“Muchas veces no tomo conciencia de lo que hice” – GENTE Online
 

“Muchas veces no tomo conciencia de lo que hice”

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Sabés qué se siente en esos 30 segundos previos, cuando el programa está por empezar? Ahí atrás respiro y pienso: ‘¿Qué hago acá?’. En serio, eso siento. Son nervios, un cosquilleo... Increíble. Me pasa siempre, por más que lleve 22 temporadas con ShowMatch. Y después salgo, empiezo a hablar y listo; la palabra es sanadora para mí. Se me pasan los nervios, empiezo a disfrutar. Lo amo. No podría hacer otra cosa. Cada mañana, cuando me levanto, le agradezco a Dios poder vivir de este trabajo”.

Marcelo Tinelli permanece allí, en la mágica cuadratura de un televisor. Y se sana a sí mismo, se despoja de los retorcijones del debut, cuando le fluye el verbo. Y saluda. Juega. Hace jugar. Compite. Hipnotiza. “Y me sorprendo una y otra vez. Porque cuando vuelvo a la tele... vuelvo. Siento como que desaprendí lo que sabía, que arranco de cero cada vez. No soy el mismo de aquel primer programa, cuando me veía tan duro, pero... El otro día leía algo de Ravi Shankar. Decía que ser olvidadizo es una bendición. Y yo soy olvidadizo. No lo hago a propósito, eh. Me encanta que me pase eso, porque la gente se sorprende a la par mía. Siempre es como una primera vez”.

Dice que sigue siendo un tipo cualquiera, que no sabe bailar, cantar ni hablar inglés. Y que no dista mucho del televidente común, ese que lo elige desde hace más de dos décadas. ¿Un esbozo de su secreto, quizá? “No puedo creer en nada de lo que hice. Hasta muchas veces pienso que no soy yo de quien están hablando, no tomo conciencia. ¿Será bueno o malo? Nunca digo ‘¡Uy, qué grosso!’”, se sincera Marcelo en la intimidad de su nuevo regreso. El Bailando, los sueños, el jurado, su imán...

En buena línea (bajó cinco kilos desde su viaje a Europa, en base a una dieta estricta y entrenamiento constante), entusiasmado por la apuesta de este ciclo (la televisación en alta definición, inédito para un show argentino) y con los clics que lo hicieron un clásico. Tinelli en su salsa, obra del gourmet que mejor conoce el paladar nacional.

“Valoro mucho el género de entretenimientos. La ficción tiene más chapa, como que está visto como más pensante o de más laburo. Y para mí este género te demanda mucho trabajo. Entretener y sacarle una sonrisa al público no es fácil”, arranca Marcelo (51), dispuesto a abrirnos las puertas de su intimidad. En su cabeza, el show había comenzado desde hacía tiempo. Mucho antes del lunes.

–¿Cómo mantenés el “ojo del tigre” después de tantas temporadas? La ambición, las ganas...
–Porque esto me encanta. Y estoy orgulloso y feliz con lo que hago. Trabajo con un grupo de gente que es divina, y eso a mí me motiva. Nunca podría tomarme ni un año sabático.

–¿Y esta última semana cómo la pasaste? ¿Es especial?
–En los días previos ya empiezo a vivir la ansiedad. Por ahí hasta me encuentro respondiéndoles no muy bien a mis hijos, y les pido perdón. Me pasa. No es que me cueste dormir, pero sí estoy más atento, me entreno más, voy pensando en cómo interactuar con cada uno de los invitados... Lo vivo de una manera muy especial.

–Y el secreto de tu éxito es...
–No sé... Hay un montón de factores. Siempre pienso en que las cámaras están tomando un show divertido que sucede, no que estamos trabajando. Yo ni miro a cámara. A esta altura ya no me cambian cinco puntos de rating más o menos. El año pasado promediamos casi 30, que es muchísimo, con picos de 40. Y el año anterior, 21.8. ¿Qué pudo haber sucedido entre temporada y temporada? Quizás influyó que haya estado mejor en lo personal, porque en el 2009 me acababa de separar. Esto lo comparo con una salsa: vas tirando los ingredientes y probás. El año pasado, de la salsa que hicimos salieron un montón de gags, polémicas, situaciones... Se habló mucho del programa. Me decían que se había perdido la esencia del baile, pero tenés que buscarle un cuento que complemente las 9 horas semanales del certamen.
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La rutina no se alteró demasiado: entrenamiento por la mañana con Pablo Benadiba, reuniones frecuentes con Pablo Chato Prada y Federico Hoppe (sus históricos jefes de producción), la adrenalina corriendo por el cuerpo y un domingo a pura prueba, desde el estudio mismo de su productora.

