“Me animé a bailar en el caño porque superé todos mis complejos” – GENTE Online
 

“Me animé a bailar en el caño porque superé todos mis complejos”

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Más que caminar, Catherine Fulop corre cuando la nota termina, a eso de las diez de la noche, en una disco de Olivos. Vuelve a su mundo bien privado, con su marido, Osvaldo Sabatini, y sus hijas ya creciditas, Oriana y Tiziana. Allí se despojará de su disfraz de sex symbol y se calzará el que más cómodo le sienta: el de madre y esposa.

La venezolana más argentina del mundo pasó el día entrenando pole dancing, más conocido como baile del caño. Terminó cansada y llena de moretones. Pero no le importó: por estos días, lo que la desvela es ganar el certamen de Bailando por un sueño, ShowMatch. Dice que –ahora que aceptó, después de un año de insistencia– está dispuesta a hacer cualquier cosa para ser una de las finalistas del concurso, incluso bancarse las rabietas de su esposo cuando no le dan los mejores puntajes. A los 42 años, Fulop está divina como siempre, pero decidida a no dejar pasar más el tiempo. Sin descuidar su imagen, quiere cumplir uno de sus mayores deseos: convertirse en una actriz “seria”.

–¿Este año se da?
–Espero que sí. Ova me va a producir una obra de teatro muy linda, para la cual ya convocamos a Víctor Laplace. Se llama Educando a Rita, un clásico.

–Pero antes vas a tener que bailar de lo lindo, Cathy...
–Ay, sí. Este año está muy dura la competencia en Bailando por un sueño… En general hay muy buen nivel. Es muy difícil brillar o resaltar. A las pendex de 20 años ya les dije: “Las asesino a todas” (se ríe). Fue muy triste cuando se fue Flavia Palmiero. Las mayorcitas sentimos el peso.

–¿Por qué?
–Y, no es lo mismo una nena de 20, que pesa 45 kilos, que una mujer de 42 que pesa 60. Por más que yo tenga un cuerpo divino… ¡tengo 22 años más! Y se nota.

–Hay mujeres de 40 que están mejor que una de 20...
–Sí, claro… ¡mejor que una de 20 que no se cuida! Ja, ja, ja. Y, además, éstas están preciosas. Levantan las patas hasta arriba. Parecen bailarinas de toda la vida.

–¿Cómo te ves desde afuera?
–Como una idiota. El programa es muy excitante, y me altera. Hay una energía especial y una se pone como loca. Después, cuando me veo saludando a todos, pienso: ¡qué papelón!

–¿Que fue lo que más vergüenza te dio?
–Haberme subido arriba de Gerardo Sofovich.

–¿Por qué lo hiciste?
–Porque soy muy expresiva, toquetona. Necesito el contacto con la gente. Y además él lo pidió. Entonces yo pensé: “¿Y por qué no? Esto es un show de tevé y acá hay que hacer de todo para ganar. Hay que montarse arriba del jurado. ¡Lo hago!”. Y corrí y me le senté encima. Me pareció simpático...

–Ahora hay que bailar en el caño.
–¡Es terrible! Porque te confieso algo: yo comeré sano y me mataré en el gimnasio, pero igual tengo mi celulitis. De toda la vida: tengo una foto en pañales y ya ahí se ve. Entonces dependo de la iluminación para que no se me note nada.

–¿Medias?
–No se puede usarlas porque resbalan con el metal. ¡Eso sí que va a ser superar un gran miedo!

–¿Cuál sería el problema de no tener un cuerpo perfecto?
–Bueno, yo vendo una imagen. No me molesta que me vean, por ejemplo, con celulitis en la playa. Pero sí en mi trabajo.

–¿Alguna vez te sentiste mal en la vida por ese tema?
–Tuve algunas parejas que me crearon mucha inseguridad. Me decían: “Ay, mira cómo tienes las piernas llenas de pocitos”. ¡Unos desgraciados! Me desvalorizaron, y me costó superarlo. Si ahora me animo a bailar en el caño, significa que crecí.

–¿Y cuánto te afecta la calificación del jurado?
–En general no me gusta que me critiquen. Me hace mal. Cuando empieza todo eso, yo me quiero ir a mi casa, con mis hijas y mi marido. Me angustia mucho. Soy artista para que me quieran. Me resulta muy difícil que me juzguen.

–Un tema para trabajar en terapia…
–Sí, estoy aprendiendo. En la semana del mambo, durante el baile, me súper desconcentré, se me puso la mente en blanco y cometí una imprecisión tras otra. ¡Y el jurado lo vio! Entonces dije: “Está bien, tienen razón, me juzgaron bien”.

