“Me casé para morir en sus brazos, pero ella me dejó” – GENTE Online
 

“Me casé para morir en sus brazos, pero ella me dejó”

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Fue el casamiento del año, es el divorcio del año y promete ser el gran escándalo del año... Todo en tan sólo ocho meses. Rememoremos: Gerardo Sofovich (73) y Sofía Oleksak (35) dieron el “sí” el 24 de abril de 2009, después de siete años de noviazgo–convivencia, con una megafiesta en Señor Tango para 500 invitados, entre los que se encontraban Susana, Mirtha, Florencia de la V, Pampita y Pettinato. Pero el 23 de diciembre de ese mismo año, apenas instalados en Carlos Paz –donde él sería director y protagonista principal de Gracias a la Villa, su apuesta para el verano–, terminaron cada uno por su lado: Gerardo trabajando en Córdoba, Sofía regresando a Buenos Aires. De repente, una fuerte discusión (y muchas tensiones)ponía fin a una larga historia de amor.

Lo concreto es que hoy ya se habla de un divorcio que al productor le costaría nada menos que unos 5 millones de dólares. Y si bien es cierto que después de 50 años de carrera y de éxitos Sofovich seguramente dispone de bienes que superan esa cifra, nada está dicho todavía acerca de la resolución que deberá tomar la Justicia en una situación como ésta: es decir, primero tendrá que determinar culpabilidades, para recién luego dar lugar a que se pueda comenzar con las correspondientes demandas. Hasta el momento, ninguno de los dos inició juicio de divorcio. Sofía dio un primer paso reclamando alimentos. Y entonces Gerardo se presentó ante la Justicia dejando de manifiesto que no tenía actitud conciliadora. En buen criollo, esto significa que no está dispuesto a pagarle una mensualidad. Cree que ella puede valerse por sí misma, que es una persona joven, sin impedimentos para trabajar, y además, no es el padre de sus dos hijos. Su contraataque se basará en una presentación judicial que se hará en estos días, previa a la demanda de divorcio, que promete munición gruesa en una batalla que recién se inicia. ¿Qué expondrá Sofovich en Tribunales? Cuando se le pregunta, sonríe socarronamente. Por el lado de Sofía apenas hay silencio. Sigue viviendo junto a sus hijos, Agustín (11) y Joaquín (9), en un country de Pilar, recibiendo el cariño y la contención de sus padres, hermanos y sobrinos. Pero está decida a no hablar. No quiere dar detalles, al igual que su abogado, Maximiliano Serravalle –el mismo que representó a Martín Barrantes en la disputa con Pampita–, de su estrategia para esta guerra de dimes y diretes que acaba de comenzar. Apenas si le confió a GENTE en diciembre: “El me echó de nuestra casa”. Gerardo acepta relatar detalles de lo que define como su verdad, tan sólo 48 horas después de haber recibido el alta de una internación por una arritmia en el Sanatorio de los Arcos, en Palermo.

–Sofía dice que usted la echó de la casa de Carlos Paz.
–Reconozco que discutimos y ella se fue. Yo no la eché.

–¿Y por qué discutieron?
–De eso se va a enterar el juez, no la prensa.

–¿No fue por terceros en discordia, por infidelidad?
–Nooo.

–¿Seguro? A veces sucede que uno saca los trapitos al sol y se va de boca.
–Fue una discusión totalmente absurda, con un final totalmente inesperado.

–¿Algún día sabremos por qué se separaron?
–Surgirá en el juicio.

–Se sigue insistiendo con eso del divorcio de los 5 millones de dólares.
–Es un disparate jurídico. Publicaron que Sofía me había demandado por 5 millones de dólares y que se había fijado para la semana pasada una audiencia de conciliación. Y nada que ver. No se comienza con una demanda de divorcio por una cantidad equis. El juicio lo inicia una de las partes, o las dos, y en este caso va a ser contradictorio. El juez entonces establece quién es culpable y quién tiene razón. Recién ahí puede haber compensaciones. Además, estamos hablando de un matrimonio de ocho meses, al que nadie la llevó con un revólver en la nuca. Si era como que ya estábamos casados hace siete u ocho años, cuando empezó la relación...

–¿Es cierto que Sofía le acaba de iniciar un reclamo por alimentos?
–Sí. Fue una mediación prejudicial, que finalizó a los cinco minutos porque le dije a la mediadora que yo estaba ahí por respeto a la Justicia, pero que no tenía actitud conciliatoria. Entonces firmamos el acta y listo.

–¿Estuvieron cara a cara?
–Sí.

–¿Y por qué no se pusieron de acuerdo? ¿Ella pidió una suma que consideraron excesiva?
–No se habló de cifras. La mediadora hizo el discursito habitual –es su trabajo–, para ahorrar un juicio. Yo le dije claramente que estaba presente sólo por respeto a la Justicia.

–¿Por qué usted no quiso conciliar?
–Esa explicación vendrá más adelante. No te voy a contar nada, porque no se adelantan estrategias.

–¿Considera que no le corresponden alimentos?
–...

–¿Cuál es su estrategia?
–Mi abogado, Alberto Di Zió, hizo una presentación judicial que se conocerá en estos días, y a partir de ahí iniciaremos una demanda de divorcio. No sé si ella la comenzó. Hasta ahora no tengo noticias.

