“No me asustan las mamaderas: estoy lista para ser mamá” – GENTE Online
 

“No me asustan las mamaderas: estoy lista para ser mamá”

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Mutar y permanecer. Amar y olvidar. Llorar y perdonar. Crear y perdurar. Así es Araceli González (41). Con sus benditas curvas intactas pero más rubia, dice que crece cuando cambia... y viceversa: “Cada paso interno se refleja en mi personalidad, en mi pelo, en mi postura… Me rodea nueva gente con el tiempo que pasa. ¡Hasta las parejas cambian!”.

–Y tu pareja desde hace más de un año es Fabián Mazzei. ¿Podés decir que es tu alma gemela?
–Somos de la misma especie, bichos raros que prefieren evitar las fiestas y las cámaras, siempre queriendo volver a casa. Además, todo se dio muy relajado. Los cambios bruscos no me gustan; me tomo mi tiempo para las definiciones, pero cuando aparecen no hay vuelta atrás. Me pasó dos veces.

–¿Puedo adivinar?
–Mejor no. Lo importante es que descubrí que podía ser fiel a mí misma. A veces, en las relaciones uno trata de engañarse, pero desde que empecé a sincerarme, me va mejor.

–¿Incluido el fin de las idas y vueltas con Adrián Suar?
–Prefiero evitar los nombres propios y el pasado. Fabián llegó a mi vida a la edad que tengo y de acuerdo a lo que viví, y disfruto de la entrega que quiero tener y las posibilidades de recibir. Fabi está constantemente preocupado por saber dónde estoy, cómo estoy. Está. Es un ida y vuelta. Es un ser humano increíble y es mi compañero: atento, cuidadoso… No tiene posturas; no le interesa demostrar nada. Es la primera vez que un hombre me hace sentir tan segura.

–¿Qué cambió en la vida cotidiana?
–¡Ya no tengo que hacer el asado! (risas)

–¿Y cocina también para tus hijos Flor (20) y Toto (10)?
–¡Obvio! ¡Ellos viven con nosotros y no hay otra posibilidad! Bueno, en realidad Flor, que cumplirá 21 este año, quiere vivir sola, y me cuesta. Lo pienso y me transpiran las manos.

–¿Cómo fue que empezaron a convivir? ¿Un día Fabián dejó el cepillo de dientes y nadie dijo nada?
–Todo se dio sin fricción. A los hijos hay que decirles siempre la verdad. Cuando me vieron segura, se relajaron.

–¿Estás dispuesta a hacer cualquier cosa por amor?
–Sí, así fui siempre. Mi parte amorosa es débil; cedo y me entrego. Cuando estuve enamorada la peleé siempre, hasta las últimas instancias, porque pensaba que era para toda la vida. Después llegó el tiempo de soltar y liberarme para poder armar una nueva vida. Sufrí mucho las separaciones, pero evolucioné y cambié. Hoy, por amor, soy capaz de ir al fin del mundo.

LA VIDA CON FABIAN. Mientras conversa acaricia su alianza de compromiso. Se lo regaló Fabián el día que cumplían siete meses de novios. La invitó a tomar un café por Pilar, cerca del country donde viven, y en la intimidad de aquel barcito sacó el anillo de Tiffany (de oro blanco) y se lo entregó. “Me morí de amor”, recuerda. Y saben sus amigas más íntimas que lloró de alegría “porque nunca antes un hombre le había regalado una alianza”. Los rumores de una boda inminente rodean a esta Araceli rubia a lo Kate Moss y con ganas de cumplir muchos deseos que postergó durante años.

–¿Cuándo veremos la libreta de matrimonio?
–¡Ayyy! ¡Ya me quieren casar! (se ríe). De verdad, hoy por hoy me interesa más el compromiso. Ya me casé dos veces… La unión de dos personas es maravillosa, pero hoy lo más válido es ser sólido uno con el otro.

–¿Acaso Fabián no quiere tener su fiesta de bodas? Vos sí te casaste con tus dos parejas anteriores.
–¡Nunca pensé que iba a estar enumerando casamientos! La primera vez, con Rubén (Torrente), fue maravilloso. La segunda (con Adrián Suar) fue una ceremonia mucho más íntima, con amigos. Pero con Fabián sentimos que nuestra unión ya existe, que tenemos lo que queríamos.

