«Me seduce la mujer apasionada y con sentido del humor» – GENTE Online
 

"Me seduce la mujer apasionada y con sentido del humor"

Actualidad
Actualidad

-El primer acoso, ¿cómo lo recordás? 
-¿Acoso de una mujer…? A los once años. 

-Prematuro lo tuyo.
-Sí. Acoso suena a mucho, pero esa fue la primera vez que me encaró una mujer. En realidad yo la saqué a bailar y después fuimos a los reservados, digamos que me la busqué. Pero la iniciativa la tomó ella: me robó un beso, mi primer beso. Fue un verano, en San Bernardo.


-¿Y el segundo?

-…¡También me lo robaron! (Ríe).


-¿Problema de lentitud o timidez?

-En esa época, las dos cosas.

Mariano Martínez ríe de nuevo.


HISTORIA DE UN SEX SYMBOL.
Nació en La Boca, el 5 de diciembre de 1978 (para ahorrar cálculos: tiene 23 años, es Sagitario en el horóscopo occidental y Caballo en el chino). Su mamá (Patricia, 41 años, ama de casa) y su papá (Ricardo, 42, comerciante) se separaron cuando "era muy chico". Entonces, comenzaron las mudanzas: Soldati, Lugano y Avellaneda fueron algunos de los barrios por los que pasó. De sus años de colegio, las obras de teatro es lo que más recuerda. La primera vez que se subió a un escenario fue con un disfraz de gato. "Fue para un acto de jardín de infantes donde cantaban (y él mismo entona) 'Yo soy la gatita Carlota, mi novio es el gato con botas…'".

-¿Un papelón?

-No, dicen que estuve di-vi-no. El papelón llegó después: en séptimo. Hice un musical con uno de los temas de la película
Dirty Dancing. ¿Te acordás la parte en que él la levanta en brazos a ella? Bueno, ésa. Como nunca fui muy musculoso, por una cuestión de peso, mi compañera de baile tenía sólo 9 años. Imaginate. Mi vieja, toda orgullosa, fue con la video y me filmó. Unos años después, ya adolescente, me vi y me dio tanta vergüenza que destrocé la cinta. ¡Un bol…! Hoy me arrepiento, daría cualquier cosa por recuperarla... me reiría tanto… 


-¿Y si vieras tu personaje en La Nena (fue su debut profesional en la tevé, donde hizo de novio de Valeria Britos), qué harías? ¿Dirías: "¡Qué desastre!"; "Tenía algunas condiciones"; o "Nací con pasta para esto"?

-Y… ¡era un verdadero queso! Pero esas, aunque dan cierto calorcito, las conservo. Soy muy autocrítico: nunca me gusta nada de lo que hago. Pero insistí igual, porque siempre sentí que lo de la actuación lo tenía adentro. Eso de ir para adelante me pone contento conmigo mismo.


-¿Actor precoz o soñabas con ser futbolista, como la mayoría de los varones?

-No, eso nunca. Yo era de Boca por mi viejo. Me gusta el fútbol y hubo una época en que iba bastante a la cancha, pero no… Yo quería ser veterinario. Perro que encontraba por la calle, perro que venía a dormir a mi casa. Hasta tuve un pingüino,
Clemente, que trajo mi tío de Chascomús y pasó todo un invierno en la
Pelopincho que teníamos en el patio. Un día me dijeron que lo habían llevado a un zoológico, después supe que había muerto. Todos mis animales tuvieron muertes trágicas: al perro lo arrolló un auto, el conejo apareció petrificado, una de mis tortugas se suicidó de un séptimo piso y la otra fue triturada por una cortadora de césped. Terrible…

VIDA PUBLICA.
Hoy, con su personaje de Martín, uno de los sobrinos de Sánchez en
Son amores, hace delirar a las argentinas desde el escenario del Opera
y la pantalla del 13. El chico (un metro setenta y ocho, setenta kilos, ojos verdes) genera histeria. "Es tan lindo, que duele", asegura una de las fans que ya vio dos veces la obra. "Es un bombón: romántico y divertido", lo adivina otra. Mariano Martínez ya es sinónimo de macho argentino y no tiene forma de pasar inadvertido. "Trato de hacer mi vida de siempre -asegura él-.
Pero, a la vez, me cuido. Ya me pasó de estar comiendo con alguien, pensando que estamos a solas, y de golpe verme en la tapa de alguna revista. Eso no resulta muy agradable". Afirma también que desde que interpretó a Valentín en Campeones (su primer personaje éxito) evita mostrarse en lugares públicos. Hoy, es el puff del living de su departamento y la música de Bob Marley o de La Playa lo que más disfruta.

