«Me siento como un hombre que vuelve a la vida» – GENTE Online
 

"Me siento como un hombre que vuelve a la vida"

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"Es un día precioso. Voy a ir a visitar a Tita. ¿Me acompañás? Tengo miedo de emocionarme mucho". En su primer día en libertad, Cavallo llamó a su amigo y -en algún momento- asesor de imagen, el director televisivo Hugo Moser. A las diez men
os cuarto de una mañana espléndida y soleada de sábado, vistiendo un buzo polar

Lacoste verde, salió de su casa (Libertador al 2200) en un Alfa Romeo 197 V6 plateado. Tripulación: Cavallo, Moser, Charly (su chofer) y dos custodios. Se detuvieron en el puesto de flores de la esquina de Pueyrredón y Las Heras; Charly compró una docena de rosas rojas con muguet, y con la sonrisa de un alumno que visita a su maestra,
Mingo, ramo en mano, entró a la Fundación Favaloro. "Estoy muy contento de estar libre, y vengo a agradecerle a Tita el cariño y el apoyo que me dio cuando estuve preso", dijo entonces.

A las once y cuarto dejó la clínica y puso proa a la casa de su hijo Alberto, también sobre Libertador, muy cerca del departamento paterno. Mientras sus custodios apuraban un café en
Tabac (Libertador y Coronel Díaz), a las doce salió por el garaje, subió a su Alfa Romeo y apuntó para su casa a toda velocidad. Entró por la cochera, y un cuarto de hora antes de la una de la tarde, en el hall de entrada al edificio, recibió a
GENTE.


-En estos momentos en que es un personaje cuanto menos resistido parece que, después de Sonia, no hay nadie más leal a usted que Tita Merello…

-Por eso quise que mi primer acto, al recuperar la libertad, fuera agradecerle lo que hizo por mí. Fue a verme el primer día en que estuve detenido. ¡La primera visita! Me dio una sorpresa tan grande que casi se me quiebra el corazón ante tanto cariño y fidelidad, justamente en estos, que fueron los días más oscuros de mi vida. Ese día, Tita me dijo: "Cuando me enteré de que lo habían detenido, me pedí un remise de la Fundación y vine a verlo". Entonces le prometí que cuando quedara libre haría lo mismo. Y gracias a Dios, pude cumplir…

-Durante dos meses y cinco días, los argentinos nos acostumbramos a la frase Cavallo preso. Hubo quienes dijeron: "Tal vez no sea culpable de contrabando, pero que sufra, como sufrimos todos el corralito y el desastre económico". ¿Qué piensa?

-Que el tiempo va a ir poniendo todo en su justa medida. Por ahora estoy feliz por reintegrarme a mi familia y de volver a mis actividades. Y muy agradecido hacia la gente que me apoyó con miles de e-mails y de cartas, y los que, con valentía, no sólo me apoyaron sino que fueron a verme a prisión.


-¿Muchos? ¿En serio?

-¿Muchos? ¡No me alcanzaba el horario de visitas para recibirlos a todos! También recibí muchas llamadas del exterior. Y fue muy impresionante la solicitada en la que varios premios Nobel abogaron por mí. Eso me levantó muchísimo el ánimo…


-¿En algún momento imaginó que quedaría preso por mucho tiempo?

-Algunas veces sentí una profunda tristeza…

-¿Por qué?

-Por la injusticia. Por la absoluta injusticia. ¡Fui un preso político!


-Todos los que pasaron por una situación parecida siempre dicen lo mismo…

-Pero es la verdad. Además, ahora estoy muy emocionado. Porque Sonia acaba de llegar de los Estados Unidos hace unas horas. Estuvo en Harvard para la colación de grado de nuestro hijo Eduardo: una ceremonia idéntica a la que viví hace un cuarto de siglo, cuando me doctoré en la misma universidad. Libre, hubiera estado en primera fila… Imagínese: ¡mis bodas de plata de graduación, y la de mi hijo! No pudo ser, y ya no lo veré, pero por suerte estuvo Sonia. Es increíble…

-¿Qué cosa? 

