«Me levanto a la mañana y me digo: ¡vamos a la cárcel!» – GENTE Online
 

"Me levanto a la mañana y me digo: ¡vamos a la cárcel!"

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Las máscaras no sólo son distintas, además son opuestas. La del Vasquito, un nene tardío encerrado en el cuerpo de un hombre a medio camino entre la ingenuidad y el capricho inofensivo, y la de
Willy, el Mal en permanente estado de efusión, la colérica sombra de una ruina. Uno (personaje mascota de
Campeones, en 2000) y otro (villano irreductible de Tumberos, 2002) podrían ser los extremos opuestos en el abanico de los hombres posibles. Detrás, múltiple, el mismo actor: Carlos Belloso, 39 años, 15 de teatro, hito del under porteño con
Los Melli, cara de la televisión en Pol-ka primero, en Ideas del Sur después, y viajante continuo entre el cielo y el infierno de sus celestiales o infernales personajes.

-¿Cómo compusiste a Willy?

-La verdad, pensé en todos los malos de la historia del cine. Los agarré e hice una mezcla de todos ellos. Y me propuse que la gente, a este tipo, le tuviera miedo. Además, tengo un pequeño truco técnico. Apoyo la punta de la lengua sobre el paladar, por detrás de los dientes, y es como que la cara se instala sola en el personaje que tiene que interpretar, como si lo recordara inmediatamente.

-¿Por qué creés que la gente se engancha tanto con la oscuridad de la cárcel?

-Es como un reality show, vos querés ver lo morboso que puede llegar a ser una cárcel. Y a la vez dispara las preguntas ¿cómo están los presos que metemos en esos depósitos humanos? ¿Qué ocurre con esas mentes en esos lugares?

-¿Te lo respondiste ya?

-La cárceles son el caldo de cultivo. Hay muchas fantasías alrededor de la cárcel: hay gente que quiere que sean cepos uno al lado del otro donde los presos estén recibiendo picana eléctrica todo el tiempo. Bueno, yo me imagino otra cosa, me imagino cárceles dignas que no profundicen la delincuencia…

-¿Qué pensás que pueden sentir los internos de un penal de verdad al ver Tumberos?

-Supongo que en los pabellones los presos dirán: 'Mirá, a ése le rompieron el c… como a vos…'. Qué sé yo, algo así. Dirán que usamos un lenguaje sincero. Y parte de esa sinceridad radica en que, como en una obra de Shakespeare, aquí no hay ningún bueno… ni el policía, ni el director de la cárcel, ni el abogado que llega al pabellón… La única esperanza es la nena (la hija del personaje de Germán Palacios), pero no sabemos…

-¿Hay algún vínculo entre el éxito de Tumberos y el momento de crisis y violencia que vive la Argentina?

-Bueno, es una representación del momento actual del país, de eso no cabe duda. Todos somos cartoneros potenciales, quiero decir que todos podemos terminar allí adentro en cualquier momento. El tomar nota de las zonas marginales y de los focos infecciosos de una sociedad es bueno porque nos describe y habla de lo que nos pasa, de cómo somos…

-¿De qué habla tu trabajo?

-Es una descripción del ser humano, no de los presos. Tengo la sensación de que el que se tiene que ver representado en
Tumberos no es el preso, sino el ser humano.

-¿A quién ama Willy?

-Ama su lugar. Está adentro y no quiere salir porque adentro es alguien, afuera, en cambio, es un gil. Por lo tanto,
Willy ama la cárcel, se siente dueño de ella… y a mí, que soy el actor que le presta el cuerpo, me estimula, me da ganas de estar allí justamente porque mi personaje ama estar allí… Es más, yo me levanto en mi casa a la mañana y me digo: ¡vamos a la cárcel!

En 2001, Belloso se alzó con dos premios ACE, uno al Mejor Unipersonal por su obra
Dr. Peuser, y como Mejor Actor de Reparto por su filosa interpretación de Calibán, el monstruo deforme que Shakespeare concibió para su obra La Tempestad. "Como Willy, Calibán también era pura maldad y estaba preso en manos de Próspero, el mago de la isla", dice Belloso, y agrega: "Más allá de un personaje o de otro, el gran tema es el poder y cómo conservarlo.
Willy no va a respetar ningún límite y va a utilizar hasta la última partícula de terror para no caerse de su lugar".

-¿Lo va a conseguir?

-Willy se irá derrumbando, su locura crece día tras día y terminará haciendo una línea descriptiva del poder ahí adentro. Como Ricardo III, otro asesino sin piedad, va a terminar gritando: "¡Mi pabellón por un caballo!".

-¿Te gustaría visitar una cárcel…?

-Yo conozco ese palo, no es que para mí sea un mundo completamente ajeno. No quisiera profundizar demasiado, pero tuve familiares y también amigos que han estado en la cárcel. Para mí son historias frecuentes.
Eran los primeros años de los 80. Carlos hacía la colimba y para mitigar el encierro realizaba pequeños números para sus compañeros. "Una buena forma de pasar el tiempo", dice. Sobre los días finales del servicio militar, ya tenía claro que allá afuera lo esperaba el escenario.

-¿La cárcel es el infierno?

-La cárcel es el depósito del infierno.

Distendido, en la casa de su novia, en el barrio del Abasto, Belloso descansa de las agotadoras grabaciones en las instalaciones del ex penal de Caseros.

Distendido, en la casa de su novia, en el barrio del Abasto, Belloso descansa de las agotadoras grabaciones en las instalaciones del ex penal de Caseros.

Carlos Belloso en su casa. Yo conozco ese palo, no es que para mi sea un mundo completamente ajeno… Tuve familiares y también amigos que han estado en la cárcel", dice.">

Carlos Belloso en su casa. "Yo conozco ese palo, no es que para mi sea un mundo completamente ajeno… Tuve familiares y también amigos que han estado en la cárcel", dice.

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