up no son nada. Por ejemplo, el otro día la vi a Britney Spears. ¡Dios santo, está gorda y poco coqueta! ¡Muy simplona! Y también la vi hace poco a Gwyneth Paltrow caminando en el Soho, divina, muy natural.

-¿Altura? 1,80 m. ¿Medidas? 81-61-86. ¿Novio? Ninguno. ¿Placeres ocultos? Cigarrillos, literatura clásica rusa y su <i>laptop Mac</i>.

-¿Altura? 1,80 m. ¿Medidas? 81-61-86. ¿Novio? Ninguno. ¿Placeres ocultos? Cigarrillos, literatura clásica rusa y su laptop Mac.

Un backstage de un desfile no es un gallinero ni un club de amigas, pero tampoco hay mala onda. Hacés la tuya. Suponte que ahí esta Gisele Bündchen. Mal no me va a mirar. Es trabajo y punto"">

"Un backstage de un desfile no es un gallinero ni un club de amigas, pero tampoco hay mala onda. Hacés la tuya. Suponte que ahí esta Gisele Bündchen. Mal no me va a mirar. Es trabajo y punto"

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