“No dejo pasar más libros de cine buenos. Los hago y listo” – GENTE Online
 

“No dejo pasar más libros de cine buenos. Los hago y listo”

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Doce años más tarde, Natalia Oreiro (32) regresó “al castillo encantado de La Habana”, tal como definió el escritor local y precursor del realismo mágico, Alejo Carpentier, al Hotel Nacional de Cuba. Porque esta vez volvió allí para presentar en el Festival de Nuevo Cine Latinoamericano la película Francia, junto a su director, Israel Adrián Caetano. Claro, en 1997, durante su primera visita, cuando su carrera empezaba a encauzarse directo hacia el éxito, Nati conoció Cuba gracias a su determinación de golpear la puerta del despacho de Alejandro Romay, en reclamo de una promesa de vacaciones: “Yo tenía 19 años y estaba en Canal 9, terminando 90-60-90, cuando Romay me llamó para que fuera la protagonista de Ricos y famosos. ‘No. Me quiero ir de viaje’, le respondí. Pero insistió y me aseguró que a mitad de la novela me iba a dar unos días. Se lo recordé; me dijo que me fuera de vacaciones y eligiera el lugar. Así conocí este país. Grabamos una semana en Varadero y luego me vine a La Habana, a este mismo hotel”, relata hoy la exitosa actriz uruguaya, que luego de protagonizar las novelas más vistas en la Argentina y en decenas de países del mundo, y sorprender como cantante cautivando con igual fanatismo a su público, hoy decidió apostar al séptimo arte.

Su 2009 transcurrió, justamente, entre festivales de cine: estuvo en Venecia, San Sebastián (donde recibió mención especial en el segmento Horizontes Latinos), Mar del Plata, Brasilia, Huelva y, ahora, La Habana. Es jueves, el día posterior a su proyección en la sala Charles Chaplin. Los 33 grados transforman a la habitación 427 en el mejor refugio para conversar y, sentada frente a la ventana con vista al Malecón, baja el volumen del cedé de Bola de nieve (apodo de Ignacio Villa, cantante y pianista cubano, famoso por su estilo de interpretar a media voz) que acaba de comprarse, respira y aguarda las preguntas de GENTE.

–Dentro de tu tour de festivales. ¿qué particularidad tiene el de La Habana?
–Los festivales son una oportunidad para mostrar mi trabajo, conocer directores de Latinoamérica y ser testigo de la recepción del público. Acá es todo muy ameno y tranquilo, sin alfombra roja. Para los cubanos el cine es súper importante. Mientras en otras partes del mundo se cierran salas continuamente, acá en cada cuadra hay una. Durante los días del festival se paralizó la ciudad.

–Alguna vez dijiste que te habías cansado de vivir en aviones y hoteles. ¿Cómo se entiende ahora tu suma de horas de vuelo en los últimos meses?
–Viajo desde muy chica; ya estoy acostumbrada. Me pongo el chip que lo tengo que hacer y lo hago. No por obligación: lo disfruto. En estas experiencias aprendés un montón. Recorrés el mundo, conocés nuevas culturas, hablás con la gente, te enriquecés tanto... En mi época de cantante viví cuatro años prácticamente en un avión. ¡Fue buenísimo! Pero llegó un momento en que me despertaba y no sabía en qué lugar del mundo estaba. Visité ciudades donde, por seguridad, no me dejaban salir a la calle. Necesitaba ser Nati, para salir a caminar en patas, como cualquiera, y que nadie me conozca.

–¿Te reconocen en Cuba?
–No, nada. Y está buenísimo que sea así.

–¿Por qué siempre buscás nuevas apuestas? ¿La estabilidad te aburre?
–No sé si es por aburrimiento, pero siempre necesito hacer cosas nuevas. Al estar segura en un lugar, busco un desafío nuevo. Así es mi personalidad: me tiro a la pileta. Después de haber trabajado mucho, cuando algo está encaminado, ahí pego el volantazo y empiezo todo de nuevo, de cero. Desde hace un tiempo tenía ganas de acercarme más al cine. Antes, filmaba una película cada cuatro años. Hasta que un día comprendí que hacer tira no me permitía viajar y dedicarme al cine. Ojo, tampoco abandoné. Me gusta. Supongo que en el 2011 volveré a la tele. Por lo pronto, tengo agendadas tres películas para 2010.

