“No convocaría a ningún ministro de Kirchner para armar mi gabinete” – GENTE Online
 

“No convocaría a ningún ministro de Kirchner para armar mi gabinete”

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Amagó, amagó, y al despuntar el año se lanzó de lleno a pelear por la presidencia. En rigor, nadie dudaba de que Roberto Lavagna (64) daría el paso que ensayó el miércoles 3 de enero. Y ahora que lo dio, que ya está, que lo dijo al fin, parece más relajado, y eso que no se tomó sus acostumbradas vacaciones en Cariló junto a Claudine, su mujer. En su oficina de Diagonal Norte, le cuenta a GENTE (la única la revista con la que habló) que tuvo “repercusiones positivas, en el sentido de que es bueno que haya alternativas serias para el país”. El hombre descree de las encuestas que le dan, máximo, el 13 por ciento de intención de voto (“¿Son los mismos que decían que Rovira ganaba por 20 puntos en Misiones?”) y tiene la firme convicción de que le puede ganar a Néstor o a Cristina Kirchner. Pero para octubre falta bastante...

–¿Demoró un año en tomar la decisión, o la tenía y quedó prisionero de su palabra de hablar recién en el 2007?

–Mire, cuando salí del Gobierno dije que iba a opinar sobre la situación económica, social y política de la Argentina. Creía que tenía el derecho y el deber de hacerlo, sin especulaciones electorales. El 4 de mayo del 2006 admití, por primera vez, la posibilidad de que esto se transformara en una alternativa electoral, a partir de ver desvíos en el Gobierno y el riesgo de desperdiciar lo que habíamos construido. Y dije que trataría de formular, a lo largo del 2006, ideas y equipos. Así que no seguí sólo un calendario, sino que cumplí con un contenido. Entonces, cuando empezó el 2007, hice explícita la decisión.

–¿Y a quién se la contó
primero?
–Al periodista de Clarín. Simple: fue al primero que recibí…

–¡¿Antes que a su mujer?!
–Sí.

–Así, de golpe…
–No… Tanto en mi casa y mi familia, como en el grupo en que estamos trabajando, era evidente que se había concluido el trazado de un programa. Ahora, la decisión final es estrictamente personal. La tomé y la transmití en el momento que creí adecuado.

–¿Siempre toma decisiones así, de golpe y sin consultar?
–Bueno, aún recuerdo las caras de asombro de los periodistas cuando en la sala de Prensa del Ministerio de Economía les dije: “A partir de mañana queda eliminado el corralito”. Había gente experta, y se quedaron sorprendidos.

–Pero esto fue tan repentino que ni siquiera tiene el nombre de su partido para poner en la boleta. ¿O lo tiene?
–Esas son cuestiones formales, vienen después. Algo hay, pero tenemos que hacer trámites, pasos que hay que dar antes de decirlo públicamente.

–¿O tendrán impreso el nombre de algún partido tradicional…?
–No. Lo nuestro es un frente, donde confluyen varios sectores de la sociedad y partidos políticos.

–Es la primera vez que para ocupar un cargo depende de la voluntad de la gente, ¿verdad?
–Cierto. Pero bueno, hay gente que se pasa la vida dependiendo de un cargo: busca ser diputado, senador, ministro… Como la mayor parte de los argentinos, pasé la mayor parte de mi vida trabajando en el sector privado. Ahora creo que están dadas las condiciones para proponerle a la sociedad un proyecto que no empieza desde cero, sino que trata de defender la base económica que construimos a partir del 2002, y que estamos en riesgo de perder. Y no sólo hay riesgo de perder lo económico: en lo institucional también.

–A propósito de la economía, ¿es real el 10 por ciento de inflación anual que indicó el Gobierno?
–Yo pensé lo mismo que el grueso de los argentinos: eso respondió a una necesidad de la política interna de dos sectores en disputa dentro del Gobierno, pero tiene muy poco que ver con la realidad. Entre el 80 y el 90 por ciento de la gente no cree en ese número, como, en el plano institucional, no cree en la versión oficial del caso Gerez.

–¿Cuál es su opinión?
–El Gobierno nos debe muchas explicaciones en ese caso. Además, no debemos olvidar que hay un desaparecido, Julio López, a quien el gobernador Solá definió como el primer desaparecido de la democracia. Toda la sociedad ve que el tema de Gerez fue poco feliz, y sobre todo, muy poco claro. Es como el caso del costo de vida: la manipulación es muy evidente, tanto en lo económico como en lo político. Pero los argentinos tenemos experiencia, y las mediciones dan una baja credibilidad del Gobierno en estos temas.

–¿Y el costo de vida en el año, cuál fue realmente?
–Tampoco es cuestión de que cada uno invente el suyo. Hay que ser serios. El propio Gobierno calcula un índice de precios trimestral, que abarca la totalidad de los bienes –no algunos– y el último dato arroja 13,4. Casi dos puntos más que a finales del 2005.