–Pero vos siempre creíste que el casamiento es como el sello de la familia.
–Bueno, pero yo tengo mi familia armada, con mis hijos, que también existía en los momentos en que los hombres no estaban. Nunca tuvieron una familia destruida, porque siempre traté de que se sintieran en su hogar. Ahora seguimos siendo la misma familia, con Fabián. Para él es más difícil, seguramente… Pero mis hijos le hicieron y le hacen las cosas sencillas. Se respetan mucho. Si no, hubiera sido imposible.

–Entonces ya te sentís “la señora de Mazzei”...
–¡Me encanta ser la señora de Mazzei! Yo sentía que no tenía posibilidades de volver a enamorarme, y Fabián lo logró. Es un hombre que me quiere, que me respeta. ¿Cómo no voy a disfrutar de ser su mujer?

OTRA VEZ MAMA. Dice que de todos los roles, el que mejor la identifica es el de madre. Cuando Florencia sale por las noches es de las que llaman con cualquier excusa (“¿Querés que te deje algo preparado para que te calientes más tarde?”), sólo para saber si su hija llegó bien o a qué hora estará de vuelta en casa. Cuando Toto tiene un examen, es de las que se sientan con paciencia para tomarle Ciencias Naturales o Sociales (“Volví a hacer la primaria”, bromea). Y ni qué hablar de llevarlos al médico, organizar los cumpleaños, participar de las reuniones de padres, recorrer todo Buenos Aires para encontrar el regalo que ellos sueñan o desvelarse toda la noche por una fiebre alta o un celular que no contesta cuando su hija vuelve manejando por la Panamericana. “Al mirar a mis hijos me digo: no lo hice nada mal…”, confiesa.

–Fuiste mamá con diez años de diferencia entre la primera y la segunda vez: tuviste a Florencia en el ’88 y a Tomás en el ’98. ¿Estás buscando quedar embarazada otra vez? Ya estamos en el 2009…
–(Se ríe) Mi abuela, que tiene 95, me dijo el otro día: “Ara, ¿vas a ser mamá de nuevo? Porque dijiste que a los 40 ibas a ser mamá”. Y la verdad es que me encantaría, me renovaría, me rejuvenecería. Si con Flor era la mamá más joven del jardín, ahora voy a ser la más vieja. Sería maravilloso. ¿No te parece?

–¿Y los llantos a la madrugada?
–Bueno, no estaba pensando en ese detalle... No me asustan las mamaderas: estoy lista para ser mamá. Un hijo representa un deseo muy grande, un amor muy hermoso. ¡Me encantan los chicos! Además, estoy siempre pensando en mis hijos, llamándolos, mirándolos, preguntándoles cosas... Mucho más lo haría con un bebé.

–¿No influye el hecho de que Fabián aún no tiene hijos?
–Para él es una cuenta pendiente, le encantaría. Pero no lo vivo como una exigencia. Lo importante es que los dos tenemos claro que estamos bien así.

–¿Y te preocupa el cambio del cuerpo?
–No, para nada. Estoy bien parada en la edad que tengo y no me quiero perder la posibilidad de tener un hijo con Fabián. Me cuidaría pensando más en lo que tiene que ver con la salud, porque sé que mi cuerpo no es el mismo que cuando estuve embarazada de Florencia. Me interiorizaré de los cuidados que sean necesarios, pero no me voy a preocupar por los helados y los kilitos de más…

–Vivís en la casa que construiste sin soñar que podías tener un nuevo proyecto de familia. Ahora que está Fabián, ¿pensaron en mudarse?
–Sí, a mediano plazo estamos ideando un proyecto en Buenos Aires. Y más a largo plazo tengo el sueño de vivir en una playa de México, tener un pequeño restaurante, retirarme de la vida pública. Ser la mujer de Fabián con otra vida, más relajada. Será un retiro programado... cuando pueda decir basta.

AROMA DE MUJER. Bella y camaleónica en lo profesional: modelo, actriz, escritora y, desde el próximo abril, empresaria, con el lanzamiento de un perfume con sello propio. “Tres años atrás empecé a investigar fragancias y esencias, hasta encontrar la que me reflejara. No me gustaría que se dijera que porque soy Araceli puedo hacer cualquier cosa”.

–¿Por qué?
–En este ambiente, a veces hay confusiones. Pero yo respeto mucho a la gente. Quiero que se sepa que trabajé mucho para conseguir un buen resultado. No quiero que elija sólo una marca.

