“Me exigí tanto en el deporte que dejé de lado el amor” – GENTE Online
 

“Me exigí tanto en el deporte que dejé de lado el amor”

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Parada de líbero, lejos del arco contrario, Luciana es una jugadora más. Desde afuera, lo único que la distingue del resto del equipo es la vincha rosa flúo. El cansancio se nota en su cara, y una carga en el isquiotibial de la pierna derecha (el músculo que está detrás del muslo)le indica que es el momento de pararse cerca de su área hasta que finalice el entrenamiento. Encima, el frío y la lluvia no dan tregua.

Sin embargo, cuando termina el día de ejercicios en el Cenard se tomará unos minutos para firmar autógrafos, sacarse fotos con las nenas que vinieron a verla y hasta tendrá tiempo para filmar un saludo para una chica que cumple 15 años y tiene a Lucha como ídola. Sumado a esto, y a pesar de los 4 grados de sensación térmica, no pondrá ningún reparo cuando un periodista le pida que se siente en una silla durante diez minutos, con un viento que le pega de lleno en la cara mientras le hace una entrevista.

Es la una del mediodía y la nota con GENTE será en un lugar con más reparo. El comedor servirá de refugio, y aunque es el horario del almuerzo, Luciana prefiere dejarlo para después. Una lágrima con azúcar y una barrita de cereal bastan para engañar el estómago. Es tanto su profesionalismo dentro y fuera de la cancha que sus compañeras, conociéndola, se acercarán para casi rogarle: “Lu, comé algo y descansá”.

Para que se entienda, cualquier deportista que hoy hubiese estado en el lugar de Luciana Aymar habría hecho tres cosas: salir de la cancha antes de que termine el entrenamiento para que el cansancio no se transforme en lesión, no firmar ningún autógrafo ni sacarse fotos y cancelar todas las entrevistas pautadas. Tenga en cuenta, señor lector, que Lucha es la mejor jugadora de hockey del mundo. Sin embargo, pareciera que hoy Aymar disfruta hasta de esas leves lesiones, producto de una dura preparación de cara al Mundial de Hockey, que este año se jugará en la ciudad de Rosario.

Internamente sabe que cuando el árbitro pite el final del último partido de Las Leonas, quizás ése sea el final de su vida deportiva. “Todos me preguntan: ‘¿Vas a seguir después del Mundial?’. Y la verdad es que no lo sé. Tengo 32 años y éste será mi último Mundial. Pero no sé qué va a ser de mi vida después”, cuenta Lucha con la mirada perdida y en un tono que suena a despedida anticipada. Atrás, bien atesorados, quedarán sus podios y sus siete premios como Top Player del Año.

Dice su ex entrenador, Sergio Cachito Vigil, en la contratapa de Luciana Aymar, corazón de leona, el libro sobre su vida escrito por el periodista Luis Calvano (Editorial Aguilar): “El esfuerzo más grande en su vida fue lograr trascender a la mejor jugadora del mundo y convertirse en un ejemplo”. Para eso tuvo que dejar muchas cosas de lado. Porque esta flaca, alta, linda y talentosa mujer, hoy está sola.

“Para poder ser una Leona tenés que resignar muchas cosas, entre ellas tu vida sentimental. No digo que sea una regla general, pero personalmente me costó mucho encontrar ese equilibrio. Uno se vuelve tan obsesivo con lo que hace que se torna un poco egoísta. Por eso estoy sola: mi prioridad es el Mundial”, se sincera la capitana de la Selección, un verdadero orgullo del deporte argentino.

–¿En serio estás pensando en colgar el palo? En el último Champions Trophy, que acaban de ganar, volviste a ser elegida como la mejor jugadora del torneo. Y en sólo dos años son los Juegos Olímpicos en Londres...
–Sé que éste, el cuarto, será mi último Mundial. Pero todavía no quiero pensar en mi retiro definitivo de las canchas. Hoy sólo tengo la cabeza puesta en lo que viene.

–¿Sentís que éste va a ser tu Mundial? Porque vas a estar en Rosario, con familiares y amigos de toda la vida.
–Va a ser muy fuerte. Por eso me estoy entrenando así. ¡Casi duermo con un palo de hockey! Ojalá ésta sea la frutilla del postre para mi carrera. Con mi gente, los que me vieron nacer como jugadora... Creo que será muy emotivo.

–¿Sos consciente de que el Mundial se juega en el país porque hubo un grupo de jugadoras que hicieron que Argentina sea una potencia del hockey?
–Sí, lo sé. Fue un trabajo silencioso. Por suerte, hoy nosotras vamos a disfrutar de eso. Y por eso nos estamos preparando para estar en la final.

