“Mis hijos se unieron a la Iglesia en un clima de paz, felicidad e integración” – GENTE Online
 

“Mis hijos se unieron a la Iglesia en un clima de paz, felicidad e integración”

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Será por tantas noches de pedidos con esperanza y "gracias" con lágrimas –en línea diaria, íntima y directa con Dios–, que la consagración de sus hijos cobró aún más significado. "Siempre fui una mina de fe, pero ser mamá me dio una conexión diferente con la vida religiosa", afirma Florencia de la V el día en que sus hijos –llegados "para dignificar y completar mi misión en el mundo"– ingresaron a la fe católica. "Lo que vivimos hoy superó cualquier expectativa. Mis hijos se unieron a la Iglesia en un clima de paz, felicidad e integración. Así comienza un camino de cosas que soñé para ellos".

LA GRAN DECISION. Las páginas del diario que mamá comenzó a escribir desde el quinto mes de gestación –cuando los médicos detectaron una pequeña afección cardíaca en uno de los bebés–, convirtiéndose en un puente de comunicación a la distancia, ya daban cuenta de las pautas que ella marcaba para la educación de sus hijos. "Quiero formar personas pensantes, libres de cabeza y sin prejuicios. Una formación que les abra camino a la reflexión, el deporte y las artes, porque eso los hace mejores personas. Pero por sobre todo, que crezcan en el camino de la fe cristiana, como lo hice yo". Supuestos cuestionamientos éticos y el temor a una posible negativa, desactivados. "Mi convicción es tan clara como la información que manejé desde el primer momento. El sacramento del bautismo no se le niega a nadie, aun si los padres profesáramos otra religión. Desde el momento en que me acerqué a pedir fecha y requisitos, la Iglesia se mostró muy predispuesta: me hizo sentir cómoda e integrada", comenta Flor. "Siempre soñé con verlos angelitos", dijo alguna vez, sin dejar de mencionar un deseo, casi una condición: "Quiero encontrar un cura con onda, que haga de la ceremonia una celebración amena".

EL SACERDOTE IDEAL. Así, investigando, Florencia encontró al padre Jorge García Cuerva, cura párroco de la iglesia Santa Clara de Asís, en el Talar de Pacheco, Tigre. Después de leer una entrevista que elogiaba la acción social del religioso, y especial mente su mérito en la lucha contra el tráfico de drogas, hicieron contacto. "Florencia se acercó a nosotros con el pedido explícito de que la Iglesia Católica bautice a sus pequeños según el Derecho Canónico. Que exista ese deseo es motivo suficiente para llevarlo a cabo. Ojalá todos los padres trajeran a bautizar a sus hijos con semejante nivel de conciencia. Se nota que Flor y Pablo quieren transmitirles realmente a Paul e Isabella la fe en Jesús", comenta García Cuerva. "El Padre Jorge le dio al bautismo un marco de simpleza conmovedora. Conectó a los casi treinta y cinco afectos presentes en un lugar muy lindo, de paz, emoción y felicidad. Sin dudas, la persona indicada para este nuevo episodio, en este camino de bendiciones que transitamos como familia desde la llegada de mis hijos", sentenció Florencia después de la ceremonia.

Leé la nota completa en la revista GENTE edición 2458. Basílica del Santísimo Sacramento, Retiro, sábado 25 a las 13:15 horas. La anfitriona de La Pelu y Pablo Goycochea posan con sus hijos ya consagrados y los padrinos. De izquierda a derecha: Martina Goycochea y Jorge Ibáñez, por Isabella, y Maia Chacra y Gonzalo Blasco (hijo de la primera mujer de Pablo) por Paul.

Basílica del Santísimo Sacramento, Retiro, sábado 25 a las 13:15 horas. La anfitriona de La Pelu y Pablo Goycochea posan con sus hijos ya consagrados y los padrinos. De izquierda a derecha: Martina Goycochea y Jorge Ibáñez, por Isabella, y Maia Chacra y Gonzalo Blasco (hijo de la primera mujer de Pablo) por Paul.

“Mis hijos llegaron para dignificarme y completar mi misión en el mundo. Día a día me ocupo en formarlos como personas pensantes y desprejuiciadas”

“Mis hijos llegaron para dignificarme y completar mi misión en el mundo. Día a día me ocupo en formarlos como personas pensantes y desprejuiciadas”

La ceremonia –a puertas cerradas y con tan sólo 35 íntimos– comenzó con un particular pedido del Padre Jorge: “Pongamos la mejor de las ondas”. A la lectura de las intenciones, tarea de los padrinos, siguió uno de los pasos característicos del rito: Isabella y Paul fueron marcados en su pecho con el óleo de los Catecúmenos, que transmite la fuerza de Cristo.

La ceremonia –a puertas cerradas y con tan sólo 35 íntimos– comenzó con un particular pedido del Padre Jorge: “Pongamos la mejor de las ondas”. A la lectura de las intenciones, tarea de los padrinos, siguió uno de los pasos característicos del rito: Isabella y Paul fueron marcados en su pecho con el óleo de los Catecúmenos, que transmite la fuerza de Cristo.

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