“Me río de los que se ríen de mi gordura” – GENTE Online
 

“Me río de los que se ríen de mi gordura”

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Ahora se ríe.
–¡Cómo cambia la gente...!
–¿Por qué lo decís?

–Por lo del libro. Hace unos años contabas cómo te matabas con la gimnasia y las dietas...
–Bueno, uno crece. Aprender es lo importante. Sería una tonta si te dijera que no quiero pesar diez kilos menos. Pero si no lo puedo cambiar, ¿qué gano con hacerme tanto problema? Antes sufría. Ahora me río de la estupidez de la gente que se ríe de mi gordura...

Editada por El Ateneo, Carmen Barbieri debuta como escritora. Bah, escribió un libro. El primero, en realidad: ella dice que vendrán más. Todo arrancó con sus monólogos en el teatro. Gustaron. “Hubo identificación: muchas mujeres me esperaban a la salida para felicitarme, para decirme que a ellas les pasaba lo mismo”, cuenta como para resumir la historia. Y así nació Soy XL, ¿y qué?, para demostrar lo difícil que resulta ser Extra Large en un mundo donde los cánones de belleza se hacen cada vez más imposibles de alcanzar. “Y más en nuestro país… ¡Qué exigentes somos las argentinas!”, se queja.

–¿Qué edad acusás, Carmen?
–No, yo te digo la verdad, no tengo nada que ocultar. Soy del ’55, nací el 21 de abril; tengo 53 años. Y te digo más: peso 79 kilos y mis curvas explotan: 105-80-113. Para ser gordita soy muy armoniosa. ¿O no?

–Dicen que por la seguridad y la actitud el poder de seducción pasa...
–Es cierto. Nunca, ni cuando era primera figura del teatro de revistas, necesité de mis curvas para seducir. A los hombres, antes y ahora, me los gané con el sentido del humor.

–¿De qué te reís en tu libro?
–Y, un poco de todo, hasta de esas cosas que antes me hacían llorar... Por la calle la gente es muy cruel. Una vez un tipo me dijo: “Bombón, chocolate...”. Yo le agradecí y entonces me gritó: “No. Eso es lo que tenés que dejar de comer, gorda”. Un guarango. Pueden llegar a decirte de todo: “Contrabandista de canelones”, “Cajita feliz” o, la más común, “Largá los postres”. Al gordo jamás le van a decir: “Qué lindos ojos tenés”.

–Pero sos famosa, conocida...
–¿Y? A cualquiera le pasa. Y lo peor es que hoy con 60 kilos ya sos gordo. Mirá la hija de Araceli González, pobrecita, que la bajaron de la pasarela por tener supuestamente dos kilos de más. O el caso de Karina Jelinek, que por no comer para verse divina se desmayó en medio del programa. Porque yo le creí lo del desmayo, estaba ahí, la vi. Lo peor es que me contaron que ella no está feliz con su cuerpo. ¡Y con lo linda que es! Para mí es una de las mujeres más bellas de este país. Pero el problema está en tu cabeza. La sociedad te enferma, te enferman el medio, los diseñadores, las publicidades, las comparaciones.

–Vos también fuiste un ícono sexual. ¿Te costó asumir la disparada de tu balanza?
–¡¿Cómo...?! Yo hice todas las dietas posibles, y las imposibles también: la de la Luna, la disociada, la de té paraguayo, la de Scarsdale, la del astronauta, la del corazón, la del pomelo, consulté homeópatas e hice ayunos... Toda mi vida me tuve que cuidar; nunca fui flaca. Me acuerdo que cuando empecé en esto, Moria dijo: “¿Cómo puede ser vedette esa chica con las piernas de Don Pelele y la cara de Barbieri?”. Moria tiene esas salidas, es genial. Yo siempre fui una mujer grandota, genéticamente voy muerta: todas mis tías pesaban más de cien kilos.

–¿Imposible bajar?
–Es muy difícil, y mantenerte, mucho peor. Yo sé perfectamente lo que no debo comer y lo que sí. Pasa que me mata la ansiedad. Cuando murió mi abuela tuve la misión de avisarles a los amigos y al resto de la familia. Entre llamado y llamado me comí 24 pastelitos. Me agarró la angustia oral y reventé. Siempre me dio por ahí. Igual, reconozco que supe sacarle el jugo al disfraz de gorda. Es más: creo que ya se lo saqué todo, y que ahora debería bajar unos kilos. Voy a ver si el lunes empiezo (guiña un ojo)...

–¿Desde cuándo te tomás el tema tan livianamente?
–Desde que entendí que no me quedaba otra. Además, nunca fui una acomplejada. A ver. Luli Salazar es bellísima: esa cola, ese pelo, esos dientes, pero no es la vida. Por no ser Luli Salazar no vamos a dejar de ponernos un escote para salir con un señor o a dejar de tener sexo... La vida está llena de mujeres como yo, con rollos, celulitis, el culo caído y las tetas flojas.

–¿Pasaste por el quirófano?
–Sí. Me hice dos lipoaspiraciones y las dos veces terminé más gorda. La lipo es para la flaca que tiene un globito. Si cambiás, si no comés nunca más en toda tu vida, puede servir. No fue mi caso. Lo que me mató a mí fue la enfermedad que tuve durante el embarazo de mi hijo Federico: aumenté 44 kilos. Sí, así como lo escuchás. Estuve muy mal. Tuve una gestosis, una intoxicación vinculada al embarazo. A partir del sexto mes empecé a tener presión muy alta y a aumentar brutalmente de peso: subía entre cuatro y cinco kilos por semana. Para que te des una idea: a los dos años, Susana Giménez me invitó a su programa junto a otras vedettes que habían sido mamás. Como yo estaba gorda, por complejo no me ajustaba, y me aparecí con un remerón bien ancho, tipo carpa. Tan grande era que Susana, espontánea como es ella, me agarró la panza y me preguntó: “¡Ay, Carmen! ¡No sabía que estaba embarazada otra vez!”. La culpa no fue de ella: el cuerpo lo crea uno.

