“No estoy con Zeta por cholula: me enamoró su forma de ser” – GENTE Online
 

“No estoy con Zeta por cholula: me enamoró su forma de ser”

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A ún recuerdo cuando tenía cinco años y me iba a dormir con las uñas postizas... Siento que tengo varias personalidades. No vayas a creer que ahora cambié… En mi casa hay un montón de pelucas con diferentes colores de pelo y cortes”, cuenta Estefanía Jennifer Claudina Iracet (21, sagitariana), dejando ver sólo la punta del iceberg. ¿El resto del iceberg, o parte del resto? Indica que desde hace un año y medio, la modelo y conductora de RP Music –programa de la señal El Garage TV– está de novia con Zeta Bosio, el bajista de Soda Stereo, ahora –a sus 50– afianzado como conductor y DJ, un hobby que terminó en profesión.

“Siempre fui buena alumna… Pero a los dieciséis años me di cuenta de que no servía de nada ser la abanderada. Así que cambié. Los fines de semana me escapaba para ir a bailar. Como mi habitación tenía balcón, yo salía por ahí, trepaba al techo y bajaba por la reja de la casa vecina. Siempre llevaba una mochila donde ponía la ropa del boliche: la minifalda y el escote que no me dejaban usar mis viejos… La prohibición de mi familia me incentivaba a seguir”, explica Estefanía riendo.

Hoy, la vida de la chica de AP Models no cambió demasiado. “Siempre hago lo que quiero, cuando quiero y contra quien me lo prohíba. Los límites de mi vida los pongo yo”, remarca.

–¿Entonces no se te fue esa rebeldía adolescente?
–No. Todo sigue igual… Hago lo que quiero hacer, y si no me dejan, lo hago igual. Yo no era mala hija, ni tampoco me dejaba estar en la escuela, pero hacía la mía... Además, la edad te lleva a ser un poco más inconsciente e irresponsable. Si hay que poner las cosas en la balanza, todo da a mi favor. No me fue mal… Ellos me querían poner en una caja de cristal para que nada me lastimara, y yo quería pasar por mis propias experiencias.

–Igual, a los 16 conocieron a tu primer novio…
–Y a los 17 me escapé de casa…

–¿Cómo es eso?
–Me habían cansado. Todo el tiempo “no salgas a bailar, no tengas novio, no escuches esto, no hagas lo otro”. Me planté y dije basta. Las peleas eran insoportables, siempre por las mismas historias. Admito que estaba indomable, pero ellos no ayudaban. Así que un día armé el bolso y me fui a la casa de mi novio. Les había dejado una nota y todo.

–¿Qué les pusiste de tu puño y letra?
–Les dije que ellos me habían enseñado a hacer lo que quería en la vida y a armar mi propio futuro, y que yo aprendí de sus enseñanzas. Así que no quería que me siguieran o que me buscaran.

–¿Los dejaste con el corazón en la boca por cuánto tiempo?
–Un mes. Pero a los dos días de haberme ido hablé con mi tía, para que se quedaran tranquilos. No les iba a decir dónde estaba. Volví con otra cabeza… Me dejaron de ver como “la nena” y me trataron como la hija que debían comprender, acompañar y ayudar… La prohibición no era el camino.

–¿Con Zeta compartís esa irreverencia que suele dar el rock?
–No es tan así… En la vida personal, el rockero puede ser muuuuy tranquilo. Una cosa es la imagen que quiere transmitir en el escenario, y otra la vida cotidiana. No hacen de su profesión un estilo de vida. Zeta es súper despojado.

–Qué rara la mezcla rocker y modelo, ¿no?
(Risas) En estos tiempos, por lo general son modelos y futbolistas… A él le tocó ser músico y a mí, modelo. Aunque no se note, tenemos muchas cosas en común. Los dos somos multifacéticos y amamos los viajes. Ahora, Zeta es DJ y yo voy por el mismo camino. Además, no nos gusta programar nada. Somos mucho de disfrutar el hoy. Yo soy así: de repente, me invitás la semana que viene a cenar y yo no estoy, porque mañana se me ocurre tomar un avión e irme a las Islas Canarias.