El lunes arrancó la era de la Alta Definición en Ideas del Sur. Para eso se hizo una gran inversión (ocho cámaras nuevas, nueva iluminación, la pantalla Led de 13x5 metros) y se ultimaron detalles según la nueva tecnología. Incluido el maquillaje, que ahora cobra una nueva dimensión. “Traje nuevos productos de Europa, porque esta cámara ve cuatro veces más que la standard. Son en base a siliconas, lo último de lo último”, comentaba Irene Paré, maquilladora personal de Marcelo desde hace diez años. El domingo se cumplió la prueba de sonido y una treintena de personas se entusiasmó con lo que la pantalla mostraba. Marcelo, muy compenetrado y de buen humor, se retiró muy tarde de Olleros. “Duermo siete, ocho horas diarias. Me alimento bien, como sano. No hay muchos secretos”, contaría.

–Incorporás una nueva tecnología para esta temporada.
–Eso implica un cambio grande, y ojalá que la gente lo pueda disfrutar. Estamos adelantándonos a lo que será masivo dentro de unos años. Ahora se verán todos los detalles. Es un compromiso importante.

–¿Y cómo te sentís en esta etapa post-50 años?
–Cuando cumplí los 50 me pegó. Después me acostumbré. Y ahora, con toda la experiencia, me siento mejor que a los 40, mirá lo que te digo. Hasta físicamente mejor. La edad no me pesa en lo más mínimo. Y no me pongo a pensar “esto lo debería hacer porque tengo 51, o esto mejor no”. Para mí no va en la edad sino en la energía. Corro los mismos kilómetros que antes, salgo y voy a un boliche con mis hijas y me gusta. Soy simple, casero, de ir a tomar un café con amigos, salir a comer, jugar al fútbol, ver una película...

–¿Te quedan sueños por cumplir en la tele?
–Mmmm... sueños... El tema de los deseos lo tengo bastante calmo. No digo que no haya que desear, pero soy un tipo que vive mucho el hoy. Desde chiquito, cuando vivía en Bolívar, fui feliz con lo que tenía. Me regalaban un camioncito de juguete y era feliz. Siempre me sentí completo en un 100 por ciento. Soy un agradecido. Sueños puedo tener en lo futbolístico: que San Lorenzo gane la Copa Libertadores... Pero volviendo a la tele, no la vivo como el enfrentamiento de uno contra otro. Yo vengo, laburo y me encanta lo que hago. Y si le puede ir bien al otro, bárbaro.

–Pero viste que se habla de Tinelli versus Susana...
–Sí, pero entonces tendría que estar peleado con todos los que compartieron franja horaria en distintos canales. Imaginate... Con (Adrián) Suar, con quien competimos durante 14 años, pudimos mantener una amistad. No tengo enfrentamientos. Los escritorios son redondos, nunca sabés lo que puede pasar en el futuro. No tengo esas cosas talibanes, fundamentalistas, eso de estoy de un lado y vos del otro. Competir con Susana no es algo que me gustaría que pasara, por todo lo que se arma atrás. No porque me pase algo con ella, ya que tengo la mejor onda y la adoro.

–¿Qué sentís cuando entrás al edificio de Ideas del Sur?
–Me sorprendo. Recuerdo cuando esto era una fábrica de paraguas. Todavía me acuerdo: pasé con el auto y vi el cartel en un galpón gigante: “Se alquila o se vende”. Paré, toqué timbre y me atendió un tipo en la puerta. Estaba buscando un lugar para hacer un loft y trasladar las oficinas. El tipo me presentó al dueño. “Nos está yendo mal”, me dijo. Arriba había un tinglado y dos tipos cosiendo paraguas. Lo llamé y lo compramos. Año ’99. Al poco tiempo vino la crisis. Me endeudé en dólares. Terrible. Fue un momento duro.

–Y mirá que pasaron cosas desde entonces...
–Aquello lo veo ahora como una locura. Pero de las grandes locuras quizás es de donde salen las cosas. A mí me gusta jugarme, ir por el camino un poco más incorrecto, siempre, para ver qué hay. Y no le tengo miedo al ridículo.

–Desde chico aprendiste a remarla.
–Me hice solo cuando vine a Buenos Aires desde Bolívar. Estudié, trabajé y tuve un carnet de periodista sin saber bien por qué, pero siempre acordándome de mi papá. Sí, la peleé de abajo... Durante la prueba de sonido, Tinelli tuvo tiempo para distenderse y practicar su deporte preferido: el fútbol.

Durante la prueba de sonido, Tinelli tuvo tiempo para distenderse y practicar su deporte preferido: el fútbol.

Marcelo descansa y piensa en la quietud de su camarín en Ideas del Sur, a horas del estreno. Concentrado, imagina un año a full.

Marcelo descansa y piensa en la quietud de su camarín en Ideas del Sur, a horas del estreno. Concentrado, imagina un año a full.

“Estoy orgulloso y feliz con lo que hago. Trabajo con gente divina, y eso, a mí me motiva. Nunca podría tomarme ni un año sabático”

“Estoy orgulloso y feliz con lo que hago. Trabajo con gente divina, y eso, a mí me motiva. Nunca podría tomarme ni un año sabático”

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