«Los médicos no pueden entender cómo estoy vivo» – GENTE Online
 

"Los médicos no pueden entender cómo estoy vivo"

Actualidad
Actualidad

"La última vez que te vi fue en la puerta del teatro Liceo. Yo terminaba
de hacer Mugre o La burlona tragedia del corpiño, y vos estabas ahí. Nos
miramos, nos abrazamos, y yo te invité a saltar y a correr por la plaza de los
Dos Congresos. Lo hicimos. Lo hicimos mientras mis perros estaban cagando en la
plaza",
son las primeras palabras que Fernando Peña me dice cuando entro a
su casa de Martínez. Desde aquella noche a esta noche de lunes, sólo ha pasado
un mes. Pero Fernando Peña está diferente.

La semana pasada estuvo internado por una neumonía. El domingo le dieron el alta
en el Sanatorio Trinidad, y el lunes por la noche recibió a GENTE en su casa. En
su universo lleno de cuadros de colores dan vueltas sus cinco perros; María, la
mujer que lo mima y lo malcría como si fuera su madre, y un amigo. Peña se saca
la remera "porque me hace gordo", corre a su cuarto, abre el ropero y
busca otra, pero tampoco le gustan ni el color ni la talla. Disfónico, pide a
los gritos un saco ancho de lana de Kosiuko. María lo busca y se lo da.
Peña vuelve al living comedor donde, además de cuadros, hay sillas en miniatura.
Se sirve un vaso de vino blanco, se sienta a la mesa y me prende el grabador con
una sonrisa cansada y grande. "Intenté disimular este herpes que tengo en la
cara, pero no pude"
, dice.

-¿Muchas veces en su vida intentó simular o disimular cosas?
-Jamás. Siempre me hago cargo de lo que hago. Creo que ser un simulador trae
problemas. Si tapo este herpes, la lente de la cámara no lo va a captar…, pero
yo lo voy a seguir teniendo. Entonces, no me da vergüenza mostrarlo…

-¿Qué le pasó en la última semana?
-No hay nada misterioso. Hace cinco años que soy portador de HIV, y estuve
al borde de morirme. Los médicos no pueden entender cómo estoy vivo… Según Pedro
Cahn, soy un caso de ateneo. De esos achaques quedé bien, pero como un coche
chocado: con la estructura malherida. Resultado: me agarró una neumonía
galopante, que es causa de muerte. Muchos de mis amigos gays se murieron de eso…

-¿Pero su salud no se agravó por no tomar los remedios?
-No, nunca dejé de tomarlos. Eran diez pastillas por día, y me agotaban, me
producían unos efectos colaterales horribles… Me di cuenta de que tomar tantos
remedios no implicaba calidad de vida, y que si no me cambiaban el tratamiento,
prefería morirme. Entonces, los médicos me suprimieron casi todo: ahora sólo
tomo una pastilla a la mañana y otra a la noche.

-¿Al bajar la dosis, mejoró?
-No sé qué me hace: ¡es como nafta para el HIV! Pero por favor, que quede
claro que nunca, pero nunca, dejé de tomar la medicación. Sólo interrumpí la
dosis, y eso es peligroso.

-¿Con este golpe, aprendió a valorar más su vida?
-Para mí, la vida no es prioridad: es apenas una circunstancia. No creo en
Dios. Me entrego al momento, y vivo cuando hago radio y teatro.

-El martes se internó, el miércoles se dio de alta, el jueves volvió a
internarse, pero en otra clínica. No se entendió muy bien. ¿Fue otra de sus
tretas?
-No. Me interné porque no podía respirar. Pero después me sentí mejor y
quise volver a mi casa, que es el lugar del mundo que más amo. Pero los médicos
me dijeron que si volvía a mi casa podía morirme. Pasé la noche mirando un
documental de Fidel Castro, y al otro día volví a internarme.

-¿De la clínica trajo un nuevo "ornamento" para decorar su casa?
-Sí. ¡Me traje un tubo de oxígeno. Está ahí por si me ahogo. A mí no me
importa morirme, pero quiero morirme lo mejor posible.

-¿Por qué los médicos le dieron el alta?
-Me dijeron que no era lo mejor, pero me dieron una serie de antibióticos
para que me recuperara.

-¿En qué pensó mientras estuvo internado?
-Me dije: "¡Qué cagada, estoy internado!". Nada más.

-¿Aprovechó para crear algo nuevo?
-No. Hace rato que estoy escribiendo mis dos próximas obras: Yo, chancho
glamoroso, y Quién abanicaba a Catherine.

-Parece tener todo fríamente calculado. ¿Qué va a decir el epitafio de su
tumba?
- "Creíamos que era un mal ejemplo, pero fue un buen ejemplo."

-¿En qué sentido fue buen ejemplo?
-En ser auténtico, sincero. En decir qué pienso y siento, y en hacer arte.
Lo único que puedo transmitirle a la gente es amor.

-¿Se arrepiente de algo?
-¡No! El arrepentimiento quita vida. Es morir un poco…

-Después de este episodio, ¿empezará a valorar la vida de otro modo, o…?
-La vida no es un disfrute tipo casamiento carioca. Para mí, la vida es
esto: compartir un vino con vos, la desgracia de internarme, que mañana -a lo
mejor- haya sol, que mañana pueda ir un rato a la radio, o que dentro de dos
horas venga un taxi boy o un amante, tener sexo. La vida es una serie de cosas.
Me extraña que algunos piensen que la vida es como un ladrillo inamovible.

-¿Puede tomar vino?
-Sólo busco la felicidad, y no me importa si puedo o no puedo tomar vino.
Soy budista, soy artista, estoy muy feliz de hacer El parquímetro en la radio de
Federico Bonomi (KSK), y que Carlos Rottemberg me deje hacer en el teatro Liceo
lo que quiero.

-¿Lo sigue preocupando la estética?
-No. Engordé veintidós kilos por las pastillas. Ahora me voy a bajar la
cinta al living y voy a correr: quiero bajar ocho kilos. Me hubiera gustado
engordar por comer dulce de leche, pero… Ahora estoy haciendo una dieta con el
doctor (Máximo) Ravena.

-¿Sigue en pareja?
-No: hace tres semanas que nos separamos. Pero con Juan Pablo igual seguimos
trabajando juntos. Se hace difícil, pero se puede.

-¿La ruptura también le afectó la salud?
-No. Recaí porque no me cuidé bien un resfrío. Y si no puedo hablar porque
me agito… ¡voy hacer un show de mimo!

-¿Es verdad que tiene pensada la fecha de su muerte?
-Sí. Y el día en que logre cumplir una serie de cosas (que no pienso
develar), me voy a pegar un tiro en el escenario.

Esta fue la pregunta que hizo cuando agarró los dos payasos que tiene como adorno en el living de su casa. Crudamente sincero, confiesa: Para mí la vida no es prioridad: es sólo una circunstancia".">

Esta fue la pregunta que hizo cuando agarró los dos payasos que tiene como adorno en el living de su casa. Crudamente sincero, confiesa: "Para mí la vida no es prioridad: es sólo una circunstancia".

Mi epitafio va a decir: 'Creiamos que era un mal ejemplo, pero fue un buen ejemplo.'".">

"Mi epitafio va a decir: 'Creiamos que era un mal ejemplo, pero fue un buen ejemplo.'".

Más información en Gente

 

Más Revista Gente

 

Vínculo copiado al portapapeles.

3/9

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipisicing elit.

Ant Sig