–¿En qué consiste la presentación a la que se refiere?
–No te lo voy a adelantar, pero está relacionada con el divorcio. Estamos sumando pruebas.

–¿Es algo grave, contundente?
–No puedo decir nada.

–¿Nunca más habló con Sofía?
–Nunca más.

–Nadie entiende qué pasó.
–Yo tampoco, es llamativo.

–¿Está furioso con ella?
–Estoy dolorido, decepcionado.

–¿La sigue amando?
–Claro, pero al mismo tiempo no puedo perdonar lo que pasó. Yo creí que era la mujer de mi vida.

–¿Ella lo amaba?
–Si no, no la habría llevado al casamiento. De bol... no tengo un pelo.

–¿En el medio de todo esto hay dinero, intereses...? ¿O algo más?
–No sé qué le habrán dicho a ella sus abogados.

–¿Y a usted qué le dijeron los suyos?
–Es un secreto que tengo que mantener todavía por unos días.

–¿Aquel episodio cuando se olvidó de ponerse el anillo en el primer programa después del casamiento incidió en la crisis?
–No... Si nos reíamos juntos de eso... Ella sabía que cuando me lavaba las manos me lo sacaba. Nada más que esa vez me olvidé de volver a colocármelo. Me mandé en cana yo mismo cuando lo conté en mi programa.

–Pero pasaron otras cosas extrañas... Como cuando lo pescaron dándole de comer en la boca con una cuchara a la pulposa Gabriela Vitale.
–Fue una maniobra, una cama. No te olvides de que a esta mujer la habían filmado llegando a Rond Point. Esa es la mejor prueba de que ella había avisado. ¿Cómo sabían los medios que iba a encontrarse conmigo?

–¿Y cómo explica lo del ‘cucharicidio’, como se lo llamó?
–Fue una cosa lógica... Cualquiera lo hace. Alguien está comiendo algo y te dice: “¡Está rico! ¿Querés probar?”. Eso, nada más.

–¿No se pasó de galán, de seductor, estando casado? Reconózcalo.
–Si vos estás comiendo conmigo te ofrezco, y yo no tengo nada de homosexual. Lo hago con mis amigos. Mariano Iudica me convida todo lo que está comiendo, y yo lo hago con él. La convido a Analía, la mujer de Oscar Salvi... Es un gesto natural mío.

–Disculpe que insista, pero ninguna mujer con las que comenté su episodio perdona el hecho. Lo interpretan como típico de levante.
–Son puntos de vista.

–Además, ella agregó que después la acompañó hasta su casa y que allí usted la besó.
–La llevé porque quería una computadora para mostrarme algo. Y dijo cualquier disparate.

–¿No cree que ese episodio puede haber sido el detonante para su matrimonio?
–Mirá: después de eso, Sofía estuvo dos veces en La noche del domingo, mi programa, y la primera vez comentó al aire: “Por favor, dejen de decir pavadas”. Recuerdo que cortaron la manzana con Viviana Canosa, y como hubo una décima de diferencia entre ambas, la semana siguiente volvieron a estar. Y Sofía estaba muy bien.

–¿Pero estaba bien la cosa entre ustedes? Porque quizás ella fingía al aire que todo transcurría magníficamente, pero por dentro estaba que explotaba de furia.
–Si estábamos a los besos, muy enamorados todo el tiempo, dándonos piquitos... Te aseguro que no pasó nada.

–¿El viaje de ambos a Carlos Paz para que usted hiciera teatro fue entonces el detonante?
–Para nada. Si ella tomó el auto y viajó a Carlos Paz para alquilarme las casas de todos mis contratados... Y eligió para nosotros una de 1.000 metros cuadrados, con una piscina hermosa.

–¿Su arritmia y su internación tienen que ver con su mal de amor? ¿Cuánto puede haber incidido en su salud la separación?
–Mucho. Fue el peor verano de mi vida...viví ésta separación que nunca imaginé a un día de cumplir ocho meses de casado. Todavía estoy elaborando ese duelo. Y todo va por dentro. Yo me casé con Sofía para morir en sus brazos, pero ella me dejó. Gerardo se repone en su casa después de haber estado internado por una arritmia, mientras prepara su debut con La noche del domingo.

Gerardo se repone en su casa después de haber estado internado por una arritmia, mientras prepara su debut con La noche del domingo.

Sofía, de compras el domingo 11 en el Jumbo de Pilar, se refugia en el amor de sus hijos.

Sofía, de compras el domingo 11 en el Jumbo de Pilar, se refugia en el amor de sus hijos.

24 de abril de 2009. Sofía y Gerardo en plena fiesta en Señor Tango, impecables y felices en la celebración de su matrimonio. Al otro día, desayunando en su casa, mientras la novia mostraba el ajuar de la noche de bodas. Juntos en el barco de Gerardo, la cita de todos los fines de semana. Y en el loft del Palacio Alcorta, donde convivían algunos días de la semana.

24 de abril de 2009. Sofía y Gerardo en plena fiesta en Señor Tango, impecables y felices en la celebración de su matrimonio. Al otro día, desayunando en su casa, mientras la novia mostraba el ajuar de la noche de bodas. Juntos en el barco de Gerardo, la cita de todos los fines de semana. Y en el loft del Palacio Alcorta, donde convivían algunos días de la semana.

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