«Me da más trabajo cuidar a mi nieta una tarde que todo un día de filmación» – GENTE Online
 

"Me da más trabajo cuidar a mi nieta una tarde que todo un día de filmación"

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A sus 61 dice: “Estoy contenta con mi vida”, y también que “no veía la hora de llegar a la Argentina. Y no es una frase de cortesía: aquí la paso formidable”. Con orgullo, se declara abuela: “Carla, mi nieta, tiene tres años y me lleva enloquecida”. Envuelta finamente en un vestido negro con estampado de flores (“Lo compré en Roma, pero no recuerdo el nombre del diseñador”), cómoda sobre sus zapatos de alto taco y aguda punta, con piernas de escultura y en el silencio y el verde del hotel Del Bosque, habla con GENTE. Así…

–En una nota anterior usted nos dijo que le escribió a Juan José Campanella para pedirle trabajo. ¿La llamó?
–Ahora que llegué, me enteré de que me anda buscando. Ojalá se dé. Lo admiro, y me encantaría trabajar con él.

–En la película Reinas interpreta a la madre de un hijo gay que se va a casar con otro hombre. ¿Cómo se vive ese tema en España, y cómo lo vive usted?
–España, creo, es el sitio donde el tema se trata con más normalidad. Cuando empezamos la promoción de La ley del deseo, que era bien fuerte, la gente lo tomó como algo muy natural. Ibamos haciendo un poco de escándalo de sitio en sitio, pero los españoles supieron cambiar rápido. Hoy, un hijo le dice a su madre que es gay y ella se preocupa, pero no mucho…

–¿Qué significa volver a la Argentina?
–Una gran alegría, porque he encontrado un Buenos Aires totalmente distinto al último que vi. Me acuerdo que quince días después de irme, la última vez que estuve, sucedió lo del corralito, algo muy triste y muy duro para ustedes. La gente estaba descontenta, irritada. Pero ahora noto todo más tranquilo y agradable. Me parece que vais para mejor.

–¿Dónde le gustaría vivir fuera de Madrid?
–Todos los lugares me gustan. La he pasado bárbaro en México, pero aquí estoy como en casa.

–¿En qué momento de su vida se sintió una mujer al borde de un ataque de nervios, como aquellas de la famosa película de Almodóvar?
–(Piensa) En muchos. Cuando tuve que luchar por mis dos hijos, por ejemplo. También la he pasado bastante mal con alguna pareja. Me han pasado cosas fuertes, y no entiendo por qué han sido tantas, y por qué me han pasado a mí.

–Si quiere, cambiamos de tema…
–No, no (levanta su mano izquierda). Déjame decirte que uno de los peores momentos fue cuando me hice popular, de la noche a la mañana, por un programa de tevé. Eso también fue fuerte. De que nadie te conozca a que todo el mundo te señale, que tu madre te trate de modo distinto, que el teléfono de tu casa no deje de sonar… ¡Pues vamos…!

–¿Es coqueta?
–Sí, lo normal. Este es un mundo en el que siempre hay que estar bien vestida y bien peinada, y la verdad es que eso me tiene un poco harta. A veces me aburre soberanamente que me maquillen para las fotos y que tenga que probarme un vestido tras otro.

–¿Cómo es en su vida privada?
–Todo lo contrario. No llevo taco, no me pinto, voy al gym así nomás, para nada me produzco. Adoro tener la libertad de no quitarme el pijama a lo largo de todo un fin de semana, de desayunar a las seis de la tarde o cenar a las dos de la mañana. Amo, de vez en cuando, vivir de esa manera.

–¿Qué hace para cuidarse?
–Te decía, voy al gimnasio (interrumpe la charla y le pide un Marlboro a su asistente), hago pilates, duermo ocho horas diarias, no soy de darme grandes atracones, y no me gusta beber, porque si bebo, me duermo. Pero hay cosas que hago (o no hago) siempre para seguir bien…

–¿Qué cosas?
–No aguantar a gente pesada. No ir a fiestas que no me apetezcan. No ir a las cenas a las que no quiero ir, por importantes que sean. Marcharme de cualquier lugar cuando me viene en gana. ¿Sabes por qué? Porque esas cosas son las que más nos gastan. Por ello he borrado de mi vida muchas reuniones y mucha gente.

–¿Cómo vive el abuelazgo?
–Me divierte estar con mi nieta, sí. Pero para pedir que me la traigan necesito encontrarme muy fuerte. Me da más trabajo cuidar a mi nieta una tarde que todo un día de filmación. Tiene tres años y mucha imaginación, y me exige atención absoluta y permanente. Lo único que la calma es cuando le pongo una película.

–Se nota que la ha cambiado...
–Así es. Le veo más sentido a las cosas. Ahora, en mi casa, guardo todo, porque ella va derecho al cajón de las joyas. También le encanta tener su propio maquillaje. “Abuela, me gusta maquillarme un poco antes de salir”, me dice. ¡Mira qué desparpajo!

–¿Esto es algo nuevo en su vida, o una remake de escenas?
–Nuevo, inédito, porque con mis hijos no lo viví así. Fue más complicado, porque cuando me convertí en madre no era consciente: tenía 19 años, y a esa edad lo normal era casarse, echarse un… (bueno, tú sabes), y criarlo de la nada. No fue así como lo vivieron mi nuera y mi hijo, que se lo han pensado bien y han tenido a Carla mucho más tarde…

Carmen con lo mejor que tiene: belleza, sonrisa incomparable, cero divismo, humor a toda prueba y 61 años que, por espíritu, parecen 20.

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En la presentación, y recibiendo el Pino de Oro (premio homenaje del festival Pantalla Pinamar), de parte de Jorge Alvarez, el presidente del INCAA, y Enrique Pinti.

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Carmen con la gracia que sólo una española puede esgrimir. Pura simpatía de la española durante su charla en Pinamar con GENTE.

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