«No creo que las arrugas y las canas tengan que ver con la honestidad: para honrar mis años quiero verme divina» – GENTE Online
 

"No creo que las arrugas y las canas tengan que ver con la honestidad: para honrar mis años quiero verme divina"

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Estudio fotográfico de Editorial Atlántida. La producción ha comenzado. Moria
-siempre monumental- asoma entre flashes, lámparas y pantallas. Sobre su cabeza
lleva una peluca color cobriza. Hace tan sólo veinticuatro horas abandonó el
post-operatorio, luego de una nueva intervención quirúrgica. Su rostro luce
espléndido y fresco, sin arrugas (calcule como el de una mujer que no supera los
30, ¿me entiende?). Y aún es el rostro de Moria Casán. Hay siete personas en el
set: fotógrafo, periodista (yo), asistente de la diva (Christian Hamze),
productor, maquillador, peinadores… Ahora una nueva perspectiva descubre a Moria
de cuerpo entero. Está completamente desnuda. De pies a cabeza. Tan sólo
cubierta por un nylon transparente. "¿Cómo estás? Nosotros acá, trabajando… ¿Me
ves bien? Estoy fascinada con mi nuevo look. ¿Te gusta cómo quedé?"
, dispara sin
detenerse para recuperar el aliento. No parece incómoda en semejante situación.
Al mismo tiempo, a través de su celular se mantiene en comunicación directa con
su cirujano, el doctor José Juri: "Tengo calor, ¿es normal? Estoy bien,
perfectamente. Sí, voy a mantener las piernas levantadas…",
dice. Sigue desnuda,
claro. Y todavía luce increíble: es difícil sostener la mirada sobre sus ojos.
Continúan los flashes y se suceden luego distintos cambios de vestuario. Y de
pelucas. Dos horas después, comienza la entrevista. De acuerdo a la
recomendación de su médico, Moria Casán mantiene las piernas en alto, sobre otra
silla. Ya está vestida, por supuesto.

-¿Qué se hizo, Moria?
-Un lifting mannequin, que es una técnica nueva que tiene el doctor Juri, que no
es tan invasivo y no deja hematomas. También un touch en el cuello y una
lipoaspiración muy mínima en la cintura y en las piernas. Y me hice un
retoquecito en las rodillas. Parece demasiado, pero fue una mini-intervención
quirúrgica para una macro-Moria.

-Otra operación…

-(Interrumpe). Parecería que soy la que más operaciones se hace, aunque debo ser
la que menos veces pisó un quirófano. Lo que pasa es que cada vez que me hago
algo lo digo, mientras que las demás mienten. Van al quirófano cada quince días,
se ponen bótox, se operan los pómulos y, en muchos casos, terminan desfiguradas.
Porque hay mujeres que eran divinas y, de tanto toquetearse la cara, se
estropearon. Algunas parecen que se quedaron con el bisturí adentro, quedaron
para siempre con una expresión de susto tremenda. ¿Por qué no reconocen que se
operaron? Son prejuiciosas. Si bien no tienen la obligación de contar cuántas
cosas se hicieron, tampoco es sano que digan que se les estiró la cara a través
de la meditación y una dieta de lechuga. Hay determinadas cosas que sólo las
hace un cirujano.

-¿Qué la empujó al quirófano esta vez?
-Quería sentirme un poquito mejor. Había adelgazado y sentía que había una cosa
mínima en el cuellito… Llegué a lo de Juri y él me propuso un refreshment mínimo
y esto del lifting mannequin. Y, de paso, me hice una lipo muy chiquitita.
Estaba bien, pero no me gusta esperar que todo se caiga para recomponerlo.
Tampoco quiero hacer apología de la cirugía plástica ni pretendo ser otra
persona: quiero seguir siendo yo misma pero mejorada. Jamás le dije a Juri:
"Haceme la nariz de aquélla, el mentón de esta otra…". Siempre potencié mis
rasgos, cada intervención valorizó mi rostro.

-¿Le tiene fobia a las arrugas?
-No me gustan. De todas formas, tengo una genética estupenda: a los noventa mi
madre aún conservaba una piel maravillosa. No tengo arrugas y tampoco dejo que
aparezcan. No creo que la cana y las arrugas tengan que ver con la honestidad o
la dignidad. Sé que hay mujeres que dicen: "Yo no me toco porque hay que llevar
bien los años". Yo les contesto: "Si querés llevar bien los años, mejor tocate
un poquito".

-Un análisis básico, superficial, diría que teme al paso del tiempo…
-Absolutamente no. No tengo el síndrome del calendario y me da placer cumplir
años porque eso significa que aún estoy viva. Pero si sigo acá, quiero verme
cada vez más espléndida. A mí nunca me vas a ver con una cana porque me parecen
antiestéticas, me molestan y me hacen sentir sucia. Es como estar sin depilarme,
sin mis manos impecables. Siempre dediqué mucho tiempo a mi piel, a mi cuidado.
Incluso antes de estar en este medio.

-¿El medio y su posición indiscutida de diva nacional la presionan para
mantenerse siempre joven?
-Mi única presión es interior, nace de mí. Yo no tengo que demostrar cosas a
nadie y, aunque trabajo en un medio que vive de los demás, no necesito la
aprobación ajena. Esto es simplemente detalle de coquetería. Yo creo en la
ética, pero no descuido la estética. La televisión es una procesadora, como una
radiografía permanente que no resiste Slim ó cualquier intervención quirúrgica.
Soy muy rigurosa conmigo pero no por eso voy a vender mi alma al diablo ni ando
por la vida buscando la pócima de la juventud.