–¿Tiene retorno la inflación, o se está desbocando?
–Depende. Hay que vigilar para que la economía no se desvíe. No es falseando o minimizando la realidad como se solucionan los problemas. Si usted falsea los análisis, no se va a curar.

–Vuelvo a la política: ¿cree que en el Gobierno están festejando que usted y Mauricio Macri no hayan llegado a un acuerdo?
–No sé. Es cierto que la dispersión favorece al Gobierno. Pero la realidad es ésta. Y como decía Perón, es la única verdad. Que otra cosa sería mejor, quizá; es probable. Y a lo mejor todavía se puede alcanzar… Cuando uno tiene en claro lo que quiere hacer, no debe tener miedo de dialogar durante un año.

–¿Usted lo quería a Macri en Capital Federal?
–Yo no quiero nada. El es de otro partido. Es como cuando me preguntan si prefiero al Presidente o a la senadora como rivales… Ahí no me meto.

–¿Usted no cierra la puerta a un probable acuerdo?
–No cierro la puerta al diálogo con nadie, tengo claro lo que quiero.

–¿Dialogaría aunque Elisa Carrió diga que usted y Macri son swingers de la política?
–(Silencio)… ¿Carrió creerá que es graciosa? Capaz que lo cree…

–¿Realmente le da igual enfrentar a Néstor Kirchner que a Cristina?
–Eso no depende de mí. Yo hago lo mío: preparo un programa, lanzo una cruzada para la pobreza. Y no dependo de lo que hagan los demás, porque de lo contrario… ¡mi Dios! ¿Qué haría si tuviera que gobernar?

–¿Su ministro más importante será el de Economía?
–No. Por supuesto, las cosas dependen del momento en que uno esté. En el 2002 no cabe ninguna duda que con corralito, corralón, 14 monedas, casi 24 por ciento de desempleo, el ministro más importante era el de Economía. Pero hoy, aunque la economía sigue siendo importante, lo esencial es la cruzada contra la pobreza. Es la búsqueda de un corrimiento de esos sectores, para que salgan de su situación, y de que los trabajadores puedan llegar a la clase media. Asegurar lo que en la Argentina existió hasta los años 70: la seguridad de que los hijos estarán mejor que los padres. En consecuencia, un área que, llámese Acción Social, Desarrollo Social o como quiera, no sea un tema de familia.

–¿Lo dice porque el Presidente puso dos veces a su hermana, Alicia Kirchner, en el cargo?
–Lo social es un tema donde hay que poner los mejores cerebros y equipos. Con el presupuesto actual, más el uno por ciento del producto bruto, si uno se lo reparte a quienes están por debajo de la línea de la pobreza, los saca de allí en cuatro meses. Ahora, si lo gasta en la administración de los programas o en mil programitas que no sirven…

–Hace un rato dijo que tuvo que armar los equipos antes de decidirse. ¿Ya tiene el nombre de su vicepresidente?
–Calma, calma... Así como nadie sabía cuándo iba a lanzar mi candidatura, nadie va a decidir ni el cuándo ni el quién de esa decisión.

–¿Pero piensa tener una relación como la que tiene Kirchner con Daniel Scioli?
–No. No me gustan las mezclas ideológicas. Ellos no tienen nada que ver entre sí. Es más, se han estado peleando hasta hace poco tiempo. Lo de Scioli en la provincia es una muestra de esa mezcolanza ideológica. Basta ver la reacción de algunos sectores que apoyan al Gobierno en la provincia ante el desembarco de Scioli. Es el supuesto pragmatismo, que para ganar elecciones hay que hacer cualquier cosa. Y así nos va.

–¿Convocaría a algún ministro del gabinete de Kirchner para integrar el suyo?
–No.

–¿No?
–Ene-o, no. ¿Está claro?

Lavagna en sus oficinas del centro porteño. Dice que su ministro más importante no será el de Economía, sino el de Desarrollo Social. Y castiga a Kirchner por la inclusión de su hermana Alicia en el área: “<i>No es un tema de familia. En lo social hay que poner a los mejores cerebros</i>”.

Lavagna en sus oficinas del centro porteño. Dice que su ministro más importante no será el de Economía, sino el de Desarrollo Social. Y castiga a Kirchner por la inclusión de su hermana Alicia en el área: “No es un tema de familia. En lo social hay que poner a los mejores cerebros”.

Durante el 2006, Lavagna recorrió el Interior y el Gran Buenos Aires. Pasó por la Escuela N° 24, José Manuel Estrada, de Morón, donde cursó la secundaria. En diciembre estuvo en Córdoba  y San Juan. Fueron ensayos. Ahora viene en serio.

Durante el 2006, Lavagna recorrió el Interior y el Gran Buenos Aires. Pasó por la Escuela N° 24, José Manuel Estrada, de Morón, donde cursó la secundaria. En diciembre estuvo en Córdoba y San Juan. Fueron ensayos. Ahora viene en serio.

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