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Los Kirchner –que en lengua croata significa “hombre de la iglesia”–
fueron pioneros de la Patagonia. A fines del siglo XIX, Oma Kirchner y su esposo
emigraron desde la ciudad de Interlaken –en el cantón suizo alemán
de Berna– con rumbo al desolado pueblo de Río Gallegos. Allí
tuvieron una prole numerosa que bautizaron con nombres criollos. En tiempos de
la Patagonia Rebelde, Néstor Carlos Kirchner (abuelo del actual presidente
electo) montó el almacén de ramos generales Kirchner & Cuiñas,
dentro de su propia casa de chapas. El negocio fue tan próspero como numerosa
su familia: tuvo cinco hijos. De acuerdo a la tradición, al mayor lo bautizó
con su mismo nombre. Néstor Carlos (h) pronto se convirtió en el
primer mecánico dental del pueblo, administró el cine Carreras y
armó su empresa como mayorista de golosinas. Fue también telegrafista
del correo y, cable mediante, conoció a su par en Punta Arenas: Juana María
Ostoic. El encuentro finalmente se produjo tiempo después –durante
un partido de fútbol–, y tuvo destino de altar. El fruto del matrimonio
fueron sus tres hijos: Alicia, María Cristina y un único varón,
a quien inevitablemente bautizaron Néstor Carlos.

Néstor Carlos Kirchner nació el 25 de febrero de 1950. De su padre
heredó la pasión por Racing y el sentimiento peronista. Entonces,
Santa Cruz aún era Territorio Nacional, el ciclo lectivo se extendía
de septiembre a mayo, para evitar el crudo invierno, y no existía el jardín
de infantes. La única escuela era el Nacional Nº 1 Hernando de Magallanes,
que durante los dos primeros gobiernos de Perón fue rebautizada Escuela
Eva Perón. Sin embargo, Néstor Carlos (N. de la R.: todos usaban
los dos nombres cada vez que se referían a él para distinguirlo
de su padre, a quien sólo lo llamaban por el primero) ingresó a
primero inferior en 1955, luego de la autotitulada Revolución Libertadora.
La maestra Digna Martínez fue quien lo recibió en el aula: “Era
un chico callado, para nada conversador ni inquieto, pero llamaba la atención
porque era muy observador. Yo le enseñé a leer y a escribir, aunque
debo reconocer que él llegó al primario con la mano adiestrada...”
,
asegura hoy.

Sus primeras lecturas fueron historietas de superhéroes que llegaban al
sur argentino con el sello made in México, y la revista Billiken. Como
su cumpleaños generalmente coincidía con el carnaval, las fiestas
que lo tuvieron como anfitrión fueron de disfraces. María Juana
Ostoic se encargaba personalmente del vestuario de su hijo. Hoy, muchos de sus
amigos coinciden en que sus disfraces más logrados fueron de vaquero y
de granadero. En el invierno, la diversión se acotaba al patinaje sobre
hielo en el baldío vecino a la escuela. Cuando el clima se mantenía
aún seco, el joven Néstor demostró tener recursos: abría
la canilla del patio escolar hasta formar una laguna que se congelaba en instantes.
Sus amigos aún envidian su viejo trineo para tres personas, único
en la ciudad, construido con un cajón de madera, algunos alambres, y equipado
con dos palos de escoba y clavos para deslizarse...

En el año 57, luego de la creación de la provincia de Santa Cruz
y sucesivas huelgas docentes, Néstor Carlos y la mayoría de sus
compañeros se mudaron al Colegio Provincial República de Guatemala.
Allí, el actual presidente electo recibió el apodo con el que hoy
lo conoce toda su provincia: Lupín, por su parecido al aviador que encabezaba
las historietas de la revista Rico Tipo. También descubrió sus aptitudes
para el básquet. Fue pivot en el equipo del colegio y pronto integró
la Selección de Río Gallegos. “No era un súper dotado
para el deporte, más bien todo lo contrario. Pero era obstinado, tenía
voluntad y se mostraba capaz de dejar el cuerpo en la cancha antes de darse por
vencido”
, recuerda su entrenador Enrique García Pacheco. La anécdota
que mejor describe su carácter ocurrió cuando se enfrentaron los
seleccionados de Río Gallegos y Punta Arenas. Faltaban tres segundos para
el final del partido internacional y los santacruceños se imponían
por un tanto cuando un rival tomó el balón y comenzó su carrera
hacia el aro. Ante lo que parecía una derrota inevitable, Lupín
saltó del banco de suplentes –adonde estaba por “exceso de faltas”–,
irrumpió en la cancha y abrazó al adversario impidiéndole
concretar el doble. Obviamente, todo terminó en una gresca general, pero
la victoria fue para la Selección de Río Gallegos. “Nadie
se dio cuenta que había sido yo
–cuenta el propio Kirchner–.
Pensaron en el técnico, un chico joven y parecido a mi. En la batahola,
fui el único que no salió lastimado. Cuando se enteraron, me querían
agarrar los contrarios… y mis compañeros”
.