-Las fans: ¿un mal necesario?

-¿Un mal? Eso jamás. Son increíbles. Desde que conté que me gustan los Simpsons, me regalan todo: muñequitos, calcomanías, lo que te puedas imaginar. Rosarios, que adoro, también. Cartas, tengo miles. Pero me mata, por ejemplo, cuando veo las pancartas que se mandan: el laburo que hacen, el tiempo de sus vidas que pierden en vos… Yo les estoy muy agradecido.


-Excepto cuando se tiran encima para conseguir un beso o un mechón de pelo.

-Bueno, esa no es precisamente la parte más divertida. Pero lo manejo.

-¿Cuántos teléfonos te ganaste ya?

-No los conté. Pero cuando te dejan cartitas, siempre anotan el teléfono.

-¿Hay algún secreto para bancarse todo esto sin que se suban los humos a la cabeza?

-Quizá la educación que me dieron mis viejos. Yo les doy las gracias a los dos por eso. Por eso y por todo: ellos son lo más grande que hay. El haberme criado en un barrio, el seguir contactado con mis amigos de siempre, todo eso influyó. Me siento contento conmigo. Me veo bien por dentro, tranquilo, en un momento de paz. Como diría mi amigo Rito: "Está todo liso".


DE LA MOZZARELLA AL CINE
. Repartía pizzas a domicilio. Ese fue su primer trabajo. "Se llamaba Pizza y Huevo, quedaba en Barracas. Entraba a las cinco de la tarde, me iba a la medianoche y me pagaban un peso por viaje, más el sueldo: sacaba como unos ciento y pico de pesos. Duré un año: de los 14 a los 15". Después vinieron las publicidades en la tevé. Entonces, dice, no lo podía creer. "Imaginate, gané mil mangos así de una, por poner la caripela nada más. Ni una palabra tuve que decir". Cuando le dijeron que había quedado seleccionado para trabajar en la película El Faro, casi muere. "Mi papel era mínimo, no existió. Pero estar ahí fue lo más", dice hoy. Ahora, en agosto, se estrenará su primer protagónico en la pantalla grande: No sabe, no contesta. "La filmé entre marzo y abril de 2001 -cuenta-.
Es la historia de un adolescente fanático del cine que vive con una camarita a cuestas, pierde esa filmadora, conoce a una chica, después la encuentra en el auto, y…, y…"

-Y ya ni te acordás…

-(Ríe). Ya ni me la acuerdo. No, pasa que todavía no la vi editada.


-¿Acaso el director se aprovechó del "fenómeno Martínez" para estrenarla?

-No. No se lanzó antes por una cuestión económica: el gran problema del cine argentino. Tiene música de Javier Calamaro, pero está hecha a pulmón. Mirala y después me contás.


-Dicen que uno nace y también se hace. ¿Cuánto hacés vos por tu imagen? 

-Imaginate, ¡hasta extensiones en el pelo tuve! (Ríe). Ahora, este gato que ves acá es todo mío. Pero como me gusta cambiar para mis personajes, cuando me enteré que tenía que hacer de futbolista, me fui a lo de Alberto Sanders y me puse mechones para tener el pelo largo. Parecía una travestita... (Vuelve a reír). Yo trato de cuidarme un poco, pero últimamente no me queda mucho tiempo libre. Cuando puedo, a la mañana, voy al gimnasio: hago cinta, algo de fierros y flexiones. Entreno con mi profesor D'Angelo, que es un fenómeno y al que le mando un beso…


-¿Dietas?

-Sí: no comer. ¡Ni me hables de eso! En realidad, nunca me cuidé: lastro de todo. Lo que pasa es que ahora estoy comiendo mal y poco. Ayer, por ejemplo, le conté esto a mi vieja y la loca me mandó un bol gigante con guiso de lentejas. Me fui a dormir pipón, pipón. A mis dos viejos les gusta el arte culinario y tienen una mano exquisita para la cocina.


