Luis Gnecco, el actor chileno que se puso en la piel de Pablo Neruda – GENTE Online
 

Luis Gnecco, el actor chileno que se puso en la piel de Pablo Neruda

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El nombre de Luis Gnecco (54) es común para los chilenos desde hace tres décadas. Y aunque en la Argentina hizo teatro –Las heridas del viento, dirigido por Oscar Barney Finn–, recién el año pasado lo pudimos ver en Narcos, una ficción de Netflix. Claro que ahora le llega un papel anhelado por muchos: protagoniza Neruda, el sexto film de su compatriota Pablo Larraín (40, nominado al Oscar por No) y el vigésimo primero para él.

–Defíname quién es Luis Gnecco.

–Soy un tipo amable, serio, cascarrabias (su apellido en calabrés significa precisamente eso), aburrido. Además, ya tuve demasiada fiesta: viví los años locos bien vividos, con baile, drogas, música... Ahora estoy tranquilo. Me gusta estar con mi mujer (la socióloga Inés Corbacho) y mis hijos. Y el resto del tiempo, concentrado en mi trabajo.

–¿Qué sería de su vida sin la actuación?

–Hummm... Sólo sé actuar, pero si por alguna razón me viera obligado a dejar mi profesión, con un kilo de harina y un par de huevos me dedicaría a hacer pastas. Soy un tipo afortunado, porque vivo de lo que me apasiona. Antes estudié tres años Biología: en las clases me la pasaba imitando a profesores y compañeros. Por eso, durante muchos años hice papeles cómicos en televisión, como le pasó a Francella en la Argentina. Me siento muy identificado con Guillermo, porque recién en la madurez descubrieron que podía jugar roles dramáticos.

–¿Cómo se entrenó para ponerse en la piel de Pablo Neruda?

–Tuve que hacer un gran proceso de investigación, conocer gente y espiar su intimidad. Leí mucho sus textos... Debo confesar que sólo conocía lo que me habían enseñado en el colegio. En verdad, tenía muchos prejuicios sobre su persona. No creo que fuera un hombre simpático públicamente, pero sí en la intimidad. Yo me crié en una familia de derecha: en mi casa siempre se dijo que Neruda no podía ser comunista y burgués al mismo tiempo. Para mí, es un hombre terriblemente delicado y sensible, un diamante en bruto que nunca se pulió.

–¿En qué se identifica con él?

–A todos los artistas nos hermana el amor por la ficción: sentimos más la fábula que la realidad. También me une el amor que tenía por el buen vivir. Por otra parte, tanto para él como para mí, el arte es un camino revolucionario y subversivo, el lugar de la tolerancia donde todo es bienvenido. Hoy, cuando vemos a gente como Donald Trump que quiere sacar una ley para reducir la inmigración, me da bronca y me siento mucho más cerca de Neruda. Reacciono frente a estas tropelías, aunque no soy un hombre muy político. Tengo compromiso para que no terminen con el arte, con la ficción y con los sueños. Yo no milito en política, pero sí por el arte y por los artistas.

–Tuvo que realizar un notorio cambio físico para afrontar este papel...

–Sí. Pablo Larraín me hizo subir de peso –más de trece kilos– para encarar el personaje. ¡El costado bueno fue poder comer sin culpa! Después de la película, y ahora mismo, tengo una dolencia en la espalda como consecuencia de la gordura. La ayurveda, una técnica milenaria de la India que me sirve para limpiarme, también me ayudó a bajar de peso. –Hace muy poco volvió a ser padre. ¿Qué diferencia es serlo a los treinta y pico con serlo pasados los cincuenta?

–Es lo mismo, si se lo toma con responsabilidad. A veces uno anda con culpas por el tiempo que no les pudo dedicar a los mayores (Martina, 19, y Mateo, 16, de su anterior matrimonio). Todas las semanas debo pagarle muy buena plata a mi analista para que me quite esas culpas. Ahora estoy tratando de reparar las cosas que no pude vivir con ellos. Con Pietro estoy mucho más despierto, más vivo, más presente. Definitivamente, les recomiendo a todos los hombres ser padres a esta edad.

–¿Le gustaría volver a trabajar en la Argentina?

–Me encantaría hacer cine y volver a subirme a un escenario en tu país. Admiro mucho el cine, el teatro y, en general, el arte de ustedes. Ojalá pueda actuar con Mercedes Morán, porque es una reina. Me gustan mucho los desafíos, y para los chilenos, que tenemos un país pequeño, ese desafío es irnos a trabajar afuera.

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