–Varios actores matarían por ser los dueños de esa agenda.
–(Risas) En febrero empezaré a filmar Miss Tacuarembó, dirigida por mi compatriota Martín Sastre, en la que interpreto a una chica que sueña con ser una estrella pop. Luego actuaré en Mala, un thriller de Caetano en el que personificaré a una vengadora de mujeres maltratadas. Y antes de venir para Cuba me confirmaron que a mediados de año rodaremos Freedom for Joe (de Lee Burns, con Robert Patrick y Anne Archer) en Oregon. Ahí cantaré boleros en inglés. Y además sigo leyendo guiones, incluso uno de teatro, que también podrían concretarse pronto.

–¿Qué tenés en cuenta para aceptar un guión?
–Todo el tiempo leo guiones. Por suerte, me llegan cosas muy diversas, y resulta difícil elegir. Tomo en cuenta el guión, el director y que mi personaje sea diferente a lo que he hecho hasta ahora. Para jugarme por un proyecto busco que me conmueva, me provoque y que le pueda aportar algo personal al papel. Lo que sí te aseguro es que ahora no dejo pasar más libros de cine buenos. Los hago y listo.

–¿Pudiste visitar alguna de las atracciones de La Habana?
–¡Claro! Caminé por La Habana Vieja, visité el Capitolio, algunas playas, galerías de arte y el Malecón. La arquitectura de la ciudad antigua es increíble y son alucinantes los autos modelos de los 30’ y 40’ que hay. ¡Y están impecables! Rescato la belleza de las cosas antiguas. Nosotros somos víctimas del consumismo desmedido, con esa creencia equivocada de que cuanto más moderno es un auto, mejor.

–¿Cuando estás de viaje te aislás? ¿Por ejemplo, estuviste al tanto del desarrollo de la cumbre climática en Copenhague?
–Sí. Quince días atrás filmé un video en el que participaron distintos artistas del mundo, y proyectaron en la cumbre. Se llama Cartas de amor para el futuro. Allí hablo sobre el retroceso de los glaciares y planteo mi duda de cómo explicar a las futuras generaciones por qué no hicimos nada para impedir el calentamiento global.

–¿Cuando estás fuera de casa, cómo te conectás con tu gente?
–Desde hace poco llevo una computadora a todos lados aunque, la verdad, no soy muy cibernauta. La uso para cosas del trabajo, sobre todo. Cuando estoy lejos necesito un contacto directo con mis seres queridos. Así que estoy todo el tiempo con el celular... ¡Tengo unas cuentas de teléfono terribles!

–¿Y con Ricardo? ¿Disfrutás de extrañarse o más bien sos de las que sufren la distancia?
–No lo sufro, para nada. Me gusta mi trabajo y él me acompaña en eso. Aparte, si estamos unos días sin vernos, después tratamos de aprovechar el tiempo perdido (ríe pícara).

–Con lo enérgica que sos, imagino los reencuentros.
–Somos como todas las parejas. Me siento incómoda hablando de cosas tan personales. Y además, no es que siempre estoy sola. El también se viene, viaja mucho conmigo.

–¿Lo tenés por acá escondido?
–¿Escondido? No. Ricardo esta acá conmigo, y eso me hace muy feliz. Pero no nos exponemos juntos, para que no nos interne la prensa. Decidimos proteger nuestra vida juntos. Sólo eso. Sobre un Cadillac rosado y dentro de un vestido strapless animal print, diseño de Las Oreiro, Nati acaparó miradas en las calles del Vedado, barrio céntrico de la capital cubana.

Sobre un Cadillac rosado y dentro de un vestido strapless animal print, diseño de Las Oreiro, Nati acaparó miradas en las calles del Vedado, barrio céntrico de la capital cubana.

“Llegó un momento de mi carrera en que me despertaba y no sabía en qué lugar del mundo estaba. Necesitaba ser Nati para salir a caminar en patas, como cualquiera, y que nadie me conozca”

“Llegó un momento de mi carrera en que me despertaba y no sabía en qué lugar del mundo estaba. Necesitaba ser Nati para salir a caminar en patas, como cualquiera, y que nadie me conozca”

“Visité el Capitolio, algunas playas, galerías de arte y el Malecón. La arquitectura de la ciudad antigua es increíble. Rescato la belleza de las cosas antiguas. Nosotros somos víctimas del consumismo desmedido”

“Visité el Capitolio, algunas playas, galerías de arte y el Malecón. La arquitectura de la ciudad antigua es increíble. Rescato la belleza de las cosas antiguas. Nosotros somos víctimas del consumismo desmedido”

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