Entonces, en la flamante capital provincial existía un lugar excluyente
para ir a bailar: la confitería Mónaco. Allí, los jóvenes
debatían los asuntos del corazón al ritmo de las canciones de El
Club del Clan, alguna cumbia colombiana y Los Beatles, aún hoy el grupo
preferido de Kirchner. A propósito, su amiga y vecina Rita Drisaldi de
González recuerda: “Las chicas no se volvían locas por él,
aunque tuvo sus novias... Néstor era el más alto de quinto año
y llevaba el pelo engominado. Era un apasionado del fútbol, de la historia
argentina y sobresalía en Matemáticas. Ya en la secundaria decía
que iba a ser abogado, pero también pensó en estudiar Ingeniería”
.

Su primer cargo electivo fue como presidente del Centro de Estudiantes del colegio
República de Guatemala. “Gané con la mayor diferencia registrada
hasta entonces”
, repite Kirchner orgulloso, casi cuarenta años
después. Desde aquel cargo apoyó cada una de las huelgas contra
el gobierno de Onganía, y organizó una sentada para impedir la expulsión
de una profesora. “No duramos mucho porque en esa época no había
asfalto en Río Gallegos, y nos tuvimos que sentar en el barro... Pero sin
dudas, que ése fue el primer acto político organizado por el presidente
electo”
, recuerdan hoy sus compañeros. Ya entonces, Kirchner se
reconocía peronista “desde la cuna”. Continúa Drisaldi:
“En cierta oportunidad, Néstor fue con el equipo de básquet
a jugar a San Julián. En aquel momento se encontraba de visita en el país
Charles De Gaulle, por quien los peronistas sentían admiración.
Como homenaje, Néstor formó a sus compañeros en el hotel
y juntos entonaron la marcha peronista, aunque cambiaron el estribillo por
‘De
Gaulle, De Gaulle / qué grande sos’. Fue todo muy emotivo, pero
el problema fue que el dueño del hotel era radical y los echó a
patadas”
.

Recibido de bachiller, Kirchner viajó a La Plata para iniciar la carrera
de Derecho. Militó en la Federación Universitaria de la Revolución
Nacional (una rama del peronismo de izquierda) y, entre debates políticos,
conoció a una bella chica platense, Cristina Fernández. Cuando regresó
a Santa Cruz para las vacaciones, sorprendió a todos con su cambio radical
de look: “Volvió con el pelo largo como tenía Nito Mestre,
y se lo veía muy flaco”
, aseguran. Pocos detalles se conocen de
su love story con Cristina: tan sólo que él la deslumbró
con su inteligencia, que en un acto de arrojo le propuso estudiar juntos, y que
mantuvieron un noviazgo que duró sólo seis meses. El 9 de mayo de
1975, Néstor y Cristina se casaron por Civil. Durante la celebración,
los amigos de los novios entonaron la marcha peronista, lo que enfureció
al padre de Cristina, que se definía balbinista. “En el 76, cuando
la democracia parecía tan sólo una idea remota, Néstor me
dijo que quería terminar sus estudios porque iba a ser gobernador de Santa
Cruz. Obviamente, lo primero que pensé fue:
‘Este tipo está
loco’”.

En 1976, Néstor regresó a Río Gallegos con su título
de abogado, abrió el Estudio Jurídico Kirchner, y compró
su primer auto (un Citröen 3CV blanco). El bufete pronto se convirtió
en uno de los más importantes de la provincia, y los Kirchner decidieron
invertir en bienes raíces: antes del año 83 ya contaban con 22 propiedades
en la ciudad.

