«Me crié en el cuarteto pero llevo el rock en el alma» – GENTE Online
 

"Me crié en el cuarteto pero llevo el rock en el alma"

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Bueno, si hay un dios allá por las sierras de Córdoba, ése es La Mona
Jiménez. Y un día, 9 de julio de 1981, le llegó el heredero: Carlos Jiménez
hijo. Mamó música, eso sí, en la pieza que tenía justo sobre la sala de ensayo
de su padre. Noche tras noche, el tunga tunga que se comía las paredes. Ya de
grandecito, a las giras en el colectivo, a los bailes, donde La Mona esgrimía
con sus caderas el poder divino del cuarteto. Un dios en escena. A Carlos junior
le gustó lo que veía. Y a los 17 años puso proa a Buenos Aires, guitarra en mano
desde su Córdoba capital, a sabiendas de que algo de su padre le corría por las
venas, que era más que un apellido. Hoy, a los 22, lo hizo. Su debut, Tribal,
hace una semana nomás, asalta las bateas.
"La música la llevo desde la panza de mi vieja", lanza Carli, desfachatado hasta
el último hueso en su departamento de Belgrano. Lo saluda a uno con sonrisa de
provincia, como un viejo conocido. Convida cerveza, y se despacha: "Ni podía
dormir con papá ensayando abajo, me encantaba escucharlo. Me llevaba a los
bailes por todo el país. Era parte de toda esa locura genial. Y me mandé a
tocar, porque es mi cable a tierra, mi forma de mostrarle al mundo lo que llevo
adentro. Me traje mis canciones, y acá estoy…".

Y acá está. Heredero, decíamos. Pero a Carli, el ritmo de su padre no le tira.
¿Cómo puede ser que el vástago del héroe cordobés no siga el ritmo cuartetero de
su padre? El muchacho se explica: "Es una fusión de rock clásico, de música
electrónica, mucho funk, y por supuesto, un poco de cuarteto. Yo me crié en el
cuarteto pero llevo el rock en el alma. Es que mi generación es así. Curtís la
música de todos lados, vivís conectado al mundo. Y logré eso. Mezclar todo lo
que yo amo para clavar mi bandera. Para que permanezca"
. En Córdoba, donde hizo
su debut en vivo un mes atrás, y en un show de La Mona -¿dónde más podría ser?-,
no recibió palazo alguno de parte del duro público fanático de papá. Es más:
"¡Fue rarísimo! Papá festejaba su cumpleaños y me invitó a tocar. Yo me subí
sólo con la viola. Medio que me miraban raro, ¡pero se coparon! Eso fue un flash
para mí".
Hay hechizo en la música de Carli, un sonido brujo que le obliga a
mover los pies al más duro. Y él dice entre risas: "¿Sabés qué es eso, viejo?,
¡el poder!". Y de Tribal, ¿qué dice don Jiménez? Carli sonríe: "¡Le encantó!
Está re-orgulloso del disco y de que esté haciendo música. Lo pone en su casa
todas las noches, como él me ponía a los Beatles cuando volvía de los bailes".

Credo magno del cuarteto: "fernet, birra y joda sin par", como lo cantó Rodrigo
Bueno, allá lejos y hace tiempo. Pero el muchacho se escuda: "No, no soy ningún
atorrante. Al contrario, todo un gentleman, como mi viejo".

-¿Y de alcoholes cómo andamos?
-Bueno… algo me tomo.

Entonces, Carli, mejor novia no podía hallar: "Se llama Vanessa, es italiana, ¡y
bartender!"
, es decir, prepara tragos detrás de una barra. Aun así, tiene una
bonita adicción que, según él, lo perseguirá hasta el fin de sus días: "¡La
música, viejo! Mi único vicio. De la guitarra no me rehabilito nunca más. Me
casé con ella. Y acá sí que no hay divorcio".

Hoy, Carli es la novedad: "mirá quién canta… el hijo de La Mona", puede pensar
hasta el más pintado. Pero su imperecedero papá -que ya anda por su disco número
70, el flamante En Caravana- puede convertirse en la sombra que lo persiga.

-¿Pensaste alguna vez que el apellido que llevás te puede meter presión?
-Nunca me va a pesar ser el hijo de La Mona. Es más, se lo agradezco. El es mi
gran maestro.

Otra teoría -teñida un tanto más de malicia, eso sí- podría enunciar que a este
pibe, el viejo lo acomodó. No es del todo descabellada una sospecha de nepotismo
musical. Será en vano preguntárselo al pibe mismo. Brilla con estrella propia,
con un disco ardiente, salvaje, con el ritmo y la locura detrás de cada nota.
Como su viejo le enseñó.

Segundo de los tres hijos del rey del cuarteto, llegó a Buenos Aires a los 17 años con su valija llena de sueños. Ahora, abre su propio camino.

Segundo de los tres hijos del rey del cuarteto, llegó a Buenos Aires a los 17 años con su valija llena de sueños. Ahora, abre su propio camino.

La música es mi único vicio. De la guitarra no me rehabilito nunca más. Me casé con ella. Y acá sí que no hay divorcio"">

"La música es mi único vicio. De la guitarra no me rehabilito nunca más. Me casé con ella. Y acá sí que no hay divorcio"

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