Acaba de llegar de Madrid. Fue por unos días a ver a Andrés, que está de tour por España, donde es como un semidiós, y que en Bilbao –en un festival monstruoso para 18 mil vascos en estado de delirio, y con Guns N’ Roses metido en la grilla también– salió a rockearla con su viejo camarada Ariel Rot. O sea, la vuelta de Los Rodríguez y todos esos hits. Y volvió. Andrés ya había volado desde Madrid para verla cuando cumplieron un año juntos, así que esta visita resulta bastante justa. Es jueves 20 y está medio cansada pero dispuesta, en una casa increíble, en un country increíble, allá por Pilar. La idea es la campaña gráfica de la colección invierno de Clara Ibarguren, que hace por segunda vez consecutiva. A Clara, la diseñadora y dueña de la marca, Julieta Cardinali le parece divina, fresca, expresiva. Y ésta, su última colección, la pensó más o menos teniendo en cuenta cómo iba a quedarle a ella. Una especie de musa, tal vez. Y en El tiempo no para, la serie de Canal 9 donde Julieta murió hace un tiempo, lo hizo con un suéter de Clara.
Ella, actriz, alguna vez paquita de Xuxa. O ella y Andrés, cuando ella va a la casa de él, por Barrio Norte, o él a la de ella, en Colegiales. Ahí, digamos, se traza el límite. Algo que Julieta vigila bastante.
–Esto de ser modelo, o jugar a ser modelo, ¿cómo te cae?
–Me encanta. Me divierte ser modelo, pero sólo por un rato. Y parece parte de una moda mundial que las actrices modelen un poco.
–Claro. Demi Moore hace Versace y vos, Clara Ibarguren.
–¡Ja, ja, ja! ¡Tal cual! ¿Por qué no? No te voy a mentir: está buenísimo que te maquillen divina, te produzcan divina, te pongan divina y todo eso.
–Y en la vida real, ¿cuánto te vale toda esa coquetería?
–Sinceramente, soy coqueta lo justo y necesario. Obvio que me cuido, y que me copa verme bien, estar linda. Pero no más que eso.
–También estás haciendo ¿De quién es el portaligas?, la película que escribió y dirige Fito Páez. El elenco es casi un club de amigos: vos, Fabiana Cantilo, Romina Ricci…
–Es porque Fito eligió para su película a gente que quiere y respeta. Estoy por terminarla en Córdoba, y es muy bizarra. No te puedo adelantar mucho la trama, es como un secreto, pero la historia gira en torno a tres amigas –Romina, Eleonora Balcarce y yo–, en sus mambos por la vida, con sus chicos, sus historias, etcétera. Está bueno, la verdad.
–Ahora… Tantos años de actriz, un poquito de modelaje… ¿No volverías a ser paquita de Xuxa?
–¡Uuuuuy! Es que eso fue hace muchísimo. Tenía 14 años y la pasé bárbaro siendo paquita. Además, era una nena, una televidente. Pero… ¡No! ¡No me volvería a poner el casco!
–Tu gato siamés, Braulio, ¿cómo anda?
–¡Bieeen! Divino. Aunque, te digo, es un tanto complicado vivir con un gato siamés. Tienen lo suyo: son bastante ariscos.
–Por eso. ¿Cómo se lleva Braulio con Andrés?
–Mmm…. De eso no te voy a hablar.
–¿Y del viaje a Madrid?
–Bien, bien, muy lindo.
(Y entonces vienen los puntos suspensivos… Julieta se queja, con un poco de vehemencia, de que si dice algo más o menos íntimo se termina publicando cualquier cosa, o si no dice nada se termina escribiendo una fábula. Lo mejor, tal vez, es que diga algo, así no hay fábula, y pateamos el misterio por la borda, el supuesto embarazo y otros etcéteras. No. Si están las famosas o infames reglas del juego de la fama, ella no juega. Porque, esta tarde en el country, Andrés es de Julieta, y Julieta es de Andrés. Y nada de ellos entra en mi anotador).
–Estás preservando tu intimidad…
–Para mí vale muchísimo.
–¿Y si otros la violan?
–Eso no lo controlo. Pero no hablar de mi intimidad me deja la conciencia tranquila.
Acá está la reja, digamos. ¿El futuro dorado de cualquier pareja? ¿Cómo sigue la historieta? Eso, básicamente, lo sabrán Braulio y Andrés.
Julieta, en un country de Pilar, posando para la nueva campaña de la marca Clara Ibarguren. Algo que, digamos, le gusta bastante.
“Sinceramente, soy coqueta lo justo y necesario. Obvio que me cuido, y que me copa verme bien, estar linda. Pero no más que eso”