El 16 de febrero del 77 nació su primer hijo. Y si bien el Néstor
pretendió bautizarlo de acuerdo a la tradición familiar, su esposa
se opuso y el nene se llamó Máximo Carlos. “Eran tiempos
difíciles para los que militábamos en política. Muchos de
nuestros compañeros fueron detenidos y jamás aparecieron...”
,
recuerda hoy Cristina. Treinta días después de haber sido padre
por primera vez, Néstor fue detenido por la policía cuando regresaba
a su casa, y puesto a disposición por el 5º Cuerpo del Ejército.
Toda la ciudad reclamó por su libertad, que obtuvo luego de tres días
de encierro.

Su socio en el estudio, Domingo Ortíz de Zárate, recuerda: “Le
encantaban los desafíos. Una vez, nos fuimos a Punta Arenas, en Chile,
a defender a un argentino acusado de espía. Y en el ‘78, nos pusieron
una bomba y nos intentaron incendiar el estudio. Al día siguiente, Néstor
ya estaba trabajando otra vez.”

Anticipándose al l regreso de la democracia, Kirchner fundó el Ateneo
Juan Domingo Perón en Río Gallegos, y desde allí comenzó
a construir su carrera política. En el año 83, el gobernador Arturo
Puriccelli lo nombró presidente de la Caja de Previsión Social (cargo
que desempeñó por poco tiempo). Cuatro años después
se postuló como candidato a intendente de Río Gallegos. Por primera
vez, su nombre fue impreso en una boleta. El día previo a las elecciones,
su amigo Javier Batata Mansilla lo invitó a compartir un asado en su taller
mecánico junto a otros ex compañeros del Colegio República
de Guatemala. Para semejante ocasión, Lupín vistió una campera
de cuero marrón. El escrutinio fue lento y reflejó una diferencia
de 111 votos a su favor. “Recién me enteré que había
ganado cuando mi rival en los comicios golpeó la puerta de casa para felicitarme”
,
recueda Kirchner. Desde entonces, el asado en el taller de Batata y la campera
de cuero son sus principales cábalas electorales.

En 1989 –un lustro después de perder un embarazo de seis meses–,
Cristina dio a luz a su hija Florencia. Con su mujer ya consagrada diputada provincial,
los Kirchner fueron principal oposición del gobernador justicialista Ricardo
de Val. Finalmente, en 1991, Néstor Carlos ganó la gobernación
de Santa Cruz con tan sólo el 30,44 % de los votos. Durante la campaña,
en plena ruta y rumbo a la localidad de San Julián, lo sorprendió
la erupción del volcán Hudson. Las cenizas taparon su vehículo,
y estuvo ocho horas perdido. Asumió, legitimó su poder con actos
de gobierno y, cuatro años después, consiguió la reelección
con el 62,1 %. Mediante una reforma de la Constitución provincial (a través
de la cual también amplió el número de jueces de la Corte
Suprema), en 1999 consiguió su segunda reelección.
En diciembre de 2001 –luego de una entrevista en la Casa Rosada con el entonces
presidente interino Adolfo Rodríguez Saá–, Kirchner confesó
públicamente por primera vez su deseo de ser presidente. Cristina lo vio
por televisión y pensó lo mismo que en 1976: “Este tipo
está loco”
.

por Jorge Martínez Carricart y Hugo Martin
fotos: Maximiliano Vernazza y Enrique Hart
(enviados especiales a Santa Cruz)Cristina y Néstor se conocieron en la Facultad de Derecho de La Plata. El la deslumbró con su inteligencia, y en un acto de arrojo le propuso estudiar juntos. Se casaron luego de un noviazgo de seis meses, y hoy ya llevan 28 años como matrimonio.

Cristina y Néstor se conocieron en la Facultad de Derecho de La Plata. El la deslumbró con su inteligencia, y en un acto de arrojo le propuso estudiar juntos. Se casaron luego de un noviazgo de seis meses, y hoy ya llevan 28 años como matrimonio.

Cuando volvió de La Plata para pasar sus primeras vacaciones en Santa Cruz, nos sorprendió a todos con su aspecto: tenía el pelo largo como Nito Mestre y estaba mucho más flaco”, recuerda hoy su amiga y vecina Rita Drisaldi.

Cuando volvió de La Plata para pasar sus primeras vacaciones en Santa Cruz, nos sorprendió a todos con su aspecto: tenía el pelo largo como Nito Mestre y estaba mucho más flaco”, recuerda hoy su amiga y vecina Rita Drisaldi.

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