–¿Tres años resumidos en un perfume?
–Definitivamente. Todo lo que me fue pasando, mis trabajos, mis proyectos, ¡hasta mis dispersiones! Ya hice las fotos para la campaña. ¡Estuve más nerviosa que nunca! Creo que tenía que ver con que era yo, Ara, la que estaba detrás de todo. Lo bueno es que pude trabajar con toda mi gente, en mi casa y en mi cama.

–¿Entre tus sábanas?
–Sí, pero sólo con mi familia y mis amigos. Estoy cada vez más exquisita con las compañías. Me planto en lo que siento y quiero. ¡Tantas personas vinieron y se fueron de mi vida...! Algunas mal, otras bien.

–Intuyo un dejo de melancolía.
–Crecí sintiendo las pérdidas. De joven todos éramos amigos, felices e inmortales. Pero las cosas cambiaron.

–Un sincericidio en frasco chico...
–El perfume, el nombre, el color y el envase fueron resultado de un trabajo hermoso y personal. Y ya empecé a trabajar en lo que será mi ropa: femenina y clásica, con toques modernos en colores y texturas.

–La sensibilidad ante todo.
–Sí, por supuesto. Hay personas que creen que la pasión no tiene nada que ver con los negocios: recaudan dinero y se sienten plenas. Yo no. Si encaré este emprendimiento es porque le pongo todo de mí. Si no, me siento vacía.

–¿Seguís escribiendo cuentos infantiles?
–Sí. Todo empezó con Ada, el jardín y los miedos (Editorial Atlántida) y tuvo tanto éxito que hice otro, y otro. Ahora estoy armando el cuarto libro de cuentos y me encanta. Pero también estoy escribiendo un libro sobre mi vida, o la vida de las mujeres de mi familia, que está marcada por mucha soledad, lucha, inseguridades, entrega... Todavía no sé si lo voy a publicar, pero es un proyecto que me encanta y me llena. Hay que alimentar el alma para estar en armonía.

–Y supongo que también el cuerpo, porque vos a los 41 años seguís siendo una marca muy cotizada. ¿Cómo te cuidás: con tranquilidad o con exigencia?
–Con los tratamientos de la esteticista Sandra Dillon, pero sin obsesionarme: comiendo muchas verduras, frutas y proteínas y con la práctica del yoga y las caminatas al aire libre. Aclará que también tengo una mamá y un papá hermosos, lo cual no es un detalle menor, y que estoy bien con mi pareja y mis hijos.

–¿Te deprime tirar los calendarios?
–¡No! Quiero envejecer con dignidad. Nada de bótox. Además, tengo una hija adolescente a quien respeto mucho. No puedo verme más joven o hacer cosas para creer que soy más joven que Flor. Estoy contenta con la edad que tengo y con lo vivido. A veces malo, muchas veces bueno… ¡Estuvo bien! Se casó con Rubén Torrente y nació Florencia (20). Luego se enamoró de Adrián Suar y tuvieron a Tomás (10). Hoy, con Fabián Mazzei (43), también desea ser mamá. “Me encantaría, me renovaría, me rejuvenecería”, afirma.

Se casó con Rubén Torrente y nació Florencia (20). Luego se enamoró de Adrián Suar y tuvieron a Tomás (10). Hoy, con Fabián Mazzei (43), también desea ser mamá. “Me encantaría, me renovaría, me rejuvenecería”, afirma.

“¡Me encanta ser la señora de Mazzei! Yo sentía que no tenía posibilidades de volver a enamorarme, y Fabián lo logró. Es un hombre que me quiere, que me respeta. ¿Cómo no voy a disfrutar de ser su mujer?”

“¡Me encanta ser la señora de Mazzei! Yo sentía que no tenía posibilidades de volver a enamorarme, y Fabián lo logró. Es un hombre que me quiere, que me respeta. ¿Cómo no voy a disfrutar de ser su mujer?”

“Quiero envejecer con  dignidad. Nada de botox. Además, tengo una hija adolescente a quien respeto mucho; no puedo verme más joven o hacer cosas para creer que soy más joven que Flor”.

“Quiero envejecer con dignidad. Nada de botox. Además, tengo una hija adolescente a quien respeto mucho; no puedo verme más joven o hacer cosas para creer que soy más joven que Flor”.

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