–¿Podrán?
–Argentina va a llegar en su mejor momento. Los equipos que antes entraban a la cancha y nos miraban por arriba, hoy nos tienen respeto. Sin dudas, somos grandes candidatas.

–Después de ganar el último Champions Trophy, en Inglaterra, muchos dijeron que, a diferencia del fútbol, ustedes son el verdadero ejemplo del deporte argentino. ¿Lo sienten así?
–Sentimos que se nos está reconociendo todo ese trabajo que hicimos en silencio. Ahora estamos entrenando en doble turno, de 9 de la mañana a 6 de la tarde. Y aquí no se ganan los millones que hay en el fútbol...

–¿Eso les da un mérito extra? –Sí, aunque no nos gusta que nos comparen. Muchas veces se habla de que los futbolistas ganan millones de dólares, y van a la Selección y no rinden. Pero no hay que olvidar que están en la Selección porque aman la camiseta. Por eso me molestó mucho cómo se trató la salida de Maradona.

–¿Pensás que deberían haberle renovado el contrato?
–Seguro, le tendrían que haber dado otra oportunidad. Porque si bien es verdad que contra Alemania no se jugó bien, desde afuera me dio la sensación de que algo les contagió a los jugadores. Corrían y se mataban adentro de la cancha.

–Vos que lo conocés, ¿Diego te transmite algo distinto?
–¡No tenés idea...! Te da una energía extra. Nosotras lo vivimos en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. Después de perder la semifinal 5 a 2 ante Holanda, vino al vestuario y nos dijo: “¡Estoy orgulloso de ustedes! ¡Pelearon como leonas!”. Eso sirvió para levantarnos el ánimo e ir a buscar el bronce ante Alemania.

–¿Sabés si irá a Rosario para hinchar por ustedes?
–¡Eso espero! ¡Lo voy a obligar! (risas). Diego siempre es bienvenido y lo vamos a invitar.

–¿Le vas a regalar tu libro? Porque él te invitó a la presentación de su biografía y hasta te firmó un ejemplar.
–¡Es verdad! Sí, se lo voy a dar, y dedicado.

–Por cierto, en el libro decís que de chica eras una fan enferma del Diez.
–Siempre. Me encantaba mirar sus videos, porque esa luz propia y esa pasión que ponía nunca más se la vi a nadie. Todo lo difícil, él lo hacía fácil, y en cada partido tenía jugadas memorables.

–Justamente, hoy muchos opinan lo mismo de vos. Por eso te llaman “la Maradona del hockey”. ¿Puede ser que tengan eso en común, el haber nacido con un talento para ser cada uno el mejor del planeta en su respectivo deporte?
–El me transmitió eso de no bajar nunca los brazos. Todos nacemos con un talento. La gran enseñanza que hay que dejarle al deportista es que no se tiene que quedar con eso y nada más: para ser el mejor hay que pulirlo...

–¿Y cómo sentís eso de ver tu vida en un libro?
–Muy bien. De entrada dudé, pero cuando hablé con mi familia me dijeron que lo hiciera. La idea es que le sirva a la gente común para entender que todos podemos superar muchas cosas si nos proponemos llegar a una meta.

–En una parte decís: “No considero que una persona sea infeliz por estar sola”. ¿No tenés ganas de estar de novia, de formar una familia?
–Seguro. ¿A quién no le gustaría? Pero como te dije antes, últimamente tengo una vida muy alocada y no tuve tiempo ni de conocer a alguien. En el deporte de alto rendimiento te exigís tanto que hasta dejás de lado el amor.

–¿Por momentos te lo cuestionás?
–Siempre. Sé que el deporte me brindó muchas cosas positivas, pero también me dio una formación egoísta y estructurada. De todas maneras, si hoy tengo que estar sola para llegar bien al Mundial, no me importa. Para todo lo demás ya llegará el momento.

Luciana muestra que se puede ser una jugadora talentosa, bonita y femenina. Con una figura casi escultural, se animó a una producción bien jugada.

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“Para poder ser una Leona tenés que resignar muchas cosas, entre ellas tu vida sentimental. No digo que sea una regla general, pero personalmente me costó mucho encontrar ese equilibrio”.

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“Maradona me transmitió la idea de no bajar nunca los brazos. Todos nacemos con un talento; la gran enseñanza es saber cómo pulirlo para ser el mejor”.

“Maradona me transmitió la idea de no bajar nunca los brazos. Todos nacemos con un talento; la gran enseñanza es saber cómo pulirlo para ser el mejor”.

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