El momento más conmovedor de la noche se vivió cuando Lady Gaga y Bradley Cooper –los protagonistas de Nace una estrella–, subieron al escenario tomados de la mano para interpretar "Shallow", el hit que se llevó el Oscar a la mejor canción original.
Durante cuatro minutos, una atmósfera sumamente romántica inundó el Dolby Theatre de Los Ángeles. Y ellos, sabiéndose dueños de todas las miradas, dejaron que las fantasías vuelen: comenzaron mirándose a los ojos y luego, lentamente, fueron moviéndose hasta terminar lado a lado. Con sus mejillas casi pegadas, entrecerraron los ojos y, luego de los aplausos, intercambiaron sonrisas cómplices.
¿Qué reacción tuvo Irina Shayk, la pareja de Bradley Cooper desde hace casi cuatro años? No podría haberse mostrado más orgullosa: ¡aplaudió a rabiar!
Regina King se emocionó hasta las lágrimas al recibir el Oscar a Mejor Actriz de Reparto –imponiéndose sobre Emma Stone, Rachel Weisz, Marina de Tavira y Amy Adams– por su rol en la cinta El blues de Beale Street. "Soy el ejemplo de lo que se consigue cuando le dan amor a alguien", dijo sobre el escenario antes de acotar: "Mamá, te quiero muchísimo".
Un gesto arrebató el corazón de los espectadores: la mexicana Yalitza Aparicio, protagonista de Roma, llegó acompañada a la alfombra roja de los Oscars por su mamá: Margarita, una ex trabajadora doméstica que siempre estuvo detrás de los sueños de su hija. Tal es así, que fue ella la responsable de que su hija viajara desde Oaxaca hasta la Ciudad de México para que se presentarse al casting de la película de Alfonso Cuarón.
Lady Gaga ganó su primer Oscar. No fue a Mejor Actriz –como tanto se rumoreaba–, pero, para ella, fue igual de emotivo. Al recibir su galardón dorado a Mejor Canción Original, lo miró y al instante se conmovió. Y luego, con su voz entrecortada, tomó el micrófono para destacar el duro trabajo que viene realizando y brindar un fuerte mensaje: "No se trata de ganar, se trata de no darse por vencido. Si tenés un sueño, pelea por él. No se trata de cuantas veces te caes o te golpeas, sino de cuantas veces te paras, te pones de pie y tenés el valor".
El director mexicano Alfonso Cuarón que dirigió Roma asistió a la premiación acompañado por sus dos hijos: Tess Bu y Olmo Teodoro. Fue éste último el que se viralizó rápidamente en las redes por sus curiosos gestos, pero el motivo cayó como balazo de agua fría sobre los que haters: es que el joven nació con trastorno del espectro autista. De hecho, hubo un momento en la vida del director en el que dejó en pausa su carrera artística para cuidar de él.
Brie Larson y Samuel L. Jackson eran los encargados de entregar el Oscar al mejor guión adaptado a Spike Lee por Infiltrado en el KKKlan, una película de contenido racial. “No enciendan el puto reloj”, pidió Lee al comenzar su discurso en el que recordó a los antepasados "que crearon este país. El amor y la sabiduría nos une con ellos. Tenemos que estar todos en el lado correcto de la historia. Entre el odio y el amor hagamos lo correcto”, así cerró su discurso el director afroamericano, que se abrazó emocionado con Samuel L. Jackson, con su outfit en homenaje a Prince. Su efervescencia tiene sentido: es la primera vez en su carrera que Spike Lee se alza con una estatuilla de la Academia.
El último en llegar a la ceremonia fue Christian Bale, quien estaba nominado a Mejor Actor por El vicio del poder y terminó perdiendo la terna frente a Rami Malek (Bohemian Rhapsody). Eso sí, con una sonrisa, aplaudió elegantemente a su contrincante.
Keegan-Michael Key descendió de los cielos (es decir, del techo) con un paraguas emulando a la queridísima Mary Poppins. Y luego, cerró el gran paraguas negro dentro del recinto evocando en los espectadores un momento viral que protagonizó el presidente estadounidense Donald Trump cuando tuvo problemas para cerrar su propio paraguas de camino al Air Force One.
Por redacción Gente. Fotos: @theacademy
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