“Mi pareja y yo seguimos enamorados, pero no podemos vivir juntos” – GENTE Online
 

“Mi pareja y yo seguimos enamorados, pero no podemos vivir juntos”

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Antes de ser tapa de revistas y una suerte de abanderada de la belleza sin bisturí, Carla Conte se ganaba la vida como promotora, baby sitter, y telefonista en una casa de cambio. Pero, harta de cumplir horarios y otras rutinas, se lanzó al mundo coreográfico con Celebration, una banda de covers donde invitaba a danzar al son de El baile del pimpollo y otros temas, mientras su ex, Guillermo Bruto (32), cantaba… “Eran fiestas inolvidables; las recuerdo con alegría, pero también con mucha nostalgia, como un paraíso perdido”, recuerda. Después (pasado reciente) fue conductora y actriz. ¿Y hoy? “Bueno, hoy todos quieren sacarme a bailar, porque saben que no estoy en pareja… Pero todavía pienso en Guillermo, de modo que sólo escucho propuestas de los que quieren tenerme en el escenario o en un canal”, jura.

–Desnúdese, Carla. En el reportaje, digo. Las fotos vienen después…
–Yo no le vendo nada a nadie, ni soy un personaje. Soy lo que ven en pantalla: ni más ni menos.

–Pero cada uno, en la pantalla, puede ver algo distinto. Defínase…
–La gente está cansada de que le vendan cosas falsas, de plástico. Yo, en cambio, soy natural y espontánea.

–¿Perfecta?
–No. Soy un ama de casa… ¡fatal!

–Natural, espontánea… ¿Nunca pasó por el bisturí?
–Jamás. No soy perfecta, pero sí una mina natural de 95-62-94.

–¿Las lolas...? ¿Ni un poquito?
–Muchos creen que sí, pero no. Quise achicármelas porque me veía deforme, pero no me animé: las cirugías me impresionan, así que acepté lo que me dio la naturaleza.

–¿Por qué la quiere el público? Belleza aparte, claro...
–Porque se identifica conmigo. Soy una piba de barrio. Cualquiera puede cruzarse conmigo en una esquina o en un supermercado y verme en zapatillas y jean. No me paso el día pintada ni vestida para matar…

–¿Cómo seduce?
–La seducción pasa por otro lado. Por la sencillez y la simpatía. De diva, nada. Cero actitud. Jamás voy a Ideas del Sur con mil asistentes: me las arreglo sola, y confío mucho en la gente que trabaja conmigo. Y ahora más, porque estoy a full. No tengo tiempo ni para sentarme a comer.

–¿Un día en su vida?
–¡A-go-ta-dor! Desde abril estoy en Bailando por un sueño. Eso te mata. Es un sistema tremendo, no por la carga horaria de los ensayos, sino por el estrés de estar todas las semanas a prueba y mostrar en dos minutos la coreografía que aprendiste, frente a un jurado muy exigente y exponiéndote ante medio país. Bailando... no es como una obra de teatro, donde si algo te salió mal podés corregirlo en la función siguiente.

–¿Es cierto que cuando aparece usted sube el rating?
–Así me lo contaron. Pero ni lo pienso…

–¿Por qué?
–Porque si lo pienso… ¡no salgo a bailar, me agarra pánico! Sin embargo, este año estoy mucho más relajada y no tan autoexigente como el año pasado.

–En el 2006 ganó el concurso y se convirtió en un personaje. ¿En qué cambió su vida desde entonces?
–Mucho, muchísimo. Antes era conocida, y creo que querida por el público, pero ni por asomo como lo fui después de pasar por el programa de Tinelli. Entré con cero expectativa: sólo quería participar. Pero programa a programa fui ganando más popularidad. En tres meses crecí mucho y pude hacerme cargo de todo lo que me generó el triunfo. Por suerte el programa terminó y pude huir. A fin de año me tomé tres meses de vacaciones, me alejé de la prensa y de todo, porque no podía responder a tanta presión.

–¿Cuándo se dio cuenta de que su vida no podía transcurrir encerrada en una oficina?
–A los veintidós años. Un día me desperté, apagué el despertador… ¡y estallé! Me di cuenta de que no quería hacer una vida rutinaria ni un minuto más. Basta de madrugar, atender el teléfono, caminar por el microcentro…

–¿Por qué tardó tanto?
–Es lo que me estoy preguntando en terapia: ¿por qué, si casi todas empiezan a los seis años?

–¿Qué balance le deja Bailando…?
–Conocí amigas increíbles, y las conservo. Muchas bailan en ShowMatch, y gracias a ellas, Damián, mi soñador, y La Colo, nuestra coach, sobreviven dentro de Bailando…, porque es un lugar muy difícil, y no quiero depender de un batallón de gente, como te dije. Prefiero seguir solita y sola.

–Bailando…, la conducción de Este es el show, los ensayos de El show de las divorciadas para Carlos Paz, actuaciones en el interior… ¿Cómo aguanta?
–A veces no me alcanzan ni toda la energía ni todo el día. Empiezo a trabajar al despertarme y termino pasada la medianoche. Casi no estoy en mi casa ni veo a Olivia, mi perra labradora. Porque además, no te olvides que el año pasado trabajé en la película Dos amigos y un ladrón y conduje El objeto del deseo para Cosmopolitan. Pero cuando no doy más, sonrío, porque mucho peor era trabajar en algo que no me gustaba.

–¿Cómo seguirá su vida cuando la calesita deje de girar a mil?
–No sé. Pero el año que viene no quiero trabajar veinte horas por día, comer mal, dormir poco y no ver a mi familia. Eso no es vida. Este verano voy a hacer un musical (¡eso sí me lo debo!), El show de las divorciadas, y punto. Después, si surge algo interesante y me tienta, veré…

–¿Tanto trabajo terminó con su pareja?
–No… Fue una suma de cosas. En realidad, no se acabó el amor: decidimos vivir cada uno en su casa.

–¿Fue una decisión difícil?
–Sí. Tuve miedo. Pánico, en realidad. No sabía cómo manejar el tema. Pero ahora me siento mejor…

–¿Qué pasó entre ustedes?
–Cosas que… van a quedar entre nosotros. Ni mi madre ni nadie lo entiende, pero todos nos respetan. El mismo respeto que tuvieron cuando nos fuimos a vivir juntos.

–Pero siguen viéndose…
–Sí. No estamos separados for ever. Nos vemos, creemos que todavía tenemos otra oportunidad, y después de tres años juntos, sé que Guille es el hombre con el que quiero estar. Hoy, seguro. Mañana, el tiempo dirá. El amor está intacto.

–Si es así, ¿por qué siguen separados?
–Porque somos una pareja como tantas otras. Tenemos rollos. No hay relaciones perfectas. Y decidimos pelearla así…

–¿La rondan muchos señores?
–No. O por lo menos no me doy cuenta. Estoy enamorada de Guille, y no se me ocurre pensar en otro hombre. Ni en sueños…

–¿Para qué tantas vueltas? Vuelvan a vivir juntos y este cuento se acabó.
–No sé… Es muy raro. Estamos juntos, pero por ahora no podemos vivir bajo el mismo techo. Pero mi futuro es con él. Seguro…

–El año pasado anunciaron que se casaban.
–Es cierto. No puedo definir nuestra situación. Nos queremos, seguimos hablando, no peleamos, pero… Te juro que la idea del casamiento está en mi cabeza desde que tengo uso de razón, pero va a suceder cuando tenga que ser, y no antes. Por eso no me preocupa.

–¿Qué la preocupa?
–Nada. No finjo. No tengo que parecer la Mujer Maravilla. Puedo mostrarme más vulnerable y más transparente.

–Usted y Guillermo van a cruzarse en los pasillos de VideoMatch…
–Sí, porque él vuelve a ser coach en Cantando por un sueño. Va a estar con el Teto Medina. Espero que tenga mejor suerte de la que tuvo con Nazarena Vélez.

–¿Su futuro es con Guillermo? Confiese…
–¡¿Quién sabe cómo será el futuro?!

–¿Qué debe hacer un hombre para conquistarla?
–No soy rebuscada, pero hoy tengo la cabeza puesta en otro lado. No me seduce un hombre que me regala un auto, pero sí un hombre que me hace reír. Guille me conquistó así…

–Final: un autorretrato de hoy, ahora, aquí.
–Vivo sola, estoy feliz, no estoy lista para enamorarme, no tengo ganas de estar con otro hombre, y separarse de casa no es separarse de vida. ¿Te quedó claro? “<i>Sí, son mis medidas. Y aquí no hay cirugía ni nada raro. Soy auténtica, sencilla y natural. Una mina de barrio en jean y zapatillas, con la que cualquiera se puede cruzar en la esquina o el supermercado</i>”.

Sí, son mis medidas. Y aquí no hay cirugía ni nada raro. Soy auténtica, sencilla y natural. Una mina de barrio en jean y zapatillas, con la que cualquiera se puede cruzar en la esquina o el supermercado”.

“<i>Un día, a los veintidós años, me harté de laburar en una oficina y estallé: ¡nunca más! Hoy trabajo desde que me levanto hasta pasada la medianoche, pero soy  feliz</i>”.

Un día, a los veintidós años, me harté de laburar en una oficina y estallé: ¡nunca más! Hoy trabajo desde que me levanto hasta pasada la medianoche, pero soy feliz”.

“<i>Me separé  de Guille, pero sigo amándolo, y él también a mí. Por alguna extraña razón, decidimos vivir cada uno en su casa. Sin embargo, somos el uno para el otro</i>”.

Me separé de Guille, pero sigo amándolo, y él también a mí. Por alguna extraña razón, decidimos vivir cada uno en su casa. Sin embargo, somos el uno para el otro”.

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