Ssiete años juntos. Pero a pesar de todos los pronósticos, la famosa comezón del séptimo año (ese mitológico verdugo de los concubinos) ni se asoma. Nada de buscar refrigeración con un vestidito blanco, como la Marilyn Monroe del film de Billy Wilder. ¿Entonces? ¿Qué mejor que aprovechar la gira norteamericana de Diego Torres para otro paradisíaco descanso miamense? Sí: el plan soñado de la modelo y conductora Débora Bello, que puso en el freezer su agenda para poder “ser turista y comerse un pancho en la vereda” sin que nadie los señale. Es que el anonimato tiene sus beneficios. Un momento único para echarse panza arriba, hacer playa y perder el tiempo (¡o ganarlo!) en el envidiable departamento que tienen con vista al océano. Bueno, claro está, eso hasta que... ¡eureka!... les vemos cada píxel de piel de sus cuerpos. Como cuando el cantante toma a su guapa chica del trasero mientras ingresan al mar. “Lo máximo que nos separamos son veinte días en el año”, explica Bello. “¿Lo más atractivo de ella? Su interior”, repite Diego hasta el cansancio.
¿Planes del hacer poco y nada? Fácil: se levantan a media mañana, desayunan con mate (es regla, vayan donde vayan), hacen playa en las arenas más desiertas de la Florida, y shopping en Lincoln Road y The Webster. Pero las vacaciones no terminan ahí. La agenda del músico ya los paseó por Los Angeles (el 3 de junio se presentó en el House of Blues) y Nueva York, donde una semana después agotó el Irving Plaza. El último show del tour norteamericano de Torres para presentar su disco Distinto fue en The Fillmore (Miami), donde hizo un set de veintitrés canciones (una dedicada a la fallecida Mercedes Sosa y otra a su propia familia) ante miles de personas, entre los que se encontraban el actor australiano Matt Passmore y el periodista Jaime Bayly. A los pocos días, y después de subir fotos a Twitter junto a sus fans neoyorquinos, el músico anunció sus fechas en el porteño Gran Rex (13, 14 y 15 de octubre). Por lo pronto, más de la buena vida. Un poco más de idilio para Diego y Débora, que mientras sepan que se puede siguen tentando al futuro con el corazón, para superar mucho más que 500 días de verano juntos. 
Miércoles 15, a las 13 horas. Abrazadísimos, Débora y Diego salen del mar después del ansiado chapuzón para combatir los 30 grados bajo el sol del mediodía. ¿Más tarde? Paseos en Vespa y shopping.
Entre juegos y arrumacos, los tortolitos se divirtieron en el agua. Merecidísimo descanso para Torres, que hizo tres shows sold out en Los Angeles, Nueva York y Miami. ¡Top!
¿Locos por las compras? ¡Bingo! Habitués totales en mega malls como Lincoln Road y The Webster. Caminaron por Ocean Drive y obvio, pasaron por sus restós favoritos: Prima Pasta y Baires Grill.
