«Mil veces me ofrecieron ser modelo, pero jamás transé» – GENTE Online
 

"Mil veces me ofrecieron ser modelo, pero jamás transé"

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Es un tipo distinto. Tenía el futuro servido en bandeja, pero prefirió dar las gracias y salir en busca de su propio destino. Entonces, los planes de don Luis, su padre, se derrumbaron. Porque él era contador y no tenía mayor sueño que el de formar la sociedad Brunetti e Hijos. Pero ni Paulo (el protagonista de esta nota) ni ninguno de sus cinco hermanos, siguieron sus pasos. A los 19, Palo, como lo apodaron y todavía hoy lo llaman, fue el primero en rebelarse. No sólo dijo que quería ser actor. También anunció que abandonaría Puerto Madryn para instalarse definitivamente en Buenos Aires. Y eso hizo.

–Te apoyaron, supongo. No les quedó otra…
–(Risas) Fue fuerte para toda la familia, pero lo aceptaron. Y ahí mi padre estuvo muy inteligente porque, en lugar de enfrentarme o intentar hacerme cambiar de idea, decidió venirse a Buenos Aires conmigo, para ayudarme a alquilar departamento. Para abaratar costos me fui a vivir con un amigo que también venía del Sur a estudiar.

–Eras algo sobreprotegido.
–Es muy tana esa actitud y yo la heredé. La llevo en los genes. Porque al tiempo mis cuatro hermanos menores se vinieron conmigo y, entonces, yo hice exactamente lo mismo. Les pedía que me llamaran todos los días, todas las noches, los iba a buscar a la salida de la facultad cada vez que podía… Mis amigos me gastaban: “Sos el hermano, no el padre. Dejá de ser tan cuida”. Para que te des una idea de lo unidos que somos, cada vez que estreno una obra, estén donde estén, los cinco y mis dos viejos se me aparecen sentaditos en la primera fila. La primera vez que mi viejo me vio en escena vino al camarín, me abrazó fuerte y me dijo: “No hagas otra cosa. Dedicáte sólo a esto”.

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Paulo Brunetti (“más gallego imposible, ¿no?”, bromea) nació 19 de octubre de 1973 en Puerto Deseado, Santa Cruz. Antes, mucho antes de que le llegara el reconocimiento, hizo de todo para mantenerse: fue barman en un boliche de San Telmo, cajero en un pub y hasta vendedor de boutique. “Es que mientras estudiás en el Conservatorio te resulta casi imposible trabajar: hacés bien una cosa o la otra. El teatro era mi prioridad, y en las horas libres agarraba el laburo que encontraba”, reconoce.

–Habláme de tu debut.
–Lo primero que hice en teatro fue Ruta 14. Estuvimos un año en cartel. Ahí me di a conocer, y Daniel Suárez Marzal me convocó para hacer un reemplazo en el Alvear con La vida es sueño, de Calderón de la Barca. En la tele hice mi primer casting para Verano del 98 y quedé. ¿Quién no trabajó en Verano…, no? Creo que por ahí pasamos todos los actores de mi generación. Renegaba un poco de la tele en esos tiempos, pero me sirvió para comprender y aprender otros códigos. Además, le doy las gracias a ese trabajo, porque gracias a él Oscar Barney Finn me convocó para trabajar en La excelsa y de ahí surgieron un montón de obras más: hice Lejana tierra mía con Osvaldo Santoro durante dos años y nos ganamos dos premios: el Estrella de Mar a la mejor obra de la temporada y el José Vilches.

–¿Y la tele nunca más?
–Mi prioridad fue y es el teatro. Igual, este año hice unas participaciones en Montecristo… Muchos dicen que tengo futuro de galán. Yo prefiero que me vean como a un actor serio. Incluso mil veces me ofrecieron ser modelo, pero jamás transé. Lo mío son las tablas.

–Pero tuviste tu coqueteo con el cine.
–Sí. Hice Vereda tropical, de Javier Torre, junto a Gigí Ruá, Mimí Ardú y Fabio Aste. Y acabamos de terminar Chile 672, un largometraje de ficción que habla de la vida de cuatro vecinos de San Telmo… Me gusta mucho el cine. El día de mañana me encantaría lograr el histrionismo de Osvaldo Santoro y dirigir como Barney Finn.

–¿Mientras…?
–Acabo de terminar con El perro del hortelano, que hice en el San Martín. Y estrenaré en abril La gata sobre el tejado de zinc caliente, de Tennessee Williams. Otra vez me doy el lujo de trabajar junto a Oscar, mi maestro, y a Osvaldo, que para mí reemplaza al papá que hoy tengo lejos.

–¿Qué hacés cuando quedás en bambalinas?
–Estudio teatro, corro una hora todos los días, salgo en grupo y juego al fútbol los fines de semana con mis amigos de toda la vida. Ahora, en unos días, parto a ver a mis viejos. Los 24 de diciembre son una cita impostergable para todos los Brunetti.

–La última: ¿cuál es tu estado civil…?
–Soltero. No tengo novia, aclaro, pero creo en el amor eterno. Mis viejos llevan 35 años juntos y son mi mayor orgullo...

A los 20 se reveló: decidió dejar Puerto Madryn y se vino solo a Buenos Aires para convertirse en actor. Lo consiguió. Ahora va por más: anhela convertirse en director y seguir los pasos de su mentor, Oscar Barney Finn.

A los 20 se reveló: decidió dejar Puerto Madryn y se vino solo a Buenos Aires para convertirse en actor. Lo consiguió. Ahora va por más: anhela convertirse en director y seguir los pasos de su mentor, Oscar Barney Finn.

Protagonizando <i>El perro del hortelano</i>, de Lope de Vega, bajo la dirección de Daniel Suárez Marzal en el teatro San Martín.

Protagonizando El perro del hortelano, de Lope de Vega, bajo la dirección de Daniel Suárez Marzal en el teatro San Martín.

“<i>Muchos dicen que tengo futuro de galán.  Yo prefiero que me  vean como  a un actor serio. Me encantaría lograr el histrionismo de Osvaldo Santoro y dirigir como Barney Finn</i>”

Muchos dicen que tengo futuro de galán. Yo prefiero que me vean como a un actor serio. Me encantaría lograr el histrionismo de Osvaldo Santoro y dirigir como Barney Finn

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