–¿Te puede seguir el ritmo?
–Sí, y eso está bueno. Tener una buena compañía es lo mejor que te puede pasar.

–¿Qué tiene un músico que no tiene otro hombre?
–Dejáme pensar… Cuando estamos solos me canta, no me deja escuchar la radio en casa y tiene su lado sensible a flor de piel. ¡Un millón de cosas diferentes! Yo soy un poco más fría en todo, y él no… Se cuelga en el tiempo. Los artistas son así… De repente está manejando y yo le voy indicando por dónde tiene que meterse, la luz verde, cómo ganarles espacio a los otros autos… (risas). Mientras yo me estreso, él deja que la energía fluya… Claro, hay veces que me saca.

–Bueno, tal vez son el equilibrio perfecto…
–Totalmente; él me tranquiliza y yo lo acelero.

–¿Ya viven juntos?
–No, todavía tenemos nuestros departamentos. Yo tengo ganas, pero más adelante. Es algo que está en los planes. Pero, bué… Hoy queremos y mañana no. Está buena la intimidad. Hace un año que vivo sola, y un año y medio que estamos en pareja. Todavía nos falta madurar un poco, quemar etapas…

–Papá (Ramunzo, 43) y mamá (Celia, 47) deben estar felices de tener un yerno de su edad…
–Sí, lo adoran…

–Me corrijo, mayor que ellos…
–Ya se acostumbraron. El anterior tenía 41 años y aquel con el que me escapé a los 17, 36... Creo que los elijo mayores por un tema de maduración personal. Un pibe de mi edad me preguntaría: “¿Estudiás o trabajás?” ¡Qué nabo! Me guío por impulsos y me cuesta no hacer lo que quiero. Menos cuando se trata de amor. Tampoco tengo drama con que los hijos de Zeta sean cercanos a mi edad (Simón tiene 18, Juan Bautista,13 y Jaime, 11). Me adapto, juego con ellos.

–¿No te da miedo estar en otro tiempo al que vive Bosio? Tal vez vos querés tener hijos y él ya está realizado...
–Lo pensé y fue parte de alguna crisis. Llegado el momento, se verá… Zeta tiene 50 años, estuvo casado durante 25 y es increíble que haya logrado eso. Pero al mismo tiempo es muy abierto. Nunca me dijo “esto ya lo viví y no lo quiero más”. El vive todo con mis mismas ganas, es como que volvió a salir del cascarón.

–¿Escuchabas Soda Stereo?
(Risas) No, a Soda lo conocí hace dos años… creo. Es sano, porque no estoy con Zeta desde lo cholulo. Lo hago por su forma de ser. Estefanía conoció a Zeta en Córdoba. Ella había viajado por un desfile, y él, por un recital. De inmediato comenzaron las llamadas y salidas. Hoy, aunque no viven juntos, <i>“está en los planes compartir techo algún día”</i>.

Estefanía conoció a Zeta en Córdoba. Ella había viajado por un desfile, y él, por un recital. De inmediato comenzaron las llamadas y salidas. Hoy, aunque no viven juntos, “está en los planes compartir techo algún día”.

<i>”Yo soy así: de repente, me invitás la semana que viene a cenar y yo no estoy, porque mañana se me ocurre tomar un avión e irme a las Islas Canarias”</i>.

”Yo soy así: de repente, me invitás la semana que viene a cenar y yo no estoy, porque mañana se me ocurre tomar un avión e irme a las Islas Canarias”.

<i>“Zeta es un hombre muy abierto a todo. Nunca me dijo</i> “esto ya lo viví y no lo quiero más”<i>. Conmigo es como que volvió a salir del cascarón”</i>.

“Zeta es un hombre muy abierto a todo. Nunca me dijo “esto ya lo viví y no lo quiero más”. Conmigo es como que volvió a salir del cascarón”.

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