“Me contaron que algunos hinchas de Boca de mi pueblo gritaron mi gol” – GENTE Online
 

“Me contaron que algunos hinchas de Boca de mi pueblo gritaron mi gol”

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A los 14 años, el gran golpe, la gran desilusión: su sueño de jugar en la elite de Boca se hizo pedazos cuando Jorge Bernardo Griffa le disparó a boca de jarro: “No te voy a tener en cuenta para la temporada que viene, pibe”. Había llegado de Tres Sargentos (partido de Carmen de Areco, ruta 7, kilómetro 157, apenas 400 habitantes), jugaba como delantero en la octava división azul y oro, y se fue de la pensión de Casa Amarilla llorando como lo que era: un chico. “Creí que era el fin de mi carrera, porque además tenía una lesión en la pierna derecha. Conclusión: no pude tocar una pelota en los ocho meses siguientes”, recuerda. Pero como escribió Almafuerte, “No han de ser tus caídas tan violentas / y tampoco, por ley, han de ser tantas”. Su hermano Gonzalo (cinco años mayor que él, y hoy delantero del Logroñés, segunda división española) ya rompía redes en la tercera de Estudiantes, y consiguió que Mariano pasara a la sexta pincha. No se equivocó: en ese primer año a rayas rojas y blancas metió más de veinte goles, y ese récord lo llevó a primera, al círculo de oro, con edad de quinta.

Después, cuatro torneos sucesivos lo perfilaron como lo más difícil, lo más escaso, lo más buscado: un hombre-gol. Uno de esos nacidos con los tres palos rivales entre ceja y ceja… Y por fin, hace apenas un rato, en el Apertura 2006, la consagración, la corona de laureles, el podio. Once goles, sí. Diez, para la estadística. Pero el último, para el bronce. ¡Estudiantes campeón! El título que esperó 23 años. La casi imposible caída de Boca. Una gran película de suspenso. Una explosión de cien megatones. La locura. Lo que ahora le hace decir que “pasan los días, y recién ahora me voy dando cuenta de lo importante que fue ese gol. La gente me para en la calle, me saluda, me abraza, me quiere besar. En La Plata me dicen, con lágrimas, que el miércoles pasado me convertí en un héroe. Esas cosas conmueven a cualquiera”. Mariano Pavone, 24 años, 1,76, 81 kilos, flamante novio de la modelo y actriz Carolina Molinari, celular al rojo vivo, etcétera.

–¿Fue el gol más grande de tu vida?
–Sí. El sueño de todo goleador. La noche anterior, en la concentración, tirado en la cama, miraba el techo y pensaba en el partido, en la gente, y –¡te juro!– en un gol mío, sobre la hora, que nos daba el título. ¡Casi no dormí! A veces me despierto a la mañana y creo que el campeonato fue un sueño…

–¿Todavía te cuesta dormir?
–Sí, un poco por la alegría y otro poco porque todavía no paramos de festejar. Pero es tan lindo que quisiera que no se terminara nunca.

–¿Realmente pensaron que podían ganar el título, a pesar de una chance tan escasa?
–Siempre, siempre. Apenas perdimos en San Pablo y quedamos afuera de la Libertadores, el Cholo Simeone nos felicitó y nos dijo que si jugábamos como ese día, íbamos a ser campeones. La idea prendió en cada uno de nosotros, y se nos dio.

–¿Ni el empate con Argentinos Juniors, sobre el final, les quebró la fe?
–No, para nada. Ese gol sobre la hora nos cayó como un balde de agua helada, pero todavía teníamos chance, y trabajamos como locos para aprovecharla.

–¿Cuánto influyó Verón en el proceso?
–Fue muy importante, lo mismo que Calderón. Son dos grandes, dos referentes, tienen mucha experiencia, nos hablan cuando hay que hablar y nos frenan la ansiedad en los momentos clave.

–¿Cuánto de la gloria le toca a Simeone?
–Muchísima. Lo que hizo es fenomenal. Armó un equipo a su estilo y nos contagió su mente ganadora, fuerte, tremenda. Nos puso en la cabeza que podíamos ser campeones, y no se equivocó. Se las sabe todas…

–¿En qué momento te viste, o se vieron todos, campeones?
–Después del segundo gol, porque Boca sintió el impacto y nosotros estábamos físicamente mejor, con resto. Después de una racha de once ganados y un empate, y faltando apenas diez minutos, no se nos podía escapar.

–¿Estaba Carolina Molinari, tu novia, en la cancha?
–Sí, me vino a ver a Vélez. Es un amor. Hace poco que salimos y estamos muy bien.

–Te quieren varios clubes de Europa. ¿Fue tu último partido en Estudiantes?
–Me encantaría jugar en Europa, sí. Y el título y mi gol, el del triunfo, serían la gran despedida. Pero si tengo que quedarme en Estudiantes, me quedo con gusto.

–¿Vas a la Selección?
–Es un sueño pendiente. Pero no tengo que apurarme.

– ¿Cómo será tu llegada a Tres Sargentos, tu pueblo?
–¡Una locura total! Hoy me voy para allá. En Carmen de Areco me esperan con una autobomba para llevarme a Tres Sargentos. ¿Te imaginás qué entrada? ¡Me contaron que algunos hinchas de Boca gritaron mi gol, y me van a aplaudir!

Mariano en pose. Pelota en mano: un instrumento que para él no tiene secretos. Le sabe la letra y la música. Atrás, un tanque de guerra, como él...

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Van 35 minutos del segundo tiempo, el Tanque Pavone acaba de convertir el segundo gol -con sombrerito al arquero Bobadilla incluido-, el de la gloria, y lo grita con cuatro pulmones.

Van 35 minutos del segundo tiempo, el Tanque Pavone acaba de convertir el segundo gol -con sombrerito al arquero Bobadilla incluido-, el de la gloria, y lo grita con cuatro pulmones.

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