-¿Se reconoce una chica plástica?
-No soy una chica plástica, pero sí una mujer camaleónica. Acompaño y potencio
los cambios internos con un toquecito de bisturí. La belleza es un equilibrio
entre interior y exterior. No todo se logra en una mesa de quirófano. Es una
actitud, sentirse renovada, mutarse. Estoy en un momento reflexivo: hoy soy una
mezcla de Indra Devi, con la Hermana Bernarda, Osho y Moria Casán. El bisturí
sólo aporta un toquecito fashion o snob.

-¿Recuerda su primera vez en el quirófano?
-Sí, fue en el año 73. Me habían contratado para hacer Frescos y fresquitas y un
mes antes del debut decidí aumentar el tamaño de mis lolas para hacer un final
en topless, algo que nunca se había hecho antes. En vez de comprarme un traje de
final impactante, preferí mostrar mis lolas aumentadas. Pero yo conseguí todo en
la vida sin que me pigmalionise el doctor Juri. Y tampoco llegué al bisturí
porque era un patito feo…

-Las lolas de Moria, todo un capítulo en la historia del espectáculo nacional. A
propósito, ¿jamás pensó en reducir el tamaño de su escote?
-Imposible: mis lolas son patrimonio de la Argentina, pertenecen a la gente. Yo
sólo las cuido y les hablo, como a las plantas…

-¿Son sinceros los hombres que dicen que prefieren "la belleza natural" a las
siliconas?
-La mayoría de los tipos que alaban la belleza natural se hacen claritos en el
pelo y ya pasaron por el quirófano. Porque la coquetería masculina aumentó en
forma impresionante y los hombres se someten al bisturí tanto o más que las
mujeres.

-¿Qué quedó del macho argentino, Moria?
-La masculinidad, el ser macho, no pasa por tener un taller mecánico y cortarte
las uñas con los dientes. Los argentinos están más teñidos que las mujeres… ¡Si
hasta se hacen cirugías de pectorales!

-¿Quiere decir que los argentinos están cada vez más afeminados?
-No afeminados, pero sí más coquetos. Entendieron que, aunque seas divino por
naturaleza, un toque exterior es la frutillita de la torta.

-¿La seduce el hombre coqueto, al que hoy llaman metro-sexual?
-Me encanta el hombre que se preocupa por su imagen. ¡Si desde que lo conozco a
Xavier le insisto en que se tiene que operar las bolsitas de los ojos! Al final
lo convencí y se internó conmigo.

-Otra muestra de amor al estilo Ferrer Vázquez.
-Sin dudas, pero yo creo que también tenía miedo de ir solito. Vino conmigo,
aprovechó y se hizo todo. Durante el post-operatorio, lo que yo llamo el
post-fashion, compartimos la misma habitación. Pero yo no fui su maestra, él
conocía perfectamente la rutina: ya se había hecho la nariz.

-La siguiente pregunta refería a si piensa envejecer al lado de Xavier pero,
evidentemente, no está en sus planes envejecer…
-No me gusta la palabra envejecer. De acuerdo a nuestra cultura, tiene que ver
con el descarte. Es agresiva, despectiva. Yo voy a ser una señora mayor, pero
nunca una vieja. Sé que a los ochenta no voy a tener esta cara, pero igual voy a
estar espléndida. No voy a ser una señora toda estirada porque no quiero vivir
en un quirófano, pero nunca me va a encontrar en un renuncio. Tiene que ver con
la coquetería, es una cuestión de femineidad. Y con respecto a Xavier, él
insiste en que nos casemos y tengamos un hijo, quiere y quiere, pero yo no creo
en la institución del matrimonio. ¿El hijo? Qué se yo, conmigo todo es posible.
Pero por el momento estoy concentrada en armar mi propio show. Después de haber
trabajado con Porcel, Olmedo, Stray, Barbieri y Marrone, no voy a compartir
cartel con nadie más. Va a ser un espectáculo que voy a llevar al interior y al
exterior. Ahora la cabeza soy yo: me lanzo a la aventura sola. Para todo lo
demás, tengo mucho tiempo por delante.

-A propósito, ¿cuántos años tiene, Moria?
-Más de cincuenta... Pero me considero atemporal, eterna. Y de vanguardia,
porque si bien mi cuerpo retrasa el paso del tiempo, mi cabeza está veinte años
adelantada. Yo hice un pacto con la juventud que no tiene nada que ver con Juri
y la cirugía: con los chicos comparto códigos y, en las discos, me dan trato de
diosa pagana.

por Jorge Martínez Carricart
informe: Juan Morris
fotos en estudio: Christian Beliera. Asistente: Gastón Beliera
producción: Sergio Bárbaro
fotos: Maximiliano Vernazza
(Peinó Fabio Alessio para Peluqueros Contemporáneos con productos K.M.S. Agradecimientos: Christian Hamze, Jorge Rovera, pelucas de Miguel Romano, Ricky Sarkany, Caro Cuore, Juana de Arco y Capital)

Moria estrena su nuevo cuerpo y su nueva cara frente a la cámara de GENTE. Desnuda, apenas cubierta por un nylon transparente, tres días después de haber sido operada.

Moria estrena su nuevo cuerpo y su nueva cara frente a la cámara de GENTE. Desnuda, apenas cubierta por un nylon transparente, tres días después de haber sido operada.

No soy una chica plástica, pero si una mujer camaleónica. Acompaño y potencio los cambios internos con un toquecito de bisturí. Entiendo a la belleza como un equilibrio entre el interior y el exterior"">

"No soy una chica plástica, pero si una mujer camaleónica. Acompaño y potencio los cambios internos con un toquecito de bisturí. Entiendo a la belleza como un equilibrio entre el interior y el exterior"

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