–¿Qué sentís cuando bailás? ¿Te excita?
–En el programa te piden mucha sensualidad. Trato de dársela entonces. Y cuando bailo me siento libre.

–¿Fue una decisión difícil dejar la revista que hacías con Guinzburg para participar del programa de Tinelli?
–La verdad es que no tenía una propuesta para seguir en el teatro. Fíjate que tuve que dejar la obra cuando viajé de urgencia a Venezuela porque mi papá estaba muy enfermo y el médico nos dijo que ya no le quedaba mucho tiempo de vida. Yo estaba destrozada. Llegué a verlo justo antes de que muriera (se le humedecen los ojos). Fue un golpe durísimo… Quizás Jorge haya pensado que después de la muerte de mi papá no estaba lista para volver tan rápido a trabajar. Tinelli me venía llamando desde hacía un año… Entonces pensé que me iba a venir bien estar en un programa popular, y acepté. Ahora volvieron a llamarme para hacer teatro, incluso Sofovich me dijo que me quería en uno de sus elencos.

–¿Seduce el poder de Sofovich?
–Tiene poder de seducción, sí. Se hace el interesante… Me gusta el hombre viril, macho, que se haga respetar.

–¿Ova sigue siendo tan machista?
–Tiene una educación tana, donde la mujer se encarga de un montón de cosas, pero conmigo, con mi profesión, imagínate: esa opción no va. Entonces compartimos todo. Tomamos una decisión inteligente en ese sentido.

–¿Qué queremos las mujeres: un hombre que nos cele o uno que no nos dé bolilla?
–Un poco y un poco. Es importante sentirse libre en la pareja, porque donde te sientes libre es donde te quieres quedar. Ahora que nos dimos cuenta de eso, está cambiando mucho la dinámica de mi matrimonio. Durante años yo estuve encerrada y desperdicié oportunidades de hacerme amigos en el trabajo. Desde hace un tiempo estoy más abierta. Cada uno tiene sus actividades, sale por su lado, y está todo bien.

–¿Te hiciste amigas del medio?
–Sí, me hice amiga de Cecilia Milone, salí con Laura Fidalgo, con Moria, las fui a ver al teatro…

–¿Y Ova qué hace?
–El Ova está más abierto, más relajado. Encontró su camino: tiene su productora, su campo…

–¿Lo motiva a nivel sexual verte bailar tan sexy?
–La actividad me da mucha energía y me siento con mucha vitalidad para estar con él... ¡A todas las mujeres les recomiendo que bailen para mantener vivo su matrimonio!

–Van a cumplir 13 años juntos. ¿Cómo se sostiene una pareja durante todo ese tiempo?
–A nosotros nos hizo bien aprender a respetar los espacios de cada uno. Yo le dije al Ova: “Tú no eres mi media naranja: tú eres una naranja entera, y yo soy otra... Y entre los dos hacemos el juguito”. Le encantó.

–Pero no puedo creer que él no se enoje cuando el puntaje que te pone el jurado no es bueno...
–El día que quedé sentenciada se puso loco, la verdad que sí.

–¿Y a vos cómo te cayó?
–Yo siento que no hay una ley para juzgar, porque no se está midiendo sólo –¡y por suerte!– tu técnica en el baile. No son profesoras ni bailarinas profesionales las personas que integran el jurado. Son figuras del ambiente, que entienden muchísimo del tema, del mundo del espectáculo, del teatro de revistas (¿quién puede saber más que Sofovich? ¿quién puede ser más número uno que Moria?), pero que no han estudiado en una academia de danzas.

–Y encima vos no tenés relación con ellos, como puede tenerla Alfano con Alé, o Sofovich con Florencia de la V y a Nazarena Vélez. Ni hablar de Paula Robles…
–¡Pero eso no tiene nada que ver! Cuando digo que no hay una ley rígida para juzgar, no hablo de eso. Implica que, si la hubiera, yo no podría estar bailando al lado de Paula, que es una excelente bailarina profesional. O de Carla, que también estudió danzas durante algunos años...

–¿Qué clima hay en el estudio?
–Hay mucho erotismo, que es lo que busca el programa. Me gusta transmitir sensualidad, pero siempre desde un lugar de respeto, donde la mujer no se vea como un objeto. Yo muestro la cola, desfilo y lo hago sin problemas, porque siento que lo hago bien y que es parte del show. No lo hago tipo: “¡Ay, mira! Estoy ricota. Soy una perra”.

–Se me ocurrió algo: si te va mal en el baile podés pedirle a Ova que llame para amenazar a Lafauci…
–¡Ja, ja, ja! No seas mala… Pero es cierto que Ova se enoja mucho cuando me ponen bajo puntaje. Me dice: “Menos mal que no tengo las cámaras, que no tengo un micrófono. Yo comparé y, para mí, otras parejas no bailaron tan bien y les pusieron mejor puntaje que a vos”. Y le da bronca. Pero bueno… ¡él es mi marido!