-¿Lo heredaste?

-Totalmente. ¡No sabés los pollitos al horno que me mando…! Pero volviendo a lo de "se nace y se hace", otra de las cosas para las que no me queda tiempo son mis clases de teatro. Antes de empezar en Son amores, me anoté con Raúl Serrano: aprovecho para mandarle un saludito y recordarle que todavía me quedan diez clases pagas. Esta vida es así. Ya me resigné, porque no puedo volverme loco tampoco.

-Martínez, ¿cuáles son tus sueños?

-En lo profesional, llegar a ser un gran actor. En la vida, me gustaría tener mi mujer y mis hijos. Me re-va la familia. Para mí, es primordial.


SUS AMORES
. Su primera mujer, en el sexo y el amor, le llegó a los catorce años: fue Noelia, una compañera del colegio San Martín. 

-¿Y esa vez encaraste vos?

-Tampoco. El primer beso me lo dio ella. Yo hablaba, hablaba, hasta que un día se cansó y bue… 
Estuvimos juntos tres años.

Hoy Martínez lleva dos años en pareja con Lola Ponce (22 años, cantante y actriz). "Hace seis meses ya que se fue a trabajar a Italia. No es fácil para ninguno de los dos. Pero cuando estás enamorado, todo es posible", dirá al hablar de ella. Obvio que entre Noelia (la primera) y Ponce (la última) hubo otras: Dolores Fonzi (a quien conoció trabajando en
La Nena) y Pamela Rodríguez (con quien se animó a la convivencia) están en la lista de sus chicas más famosas. 

-Una vez dijiste que te gustaban las mujeres que iban al frente. Hoy, cuando todas te persiguen, ¿seguís pensando lo mismo?

-Sí, totalmente. Pero no me refería (por las dudas lo aclaro) a las que te encaran. Digo que me gustan las minas que van al frente en todo: en el amor, el trabajo y la vida. Me seduce la mujer apasionada y con sentido del humor.


-Es lo que más admirás en ellas…

-Admiro más cosas en una mujer, pero eso sobre todo.

-Ahora, decime: ¿cómo se explica que un pibe con tantas mujeres cerca pueda mantener un romance de larga distancia?

-(Martínez sonríe). Ella se fue el 1º de enero. Yo viajé para Italia y ahora vino para acá. La distancia se hace difícil, la verdad. Pero estas son cosas que se sienten, no las pensás demasiado: de Lola estoy enamorado, punto.


-Mientras tanto, ¿qué?

-Mientras tanto, les damos al teléfono y a los mails. 

-¿Cuánto cuesta ser fiel?

-Cuando hay amor, nada. ¿Sabés qué está bueno? Dejar volar al otro, dejarlo crecer, ser. Está bueno que cada uno tenga su mundo y que esos mundos se puedan juntar. ¿De qué sirve atar a alguien al lado tuyo si no es feliz? Yo no podría vivir en el extranjero y ella no podía desaprovechar la oferta que tuvo para trabajar en Europa.


-¿Y cómo comenzó esta historia?

-Ella es rosarina, pero la conocí trabajando en De la Nuca. Ahí, en realidad, no pasó nada: nos vimos dos años después y… ¡flash!


-¿El primer paso…?

-¡No, no, no! Con ella, encaré yo.

por Mariana Montini
fotos: Santiago Turienzo. Asistente: Leandro Montini
producción: Sofía Delger
(agradecemos a Levi's, Nike y al Hotel Residencial de las Américas)

A los 11 años, ya ganaba minas. A los 14, debutó en el sexo y el amor. A los 23, tiene a las argentinas rendidas a sus pies.

A los 11 años, ya ganaba minas. A los 14, debutó en el sexo y el amor. A los 23, tiene a las argentinas rendidas a sus pies.

La distancia con mi novia que está trabajando en Italia se hace difícil, la verdad. Pero estas son cosas que se sienten, no las pensás demasiado: de Lola estoy enamorado, punto"">

"La distancia con mi novia que está trabajando en Italia se hace difícil, la verdad. Pero estas son cosas que se sienten, no las pensás demasiado: de Lola estoy enamorado, punto"

Más información en Gente

   

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig