Agüero me recuerda a Romario, pero él presiona y participa más en el juego del equipo. Verle jugar es como visitar el Museo del Prado. Asombra que tenga sólo 19 años. Su manera de regatear (gambetear) no se aprende: es innata” (Declaraciones de Anatoli Byshovets, entrenador del Lokomotiv de Moscú, cuando su equipo sufrió dos goles del Kun).
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No para de recibir elogios. De técnicos, compañeros, hinchas, periodistas... todos. Y al igual que en su pasado en nuestro país, el Kun enamora a cada paso que da dentro y fuera de la cancha. Atrás, como perdidas en el tiempo, quedaron aquellas críticas del 2006, cuando muchos decían que “fue excesiva la inversión de 23 millones de euros que el Atlético Madrid hizo por su pase”. Hoy, Sergio Agüero no sólo es la figura del Colchonero, sino que además fue distinguido con el Golden Boy, reconocimiento con que la revista italiana Tuttosport premia al mejor Sub-21 del año en Europa. Así, el delantero cierra un 2007 excepcional. Primero, brillando con la Selección Sub-20, tras ganar el Mundial disputado en Canadá, luego de ganarle la final a la República Checa por 2 a 1, con un gol suyo. Ahí, el chico nacido en Quilmes el 2 de junio de 1988 recibió el Botín y el Balón de Oro al goleador y mejor jugador del torneo.
“GANO POR AFANO”. En total son treinta los periodistas que integran el jurado de la revista italiana. Y si bien nunca se sabe cómo son las votaciones (en la pulseada final estaban el Kun, Leo Messi y Cesc Fábregas, del Arsenal inglés), lo único que trascendió fue que “el delantero del Atlético Madrid ganó por afano”. Antes que él, este mismo premio lo obtuvieron Messi en el 2005, el inglés Wayne Rooney en el 2004 y el holandés Rafael Van der Vaart en el 2003. Pero estos logros no son los únicos de este año, porque el futbolista más joven en debutar en los torneos de AFA (lo hizo a los 15 años, un mes y tres días), también se dio un gusto grande: el 11 de octubre hizo su debut con la camiseta de la Selección mayor en las eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica 2010. Y en su segundo partido, el sábado 17, ante Bolivia, marcó su primer gol. “¿Mi mayor virtud? En la vida, tratar de hacer todo con alegría”, cuenta el jugador que no para de batir récords.
UN PASADO COMO EL DEL DIEGO. “A los diez años me escapaba de casa y me iba a jugar a la canchita que estaba al fondo de la villa. Ahí sí que se metía fuerte, pero eran los partidos que más me gustaban. Si ganabas, te asegurabas la Coca y unos pesos en el bolsillo. Igual había que tener h… para agarrar la pelota en el medio y encarar para el arco: ¡la patada más baja te la pegaban en el pecho!”, asegura el chico que pasó la mayor parte de su infancia en Villa Los Eucaliptos, un barrio de la ciudad de Quilmes, en el sur del Gran Buenos Aires. Y aunque su niñez haya sido dura, él siempre la recuerda con una anécdota divertida. Al igual que hoy adentro de una cancha, Agüero siempre sonríe y le pone optimismo a todo lo que hace. Como cuando viene a Buenos Aires, visita a sus amigos de toda la vida y hasta se da el gusto de subirse a un escenario y ponerle su voz a un par de temas de cumbia de Los Leales.
Por eso sorprendió hace unas semanas cuando, hablando con su papá, Leonel, se puso a llorar de manera desconsolada: “Es que mi infancia fue muy dura, porque en casa no teníamos un mango. Y a veces mis viejos no comían para que lo hiciéramos nosotros, sus seis hijos. Eso me quedó grabado. Y de esas cosas me acordé el día que me pusieron a papá del otro lado. No lloré por cruzarme con él: fue porque me pasaron rápido por la cabeza los días jodidos. Ahora que estoy jugando bien y que llegan los reconocimientos, se me vienen las cosas que vivía de chico”. Agüero, el pibe que venció todos los pronósticos y que hoy brilla en el mejor fútbol del mundo.
Sergio sonríe feliz después de un 2007 excepcional. Este es su mejor año desde que llegó a Europa y es el goleador de su equipo, con 8 tantos.
La sonrisa a flor de piel, una característica infaltable del Kun.
Las máximas esperanzas del Coco Basile: Messi, Tevez, y Agüero.
