Matías Alé: “Toqué fondo y salí. Me siento orgulloso” – GENTE Online
 

Matías Alé: “Toqué fondo y salí. Me siento orgulloso”

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Sube en dos saltos la escalera que va a su habitación. Matías Alé (39) está impecable, sin rastros de la internación y el tratamiento por el brote psicótico con delirio místico que tuvo el 3 de noviembre del año pasado. Cuenta que bajó diez kilos y regresó hace dos días de Salta, donde condujo un desfile.

Mientras tanto, una pareja recorre y mira cada rincón de su casa en el country San Miguel de Ghiso, en Bella Vista. “Miren que el lavarropas se va conmigo”, bromea con ellos, sin arrastrar las palabras. Sorprende con la noticia: vende su propiedad, la misma que compró para vivir con María del Mar Cuello Molar (23) –con quien firmó el divorcio, aunque todavía no tiene sentencia– y ahora ocupa solo.

Cuando se sienta frente al grabador, confiesa cierto arrepentimiento: “Ahora que se está concretando la venta, no sé si tengo ganas de irme. Será que estoy mejor y acá me siento seguro. Pero está señada, y yo señé un departamento en Capital...”.

 

–Se mencionó que acá te dejaban macumbas.
–Eso es todo chatarra. ¡Se dijo cada cosa desopilante!

–¿En qué momento del tratamiento estás?
–En la etapa final. Ya estoy dado de alta, recuperado. La psiquiatra me ve una vez por mes, y la psicóloga me
dijo que ya está, pero le pedí seguir, porque me hace bien. Ya puedo manejar, trabajar, viajar...

–De hecho, sobre la mesa hay un ticket de avión a Madrid.
–Sí. El 27 me voy solo, por once días, a España. Viajo para ver a un productor de Barcelona, para hacer teatro, y a visitar a un amigo, Tomás Miller, y dos ahijados, Mateo y Manuela. Vuelvo rápido, porque arrancan los ensayos de la obra que protagonizaré desde junio, dirigida por Valeria Ambrosio y producida por Gabriel García.

–¿Pudiste averiguar por qué tuviste el brote?
–No. Recién ahora voy a ir para atrás en mi vida, y por eso sigo. Porque desde el 15 de diciembre, que salí de la clínica, todo lo que hicimos con los médicos fue ir apagando incendios. ¡Me pasaron tantas cosas en el verano...!

–Esos incendios tienen nombre y apellido: fueron declaraciones de María del Mar, o la aparición de videos donde estás hablándole a un omelette.
–Dándole la bendición (ríe). Mirá: yo pasé 43 días internado y fueron difíciles. No porque en Avril me hayan tratado mal... Al contrario.

–Te interrumpo: en Avril también tratan problemas de adicciones. ¿Vos las tuviste?
–No, no, no... De hecho, el informe médico dio negativo. Tuve un brote psicótico. Fueron dos cablecitos que se tocaron y derivó en esto. Las únicas drogas fueron el batallón de medicamentos que me dieron.

–Sigamos con esos “incendios”...
–María se fue el 15 de enero; nos separamos. Yo miraba por televisión lo que pasaba y sentía vergüenza. Me encerré en esta casa. Fui para atrás en el tratamiento, y los médicos me prohibieron ver tele. Empecé a leer libretos de obras viejas, a mirarme al espejo y practicar cómo gesticular, porque tenía la cara entumecida por la medicación. Me traían la comida. Trotaba acá, dentro de casa. Me acompañaron muchos amigos... Algunos hasta cambiaron sus vacaciones para estar: Luciano, Pelo, el Turu, Alejandro, que fue como mi entrenador, una especie de Micky de Rocky. ¿Sabés que me ponía todas las mañanas la música de Rocky y hacía flexiones y abdominales? Había dos opciones: me quedaba tirado en la cama lamentándome o salía. Y le puse mucho huevo.

–¿Cómo viviste que María haya divulgado chats y videos privados? ¿Como una traición?
–Cada uno sabe lo que hizo bien y lo que hizo mal. Me quedo con los 43 días que estuvo conmigo mientras estaba internado. Y con los recuerdos hermosos del tiempo que vivimos antes del brote que sufrí. Lo que me pasó me transformó en un hombre más fuerte; necesitaba este cambio. Antes vivía al tun-tun. Voy a cumplir 40 y renací. Nadie más que yo sabe lo que es estar atado a una cama. O tener que venir a mi casa cada tres horas porque tenía miedo de estar en la calle (se emociona y solloza)... Me encerraba y pensaba que esto no iba a terminar nunca. Hoy me siento mejor plantado. Y sé que vienen cambios importantes.

–¿Vuelve el Matías de antes, el depredador?
–No. Ese era un inmaduro. Tomé conciencia. Estoy más cauto y pensante. Elijo con quién compartir mi tiempo. Será porque toqué fondo y salí. No sé cómo lo hice, pero me siento súper orgulloso de mí.

–¿Estás abierto a enamorarte?
–No. Hoy quiero estar solo.

Alé se muestra recuperado. “Ya estoy dado de alta. La
psiquiatra me ve una vez por mes, y la psicóloga me dijo que
ya está, pero le pedí seguir, porque me hace bien”, cuenta.

Alé se muestra recuperado. “Ya estoy dado de alta. La
psiquiatra me ve una vez por mes, y la psicóloga me dijo que
ya está, pero le pedí seguir, porque me hace bien”, cuenta.

La casa del country San Miguel de Ghiso –el mismo donde vive su madre– ya está señada. La habitación, en un entrepiso, ahora es toda para él. La heladera se encuentra casi vacía, pero “tiene los huevos que le puse a la recuperación”. El living y el placard pronto serán recuerdo.

La casa del country San Miguel de Ghiso –el mismo donde vive su madre– ya está señada. La habitación, en un entrepiso, ahora es toda para él. La heladera se encuentra casi vacía, pero “tiene los huevos que le puse a la recuperación”. El living y el placard pronto serán recuerdo.

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