–¿Qué parte de tu cuerpo amás?
–Todo. Cuando estaba en la tapa de la revista Libre, desnuda, odiaba mi cadera y mis piernas, porque son muy gordas arriba y bien finitas abajo. Yo soy como un triángulo: bien ancha en las espaldas, me voy achicando hasta los tobillos, que no existen. Si me llego a quebrar, me tienen que sacrificar, como a las yeguas... Pero pese a todo adoro mi cuerpo: es el único que tengo y no poco me ha dado... Así que, aunque nos quieran discriminar e insistan en hacernos sentir mal, sepan: no lo van a lograr.

–En el día a día, ¿qué situaciones te hacen recordar que sos un XL?
–Todo el tiempo. En la butaca del cine las caderas no te entran tan fácilmente, y ni te cuento si tenés la espalda ancha como la mía. Sé que muchas chicas gordas ni van al cine, para no sufrir estos tormentos. Y digo yo: ¿cómo puede ser que nadie use la lógica? Si está comprobado que en el mundo hay muchos más gordos que flacos… Por los pasillos de los micros no pasás. ¿Los aviones? Ni se te ocurra levantarte para ir al baño si estás del lado de la ventanilla, y menos todavía si están las azafatas repartiendo las bandejitas o el carrito de la bebida. ¡Olvidáte! Además de las bolsas plásticas por si tenés náuseas, deberían ponerte un pañal descartable por si tenés ganas de ir al baño... Los probadores de los negocios de ropa también son nuestros enemigos. ¡Y ni hablemos de la ropa! Encima, el no encontrar qué ponerte te lleva al encierro. Dejás de salir, porque nada te queda… y ni te cuento si tenés un casamiento. Vivís a lechuga y Agarol un mes antes o no encontrás pilcha que te entre. El otro día me trajeron un pilotín divino, de Louis Vuitton, recién traído de París, talle XL y ni me lo probé porque era un M: tenía una espalda diminuta. Y en los Estados Unidos el XL me va gigante. Depende mucho de los países y los diseñadores. Acá, en la Argentina, es terrible. Cuando ando por los shoppings me vuelvo bajoneada. En el shopping me enojo, me frustro.

–Tuviste el hijo, escribiste un libro… ¿Plantaste...?
–Tengo una quinta. Imagináte todos los árboles, flores y cosas que planté...

–¿Y ahora qué?
–Ni duermo: estoy haciendo Incomparable con Miguel Angel Cherutti, de jueves a domingo en el teatro Premier; sigo de jurado en el programa de Marcelo Tinelli y estoy loca con Vedettisima, el sueño que Javier Faroni, mi productor, y Carlos Rottemberg, que confió en mí para cederme su teatro Atlas, me están cumpliendo... Cerramos todo: el 4 de diciembre debutamos en Mar del Plata. Voy a estar con Los Nocheros, con María Eugenia Ritó que ya me pidió bailar, saltar, volar, de todo quiere hacer, y con Silvina Luna, que va a estar fantástica. Será una revista con más de 30 artistas en escena. Estoy feliz, porque vuelvo a instalarme en Mar del Plata con toda la familia y los amigos, que me encanta. Además… ¿vos sabías, no? Las obras de teatro están hechas para que después salgamos todos los del elenco a comer. ¡Me pienso comer todo! Y cuantos más postres, mejor. Carmen jura que no tiene nada que ocultar y tira sus números sin complejos: <i>“Tengo 53 años, mido 1,70, peso 79 kilos y mis curvas están que explotan: 105-80-113... Para ser gordita soy muy armoniosa. ¿O no?”</i>.

Carmen jura que no tiene nada que ocultar y tira sus números sin complejos: “Tengo 53 años, mido 1,70, peso 79 kilos y mis curvas están que explotan: 105-80-113... Para ser gordita soy muy armoniosa. ¿O no?”.

<i>“Nunca, ni cuando era primera figura del teatro de revistas, necesité de mis curvas para seducir. A los hombres, antes y ahora, me los gané con el sentido del humor”</i>

“Nunca, ni cuando era primera figura del teatro de revistas, necesité de mis curvas para seducir. A los hombres, antes y ahora, me los gané con el sentido del humor”

Ayer, cuando era primera vedette en los teatros de revistas, ícono sexual de los 80’. Y hoy, convertida en la showoman que todos quieren en escena. Para este verano prepara <i>Vedettisima</i>, la obra que encabezará en Mar del Plata bajo la producción de Javier Faroni. Los Nocheros, Maria Eugenia Ritó, Matías Alé y Silvina Luna son algunos de los que la acompañarán. Promete ser todo un suceso.

Ayer, cuando era primera vedette en los teatros de revistas, ícono sexual de los 80’. Y hoy, convertida en la showoman que todos quieren en escena. Para este verano prepara Vedettisima, la obra que encabezará en Mar del Plata bajo la producción de Javier Faroni. Los Nocheros, Maria Eugenia Ritó, Matías Alé y Silvina Luna son algunos de los que la acompañarán. Promete ser todo un suceso.

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