“No compartiría la cama con un hombre del que no estuviese enamorada” – GENTE Online
 

“No compartiría la cama con un hombre del que no estuviese enamorada”

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Nos permite sincerarnos, antes de encenderle el grabador?
–¡Adelante!

–Admitiremos entonces que si fuéramos abogados, tras observarla en la tapa de Paparazzi, lo pensaríamos bastante antes de salir en su defensa. Hay gran evidencia en su contra allí.
–(Sonríe). Okay. Lo siento.

–¿Sentirlo? ¿Lo siente?
–Seguro. Si yo creyera en semejante evidencia, de ninguna manera aceptaría entrevistas. ¿No te suena raro?

–Convénzanos de que tomemos su caso.
–Prendé el grabador.

Luce tranquila Carolina Paula Baldini (35, porteña). Demasiado tranquila –“salté de la tristeza, al enojo, al relax”, según sintetiza sus cambios de ánimo– para los mediáticos días que recorre. “El ruido que se escucha afuera no se asemeja en nada al que experimento acá adentro”, lanza la metáfora mientras luce cierta paz que hace juego con el ambiente que la rodea: Su espectacular, minimalista y moderna (comenzaron a construirla hace diez meses) casa del barrio La Isla, en Nordelta, desde cuyo ventanales a la laguna surge una canchita de fútbol, delineada a cal, recién armada, y logran oírse los alaridos, festejos y comentarios de Giuliano (5), Gianluca (10) y Giovanni (13), trenzados en un picadito. “Preguntá”, acelera la esposa de Diego Simeone. “Preguntá al hueso”, insiste.

–Un término muy del Cholo. Se lo escuchamos en alguna conversación privada.
–Cierto. Tengo bastante de él.

–¿Su comprensión, también, propagadas las fotos que acaban de tomarle en la Riviera Maya, al lado del musculoso Fabián?
–Fabián, no Adrián, como leí por ahí. Y sí, Diego sabe todo lo que sucedió.

–¿Sucedió algo? ¿Qué? ¿La tercera (la primera vez, en San Bernardo; la segunda, saliendo del cine), resultó la vencida?
–Sucedió que con mis hijos menores, dos amigas y la baby sitter viajamos hacia la Riviera Maya mexicana a pasar unos días de vacaciones. Fabián se encontraba a 45 kilómetros, en Playa del Carmen, trabajando como cualquier guardavidas que deja su país culminado el verano para instalarse en lugares cálidos. Me visitó tres veces en diez días, a la hora del almuerzo, un par de horas, y listo. Terminó la historia.

–Parece que empezó, nomás. Vamos, persuádanos... ¿Qué la motivó a elegir justo la Riviera Maya? ¿Usted sabía de antemano que el amigo circulaba por la zona azteca? ¿Y el DT de River? ¿Era consciente de que se encontraban a charlar? ¿Cuándo y de qué forma lo supo? ¿Se enojó? ¿Qué le dijo?
–Esperá, te contesto de a poco... Punto uno: la familia –e incluyo a Diego– acostumbra a tomarse vacaciones en la zona. ¿Las dos opciones usuales? República Dominicana y México. Habíamos seleccionado Dominicana, y se complicó, por falta de capacidad, el tema alojamiento. Pronto resolvimos volar a la Riviera Maya. Puntos dos, tres y cuatro: Yo sabía que Fabián andaba cerca, Diego no, ni que me visitó. Punto cinco: Se enteró apenas descubrí que nos sacaron fotos. Punto seis: Se enojó fuerte. Punto siete: No voy a reproducir sus palabras.

–¿Vio a quienes los fotografiaron?
–Lógico. Guardo en el recuerdo la cara del que lo hizo. Y las vendió por dos mangos. De cuarta. Una lástima. Va a gastarlos en remedios.

–¿Intentó convencerlo de que evitara esparcirlas?
–Yo no. Fabián quiso pararse. Lo convencí de que se quedara tranquilo, que no podíamos ni merecíamos ocultar una amistad. Y he aquí uno de los motivos de dejar correr la bola, de aceptar esta entrevista... No quiero dar el brazo a torcer. Creo en la amistad entre el hombre y la mujer y en la libertad de no esconderla.

–Convengamos que una amistad de metro ochenta, pectorales marcados, bronceado caribeño y su edad, al menos huele sospechosa.
–¿Sospechosa?

–Imagine las cosas al revés. Suponga que el Cholo aparece acompañado de una bomba, y en su situación?
–Escucharía la explicación. ¿Ves casual que llevemos dieciséis años de pareja? Nosotros nos decimos siempre la verdad. Aparte, y te consulto yo, de pretender pasar la noche con alguien, ¿me encontrarían de día?; de vivir un affaire, ¿no me escaparía a una playa desierta?

–Aceptable defensa. No obstante, existe una explicación que acabaría la discusión, sepultar los rumores. Una explicación de tres letras...
–¿La palabra “gay”? Escuché a opinólogos mencionarla. Error. Si bien está separado y sin novia, tiene una hija adolescente y le encantan las mujeres. Ojo que me sugirieron varios: “Declará que tu amigo es gay, y te salvás”. “Jamás”, contesté.

–¿Combina con sus gustos masculinos? ¿O prefiere los morochos?... Perdón, ¿Fabián no es teñido?
–Teñido no es. Tampoco pienso en los atributos físicos del hombre. Me concentro en su mirada y su personalidad.

–¿Ergo?
–Te repito: somos amigos.

–¿Amigos con derecho a qué?
–Derecho a ser amigos. Lo que no descarto es poder enamorarme de cualquier persona, incluso del mismo Fabián. No lo descarto. Cuando el amor te llega... No sé si me voy a enamorar de vos.

–Le aclaro que soy de Boca Juniors.
–Cero impedimento. No importa. El amor te llega. Si vuelvo a enamorarme, se van a enterar sin necesidad de reporteros gráficos o seudo reporteros gráficos.

–¿Cree en el sexo sin enamoramiento?
–Olvidáte. No compartiría la cama con un hombre del que no estuviese enamorada.

–¿Cuándo fue la última vez que, que, que...? ¿Usted entiende?
–Uf, no te lo voy a contar.

–¿Con el Cholo?
–Tampoco te lo voy a contar. Se trata de cosas íntimas. Soy una chica decente. Los dos somos personas decentes.

–¿Y Diego entiende su situación? ¿Se habla con Fabián? ¿Se conocen? ¿Se trenzan en partiditos sobre la arena?
–Ambos se conocen de San Bernardo, y no suelen tratarse.

–¿Usted no le acercó al Cholo el número de celular de Fabián, por si deseaba aclarar o consultarle dudas?
–El confía en mí, yo en él.

–¿Tanto como para poner las manos en el fuego por el otro?
–Sólo pondría las manos en el fuego por mí y mis hijos. Yo sé lo que hago y sé lo que mis hijos hacen.

–¿Cuál es su contexto matrimonial actual?
–Igual que la última vez que hablamos, durante la época de Bailando por un sueño. Cuesta encontrar lo que se perdió. Continuamos remándola. Ojalá el final, cerca o separados, represente lo mejor para los chicos. Podemos distanciarnos, no pelearnos. Nos une una relación fuertísima. Nos observamos y conocemos qué pensamos.

–Léase que no le sorprendió enterarse de que el Cholo resolvió apartar al Burrito Ortega del equipo millonario...
–Respetó sus instintos y actuó convencido. Te juro que le dolió tomar la decisión. No iba a ser cómplice. Muchos ídolos argentinos que han sufrido y sufren distintas enfermedades y han protagonizado y protagonizan escándalos, no encontraron alrededor individuos centrados que les peguen un bife y los ayuden a recordarles su condición de personas, antes que de ídolos. Lo apoyo cien por ciento. Ese chico se debe curar de alguna manera.

–¿Puede curarse todavía su relación con Simeone?
–Obvio, la relación se resquebrajó, no se rompió. Aún aspiro a reconciliarme. Nos visita a diario.

–Sin embargo...
–Hoy por las noches siento un vacío. Se extraña, crecimos juntos. ¿Mi consuelo? El control remoto para mí sola.

–Tiene el control, ¿no un hombre, un amante?
–Exacto. No tengo amantes... por ahora.

–Confiésenos qué opinan los chicos del caso.
–Pese a que opto por no dejarles ver ciclos de chimentos y los aislé de la porquería que se difunde, les anticipé que se había repetido lo de San Bernardo y lo de la salida al cine, y les recomendé consultarme a la cara las dudas que los invadían.

–¿Pero no le dio ni un poco de culpa saber que en las canchas, a su marido, los hinchas contrarios vayan a recibirlo con cuernos y a sus hijos, los compañeritos de la escuela, con muñequitos de He-Man?
–Dolerá, lo percibo. Diego no sólo es un caballero sino también un señor respetable. Quienes lo insulten quizá no. En nuestro país se respira machismo. Seguimos en la época de las cavernas, a lo sumo en 1810. Una mujer en pollerita corta tal vez únicamente busca lucir sus lindas piernas, no levantar tipos. Una mujer conversando con un muchacho tal vez únicamente busca conversar con el muchacho. No me arrepiento de mostrarme al natural.

–De corazón, Baldini, ¿la chica de barrio criada en Coghlan, que colocaba monedas sobre la vía para que las pise el tren, caminaba los túneles esquivando ratas y le cocinaba a la hermana, creería su versión santa después de sorprenderla en la tapa de una revista, acompañada por el fornido Fabián Orlovsky?
–Cuando la chica de Coghlan no estaba tan expuesta, no hubiese creído. Ocurre que, cuando la chica de barrio saltó del otro lado y conoció la cantidad de irrealidades que se publican y divulgan, dejó los prejuicios de lado. Poné que me apoyaría.

–¿Juraría que nunca le fue infiel al Cholo?
–¿Infiel? Juro que no... ¿Listo...? ¿Vas a tomar mi caso?

–Complicado. Y si en dos meses nos desayunamos con que hubo un romance y lo blanquean, ¿de dónde nos colgamos?
–Difícil aunque... pueden pasar tantas cosas en dos meses. A orillas de la laguna que bordea su casa, la morocha de 1,70, 88-58-85 y 300 abdominales diarias cuenta que en un par de días “<i>salté de la tristeza, al enojo, al relax</i>”, apenas propagadas sus flamantes imágenes cerca del corpulento rubio.

A orillas de la laguna que bordea su casa, la morocha de 1,70, 88-58-85 y 300 abdominales diarias cuenta que en un par de días “salté de la tristeza, al enojo, al relax”, apenas propagadas sus flamantes imágenes cerca del corpulento rubio.

México. En agosto.

México. En agosto.

“<i>Opto por no dejarles a mis chicos ver programas de chimentos, los aislé de la porquería que se difunde y les recomendé consultarme a la cara las dudas que los invadían</i>”.

Opto por no dejarles a mis chicos ver programas de chimentos, los aislé de la porquería que se difunde y les recomendé consultarme a la cara las dudas que los invadían”.

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