-Cómo la tristeza puede mezclarse con la alegría…


-Usted está muy enojado con el presidente Duhalde. Tanto, que en el diario español
El País lo llamó "El gran defraudador", a pesar de que fue su amigo. Y parece que usted ahora se está acercando a Menem… ¿Qué pasa?

-No quiero criticar a nadie: sería echarle nafta al fuego. Trataré de ayudar a resolver los problemas.

-¿De qué modo? Hay mucha gente que escucha su nombre e insulta...

-Aportando ideas. Pero no públicamente, porque puedo ser malinterpretado. Por un tiempo no haré declaraciones sobre cuestiones económicas y políticas, pero hablaré con amigos y les comunicaré todo lo que esté a mi alcance para enfrentar la gravísima crisis que padece el país.


-Usted es hiperactivo y bastante ansioso. ¿Cómo hizo para no volverse loco en la cárcel?

-Escribí mucho en mi Laptop, me relajé escuchando tangos, y leí bastante: todo lo que tenía pendiente y no pude leer antes. Me actualicé con los últimos manuales de economía internacional, y releí
Las consecuencias económicas de la paz, de John Maynard Keynes, Globalizing Capitals, de Barry Eichengreen -que es la historia del sistema monetario internacional- y
Conversando con Dios, de un autor norteamericano. El periodista Joaquín Morales Solá me acercó su libro
El sueño eterno (sobre el ascenso y la caída de la Alianza y De la Rúa), y también me sirvió mucho la biografía de Tita Merello:
La calle y yo.

-Pero no sólo de libros vive el hombre…

-No, claro. De dos a siete de la tarde recibía visitas. A veces, gente de afuera, como Michel Camdessus, que fue director del Fondo Monetario Internacional, o locales, como Patricia Bullrich, Ricardo López Murphy, gente de Carlos Reutemann, Alberto Kohan… Y también hablé con los Menem: Carlos y Eduardo.

-¿Cómo festejó la primera noche en libertad?

-Comí en mi casa con mis abogados y amigos Alfredo Castañón, Luis Moreno Ocampo, Eduardo Oderigo y Guillermo Francos… (N. de la R.: el equipo de abogados que prepara una demanda de Cavallo contra el juez Speroni). Sonia no estaba. Como le dije, había viajado a los Estados Unidos.

-¿Con qué compañero de prisión hablaba? 

-Con el comisario Rubén Santos, que es una persona muy agradable. (N. de la R.: ex jefe de la Policía Federal de De la Rúa, detenido por la represión del 20 de diciembre).


-Se lo ve mucho más flaco. ¿Cuántos kilos abajo? 

-Quince. ¡Quince!


-Imaginó. Por el estrés de verse encerrado…

-No, para nada. Hice una dieta recetada por un médico y caminé dos horas por día, rigurosamente.

-¿Qué siente ahora? ¿Rencor, ganas de revancha? 

-Nooo… Me siento como un hombre que vuelve a la vida. Y me propongo luchar para que a ningún otro argentino honrado le toque una cárcel injusta y política. Y mucho menos a un argentino que sólo quiso lo mejor para el país… ¿Alguna pregunta más? Porque quiero reunirme con mi familia. Estuvimos separados demasiado tiempo. Además…

-¿Además?

-Es muy feo estar preso.

por Alejandro Sangenis
informe: Federico Fahsbender
fotos: Fabián Uset

Más canoso y con 15 kilos menos, producto de una estricta dieta y de dos horas diarias de caminata. Dice que no siente rencores ni sed de revancha.

Más canoso y con 15 kilos menos, producto de una estricta dieta y de dos horas diarias de caminata. Dice que no siente rencores ni sed de revancha.

Sábado 8, once menos cuarto de la mañana. Primera salida de Cavallo. Acompañado por su amigo Hugo Moser, le lleva flores a Tita Merello,  internada en la Fundación Favaloro.

Sábado 8, once menos cuarto de la mañana. Primera salida de Cavallo. Acompañado por su amigo Hugo Moser, le lleva flores a Tita Merello, internada en la Fundación Favaloro.

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