–¿Podés decir que Ova ya no es tan celoso?
–Nooo. El es muy cuida. Y piensa que si una mujer aparece públicamente medio en pelotas es una loca. Entonces se tiene que bancar que cuando juega un Intercountries los amigos lo gasten porque yo hice fotos semidesnuda.

–¿Y a vos por qué te gusta desnudarte?
–No es que me guste, ni tampoco que me disguste. Es algo que el mercado exige.

–¿O lo hacés para mostrar todo lo que te hiciste?
–¡No me hice tantas cosas! ¿Me ves como una mujer de plástico? Me hice una lipoaspiración para quitarme las revolveras (adiposidades en la región posterior de los muslos), nada más. No estoy toda lipoaspirada. Mi cola es mi cola. No me saqué costillas, ni tengo la cara hecha. Hago tratamientos de belleza y gimnasia.

–¿No deseás que se termine la exigencia de ser perfecta?
–Sí, quisiera que termine en algún momento, para poder dedicarme a otra cosa. Pero siento que sólo puedo estar en el tapete si me conservo, si estoy divina, sexy y sensual. Las grandes divas de acá, con excepción de Mirtha, están en el candelero porque siempre tienen algo nuevo, como si para ellas los años no pasaran.

–¿Lleva tiempo ser una diosa?
–Muchísimo. El gimnasio tiene que ser como desayunar: al levantarte caminas o corres en la cinta y haces tu rutina de ejercicios. Pero lo que toma realmente mucho tiempo son los tratamientos de belleza: que la mesoterapia, que el peeling, que el láser… ¡Eterno!

–¿Le restás horas a tu familia por eso?
–No, no. Mi prioridad es ser buena madre. Es una gran responsabilidad tener a una personita a quien guiar por el buen camino. Y educar a un chico lleva muuuucho tiempo. Entonces, resigno cosas. Hoy mis uñas no están tan lindas, por ejemplo. O, a veces, en vez de depilarme me paso la maquinita y no pierdo tanto tiempo yendo a la peluquería. Me las rebusco. Ahorro por donde no duele. Muchas veces prefiero estar en mi casa antes que en una fiesta donde sé que me conviene ir por una cuestión social.

–¿Te das cuenta cuando alguien es sexy o no?
–No sé distinguir si alguien es bueno o malo. Pero sí si es una persona sexy.

–¿Marcelo Tinelli es sexy?
–Más que sexy, es seductor. Tiene mucha personalidad, es ingenioso, agradable. No es una belleza, pero tiene un ángel que te mata. Te llama mucho la atención.

–¿Todavía seguís pagando represalias por haber dicho que te gustaba Pablo Echarri?
–Creo que Nancy Dupláa me odió para toda la vida (se ríe). Si a mí una mujer me hace lo mismo, yo la mato. En una oportunidad lo vi a Pablo y le pedí disculpas. Igual, le debe haber gustado que su esposa se pusiera de la cabeza.

–Bueno, Catherine, algunas de las mujeres que más trascienden en Bailando por un sueño son las que generan un escándalo. Elegí uno.
–¡No! Me niego, no me gustan. Prefiero estar afuera. Emocionalmente no me lo banco. Si quedo metida en medio de un escándalo, me voy corriendo.

“<i>Es difícil brillar en </i>Bailando<i>. Las chicas levantan las patas hasta arriba. A las pendex ya les dije: ‘Las asesino a todas’</i>”, dice Cathy con humor.

Es difícil brillar en Bailando. Las chicas levantan las patas hasta arriba. A las pendex ya les dije: ‘Las asesino a todas’”, dice Cathy con humor.

“Bailar en el caño es terrible. Pero no porque sea erótico, sino porque ¡se ve la celulitis! Yo como sano y me mato en el gimnasio, pero igual dependo de la iluminación para que no se me vea ningún pocito”

“Bailar en el caño es terrible. Pero no porque sea erótico, sino porque ¡se ve la celulitis! Yo como sano y me mato en el gimnasio, pero igual dependo de la iluminación para que no se me vea ningún pocito”

“Cuando me ponen  bajo puntaje, Ova se pone histérico, le da mucha bronca. El día que quedé sentenciada se volvió loco, pero bueno...  ¡él es mi marido!”

“Cuando me ponen bajo puntaje, Ova se pone histérico, le da mucha bronca. El día que quedé sentenciada se volvió loco, pero bueno... ¡él es mi marido!”

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