“Me recibí de abogado para saldar una cuenta pendiente” – GENTE Online
 

“Me recibí de abogado para saldar una cuenta pendiente”

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La frase le venía repiqueteando en la cabeza, con el ímpetu de su propia sangre y la voz de su madre, la inspiración que siempre lo acompaña en la vida: "Nunca es tarde". Y así Julián Domínguez, chacabuquense orgulloso de sus pagos, peronista de pura cepa, actual presidente de la Cámara de Diputados y ex ministro de Agricultura, tomó impulso para dar el salto. Y se recibió abogado, nomás, a los 48 años y con la enorme satisfacción de cerrar un círculo.

"Desde 1983 –cuando llegué desde Chacabuco a Buenos Aires– hasta 1987, di 18 materias de Derecho. Pero no pude finalizar la carrera: me nombraron director de Juventud de la Nación, luego intendente siendo muy joven, nacieron mis chicos... En fin... Lo tenía como deuda pendiente. Siempre lo pensaba: "Tengo que terminar la carrera". Y como nunca es tarde para cerrar esas cuentas, hace tres años di el examen de convalidación y me quise dar la posibilidad. Este año cursé las últimas dos materias y me recibí", cuenta Domínguez, padre de Tomás (22), Florencia (21), Francisco (21), Agustín (19) y Julito (15) y en pareja con Andrea (quien, a su vez, es madre de Sebastián). Familiero, muy devoto de la Virgen de Luján (tiene una réplica enorme en el living de su casa) y metódico en cada paso de su vida, Domínguez marcó un antecedente más que curioso: un dirigente de primera línea nacional que, como un alumno más, transitó los pasillos de la Facultad de Derecho de la UBA. Rindió la última materia (Derecho de Navegación: se sacó un 8) con los mismos nervios y expectativas que cualquier chico.

–¿Por qué quiso estudiar Derecho?
–Porque tenía claro que mi vocación pasaba por la política y quería formarme. No podía seguir Ciencias Políticas directamente, porque era una carrera que se daba en universidades privadas y me era imposible costearla. Me incliné por esa alternativa. Me vine solo, gracias a que mi mamá, Nélida (una portera corajuda que lo crió solo), vendió sus aros y anillos. Tuve que trabajar, por supuesto. Vendía libros, principalmente, y vivía en pensiones. Había días en que no tenía para pagar la habitación y dormía en cualquier lado.

–¿Cuál fue el peor lugar donde le tocó pernoctar?
–En la puerta de una estación de subte....

–¿En serio? ¿Bajaba las escaleras y dormía ahí?
–Sí. En la estación Callao del subte D... Me tocó pasar así un par de noches. Después, gracias a Dios, tuve buenos compañeros y amigos que me prestaron su casa. Fui becado y conseguí trabajo en una empresa de transportes. Al mismo tiempo, empecé a militar en política.

–¿En esos duros momentos nunca se le ocurrió largar todo?
–No, nunca. Estaba convencido de que, más tarde o más temprano, iba a tener la posibilidad. Y Dios me ayudó.

PASO A PASO. La historia de Domínguez, queda claro, es una historia de persistencia. De lucha. Y se sabe que, cuando las cosas se dan así, se disfrutan más. Su hijo Tomás ya se recibió de psicólogo, la misma carrera que estudia Florencia (quien le dio una nieta, Victoria, de apenas ocho meses); y mientras tanto, Francisco, el chico que adoptó, quiere ser arquitecto. "El primer abogado de la familia soy yo", aclara con enorme sonrisa. "Es muy trabajador, una topadora... El hombre más bueno que conozco", lo retrata Andrea, su mujer. La charla, entre mate y mate, continúa.

–Ahora que lo logró, ¿cuál es la sensación?
–Estoy muy contento. Todavía no caí. Cuando el profesor Chamí me dijo "está aprobado", le conté que acababa de recibirme. Me dijo que no había antecedentes de que un titular de la Cámara de Diputados de la Nación se recibiera en pleno ejercicio de su función.

–La familia lo apoyó mucho, imagino.
–Muchísimo. Quería vencer esta limitación y demostrarles a los chicos que el esfuerzo vale la pena.

–¿Qué le dicen sus colegas legisladores?
–Algunos sabían, otros no. Recuerdo que cuando la Presidenta me eligió para ser ministro de Agricultura en 2009, tuve que dejar de cursar. Luego, cuando me convocó para ser diputado, me dijo: "Espero que termines la carrera". Así que ahora le voy a avisar...

–Le guarda un respeto especial a la presidenta Fernández de Kirchner, ¿no es así?
–Nunca vamos a tener una Presidenta así en toda nuestra historia. Es una persona que trasciende las ataduras materiales y decide todo en función del pueblo. Trabaja por la gloria de los argentinos como nadie. Y recuerdo mucho a Néstor Kirchner, también, que tuvo una eterna generosidad conmigo. Su figura se agiganta con el tiempo.

–¿De quién heredó ese espíritu de superación?
–De mi vieja. Vengo de un hogar de gringos muy humildes, que me enseñaron que el trabajo y el esfuerzo son el camino. Y a no quejarnos nunca por la adversidad; al contrario, es un motivo de superación. Está bueno transmitirles eso a mis hijos: que nunca es tarde, que con voluntad se puede. El obstáculo, muchas veces, es uno mismo. Dios me dio los elementos y la fortaleza. Y pude.

–Cuando mira hacia atrás y recuerda a aquel muchacho que llegó a dormir en la puerta de una estación del subte D... ¿qué piensa?
–Que uno nunca jamás puede olvidarse de sus orígenes. Y que está buenísimo poder reconciliarse con uno mismo, saldando las cuentas pendientes. Ese es el mensaje.

Minutos después de recibirse (se sacó un 8 en Derecho de Navegación), Domínguez posa orgulloso en los pasillos de la Facultad. “Le voy a avisar a la Presidenta”, contó, pleno de felicidad.

Minutos después de recibirse (se sacó un 8 en Derecho de Navegación), Domínguez posa orgulloso en los pasillos de la Facultad. “Le voy a avisar a la Presidenta”, contó, pleno de felicidad.

El flamante abogado disfruta junto con Tomás (su hijo mayor, de 22 años y recibido de psicólogo) y Andrea, su mujer. Y el cariño de los tres golden: Tobías, Olivia y Toto.

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Ex ministro de Agricultura y ahora presidente de la Cámara de Diputados, sus diversas tareas no le habían permitido obtener el deseado título. Ya puede estar tranquilo.

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